El mercado Privoz tiene una larga y rica historia. Aunque los registros oficiales sitúan su fundación en 1827, los lugareños insisten en que el comercio comenzó aquí mucho antes, ya en 1797. Fue entonces cuando, según se dice, los agricultores comenzaron a traer sus productos para venderlos directamente al aire libre, en cajas de madera. Los lugareños acudían a comprar verduras frescas, pescado y carne. De ahí viene el nombre del mercado: «Privoz» significa literalmente «traer