Periodismo para perdedores

Sea claro, breve y conciso. Todos los profesores en la Universidad del Zulia, me repetían exactamente lo mismo.

Sea claro, breve y conciso. Todos los profesores en la Facultad de Humanidades, me repetían exactamente lo mismo.

Sea claro, breve y conciso. Todos los profesores en la Escuela de Comunicación Social, me repetían exactamente lo mismo.

No aprendí nada en la Universidad del Zulia. No aprendí nada en la Facultad de Humanidades. Y no aprendí nada en la Escuela de Comunicación Social.

Hoy voy a demostrar que nunca aprendí a ser claro, que nunca aprendí a ser breve, y que nunca aprendí a ser conciso.

Yo hice hasta lo imposible para que me olvidaran, y finalmente me olvidaron. Odio haber nacido en el odio. Todos cantan una felicidad ficticia, y yo siempre soy el anormal. Estoy convencido que vine a sufrir, porque estoy embrujado. Tarde o temprano, cumpliré la masacre en la maternidad, y recobraré la felicidad ficticia.

Sin abrazos, sin besos, sin regalos, sin llamadas, sin amigos, sin recuerdos, sin velitas encendidas, sin aplausos, sin cerrar los ojos, sin pedir un deseo, sin cortar el pastel, sin sonreír en la fotografía, sin brindar con champaña, sin festejar la vida, y sin absolutamente nada. Hice hasta lo imposible para que me olvidaran, y finalmente me olvidaron.

Saboteado por tanta tristeza, que simplemente no puedo olvidar. Fingiendo cada día la misma ficción, que sabotea la misma alegría. Ni Jesucristo recuerda mi cumpleaños. Yo sé que le doy lástima, asco y vergüenza. Pensar tiene su precio, y cuando realmente piensas, ya nadie te piensa. Hice hasta lo imposible para que me olvidara, y finalmente me olvidó.

Vendiéndome al mejor postor y prostituyéndome por el peor impostor. Enseñanzas que no puedo comprender, vivencias que no puedo vivir, recuerdos que no puedo olvidar. El viento es tan fuerte, la oscuridad es tan larga, y el vacío es tan profundo, que ya nada ni nadie puede festejar mi desgracia. Hice hasta lo imposible para que me olvidaran, y finalmente me olvidaron.

Perfumando la soledad de mi locura, hallé un reclamo que me gritaba con furia. Le dije que hoy era mi cumpleaños, y me rompió el alma de los sueños. No puedo ser feliz, simplemente no puedo. No lo dije yo, me lo dijo él. No puedo ser feliz, simplemente no puedo. Ahora lo dije yo, porque él me obligó a repetirlo. Hice hasta lo imposible para que me olvidaran, y finalmente me olvidaron.

Cuando me obligan pierdo el conocimiento. Por eso soy el chiste malo de la fiesta. Soy los brazos sobre la cabeza en el hospital. Soy la turbulencia del océano. Soy la tempestad que abandona el parque. Soy el minuto de silencio en las iglesias. Soy la cosa podrida que pudre las cosas. Soy el cuchillo que apuñala en la lluvia. Soy la rabieta que rompe la puerta. Soy el cuchicheo que alimenta al cuchicheado. Soy la visita que nadie quiere recibir.

Soy el grito de la azotea. Soy la hojilla corta venas. Soy la soga en el cuello. Soy el raticida de los campeones. Soy la bala que falla en la ruleta rusa. Soy la sangre incompatible. Soy el órgano sin transplante. Soy la sátira incomprendida. Soy la idolatría de los demonios. Soy el espejo roto del domingo. Soy el plato de segunda mesa. Soy la visita del plomero. Soy el espantapájaros del campo. Soy el problema.

Soy el cáncer de la felicidad. Soy la oscuridad del sol. Soy las promesas incumplidas. Soy la humillación de la humillación. Soy el dos por dos cinco. Soy la basura que se quema a fuego lento. Soy el dardo sin puntería. Soy la fatiga de la juventud. Soy la cólera del dinero. Soy el padre avergonzado y la madre desconsolada. Soy el abismo del cóndor. Soy la plegaria olvidada. Soy las cenizas del útero.

Soy la oportunidad desperdiciada. Soy el halcón ciego. Soy la mancha del homicidio. Soy el silencio del huracán. Soy el desamor del amor. Soy la piedra en los zapatos. Soy las piernas que no caminan. Soy la peor de las pesadillas. Soy el alma del suicidio. Soy el estorbo de la sociedad. Soy el más maldito de los maldecidos. Soy el dueño de la carretera. Soy la voz que te llama fracasado. Soy la cicatriz del circo. Soy los pies descalzos. Soy la eternidad. Soy yo.

Soy todo lo que no es posible ser en la vida. Todo lo que se sueña y no se cumple. Soy los años que pasan y nunca regresan. Los viajes que nunca pudimos hacer, los amigos que nunca pudimos tener, las vidas que nunca pudimos vivir. Soy la máxima expresión del fracaso. Seco y vacío por dentro, como tantas veces me lo dijeron, seco y vacío por dentro. Es tan fácil hacer daño, que resulta imposible no hacerlo. Al final todos tenían razón. Vamos destruyendo los cumpleaños y destruyendo a los cumpleañeros, para que recuerden con broche de oro el trágico natalicio.

La verdad no sé que estoy haciendo aquí. Quiero escapar de mi arrogancia, y destruir todas las calabazas. Le puse una trampa al destino, y al final, yo fui el único engañado. Protestándole su inercia, opté por darle un último ultimátum, y solo debo pasar la lengua para suspirar por el bochorno.

No quiero pensar en el bochorno, pero la vida vuela con prisa. Yo sé que aceptaré la culpa. ¡Soy culpable! La culpa es un sentimiento, un ejercicio y un aprendizaje. Dicen que la violencia es existir. Estoy totalmente de acuerdo. La violencia es existir.

Si no existiéramos, no existiría la culpa, no existiría el drama, y no existirían los cumpleaños. Si festejáramos el cumpleaños de la culpa, todos los días seríamos cumpleañeros. Es tan difícil entenderme, que ni siquiera yo me entiendo. Pero siempre sé que mis palabras, son un reflejo de mi propia vida. Por eso nadie recuerda mi cumpleaños, y por eso nunca recuerdo el cumpleaños de nadie.

Es genial la melancolía de la soledad. Te sientes único, distinto y libre. Hoy puedo quemar la Basílica de San Pedro, y todos pensarán que San Pedro quemó su Basílica. Hoy puedo santificar una gloriosa esvástica, y todos santificarán aquella gloriosa esvástica. Hoy puedo cumplir años, y cumplir los años que yo quiera. Pueden ser siete añitos, cuatro mil añotes o doscientos años. No me importa el número, me importa el júbilo.

Mi júbilo es mi mayor beatificación, porque siento que puedo volar en mi mundo, antes que sentir el vuelo del Mundo. Salto, corro, duermo. Mi compromiso es conmigo, los años son míos, y las lágrimas nunca dejan de soñar. Solo me falta arrancarle las arañas al sillón, para comerme la gran calabaza sin alfileres.

Lo haré sabiendo que mañana todo estará bien, que solo fue una debilidad transitoria, que debo seguir luchando con la frente en alto, que reconocer mis errores me fortalece como hombre, que no fui el puñal de ningún corazón roto, y que no debo temer por mi futuro. Siempre duele que se olviden de tu cumpleaños, pero un profesor me dio la clave para robarle tiempo al tiempo ¡Gracias!

Ahora puedo tocar madera, y agraciar su nostalgia. Decían que él sufría de bipolaridad, pero yo sabía que él sufría de libertad. Por eso bailaba cuando todos caminaban, bostezaba cuando todos hablaban, y recordaba cuando todos ignoraban. Nunca fuiste capaz de ignorarme, y en tu honor te dedico mi ignorancia.

Esas cotufas estaban muy saladas, y yo estaba muy arrepentido. Abrimos la prensa y repartieron las invitaciones. Una, dos, tres, cuatro, cinco, siete, ocho, nueve, y diez fantásticas invitaciones. Mi sexto sentido nunca falla, y ese día tampoco falló.

Dios ¡Podemos ser tan infinitamente crueles! ¡Podemos ser tan infinitamente insensibles! ¡Podemos ser tan infinitamente humanos!

Como buen ser humano, sentí dolor, tristeza e incredulidad. No lo voy a negar, fue un hipoalergénico trago amargo. Pero gracias a esa prueba de resistencia mental, hoy puedo llorar y limpiar mi alma, mientras ellos no pueden llorar ni siquiera el padre nuestro.

Como no pueden llorar el padre nuestro, deciden comprar miles de regalos para festejar sus cumpleaños. Ellos le ponen precio a sus años. Se llenan de cosas materiales, para olvidar esa rechazada sexta invitación, que nunca llegó a las manos del más rechazado. Somos la consecuencia de nuestra infancia. Si te invitaron a la fiesta, vivirás plenamente feliz. Si no te invitaron a la fiesta, vivirás feliz. Si te invitaron pero no quisiste ir a la fiesta, vivirás.

Yo simplemente vivo. No creo que la felicidad dependa de un cumpleaños. Yo creo que la felicidad depende de la suerte del cumpleañero. Pero debe ser bonito que te inviten, te agasajen, y te recuerden por tu nacimiento.

Debe ser hermoso conciliar el sueño, sintiéndote amado por tus seres queridos. Es una bendición cumplir un nuevo año de vida. No te quejes, no hagas muecas, no simules infartos. Utilicemos nuestra capacidad histriónica, para rendirle un merecido homenaje al tiempo. Ese amigo visiblemente invisible, que nunca se detiene, que nunca descansa, que nunca se rinde. Un luchador de mil batallas. Un guerrero a calzón quitado. Un premio de los valientes.

No le huyas, no lo escondas, no le recrimines. Simplemente disfruta del tiempo. Pídele perdón por todos esos brillantes años, que dejaste escapar y jamás volverán a brillar. Pídele perdón por la salud que nunca valoraste, y ahora te contagia con la boca cerrada. Pídele perdón por enamorarte de los libros, cuando el verdadero amor estaba frente a tus ojos.

Esos años en los que golpeabas la pared como un loco. Esos años en los que como un loco golpeabas la pared. Esos enfermizos años que me aniquilaron el tiempo.

Dicen que el tiempo es oro. Pero cuando la dicha es corta, el tiempo es tan corto que no se aprecia la dicha. Y cuando finalmente aprecias la dicha, el tiempo es tan corto que no hay tiempo de apreciarla. Fácilmente te das cuenta que el tiempo no pasa en vano, y pese a que quisieras retroceder o adelantar el tiempo, para recordar u olvidar la dicha, ya el tiempo hizo nuevamente de las suyas.

Algunos lo llaman el juez, otros lo llaman el redentor. Yo lo llamo el amo y señor del Universo. La fuerza omnipresente de la existencia. El dios de los dioses. El ayer y el pasado. El aquí y el presente. El futuro y lo desconocido. Ese espíritu todopoderoso que te hizo decir “Si yo hubiera”, que te hace decir “Estoy vivo”, y que te hará decir “Algún día”.

Todos somos esclavos del tiempo. Algunos ya soltaron sus cadenas, y otros siguen siendo prisioneros. La inmortalidad es el secreto mejor guardado del tiempo, y con gusto lo inmortalizará en su tumba. En esa tumba estoy profundamente ahogado, porque aunque el tiempo cura las heridas del poeta, las matemáticas siempre se marchitan en mi prosa.

El tiempo me regaló semillas, flores y aromas, pero yo me dediqué a cultivar sombras, traiciones y mentiras.

Hice hasta lo imposible para que me olvidaran, y finalmente me olvidaron. Por tantas mentiras se olvidaron de mi cumpleaños, y esa es la única verdad que me queda por recorrer. Como nunca tuve pastel de cumpleaños, como nunca soplé la velita, y como nunca pedí un deseo, pues hoy pediré mi primer gran deseo de cumpleañero.

Dicen que no se debe vociferar ese deseo en público, pero en mi mundo de felicidad ficticia, ya ni los latigazos me duelen por la espalda.

Poco a poco cierro mis ojos, inhalo el cielo y pienso con mi voz interior. Mi gran deseo de cumpleaños, es que las injusticias que sufren los más justos, no permitan que los justos sean parte de la injusticia. Poco a poco abro mis ojos, apago la velita, y sonrío con total indiferencia.

Supongo que celebrar un cumpleaños es un gran aliento de vida, para no decaer ante las adversidades que enfrentamos a diario. Es un revulsivo, una vitamina, una melcocha. No estoy seguro, pero quizás estoy en lo cierto. Apagaré las luces, escribiré mi historia, y viviré para contarlo.

El artículo publicado se lo dedico a los comunicadores de Venezuela, que reciben la eucaristía de la graduación sin fuego en la garganta, y que ejercen el periodismo solo por la plata del monito.

Los jóvenes periodistas venezolanos, necesitan recuperar el romance del periodismo, y NO convertirse en reporteros robotizados por la plata del monito.

La plata del monito solo deja mediocridad periodística, y NO es necesario sacrificarse cinco años en la universidad, para vender el profesionalismo con el mismo beso de Judas.


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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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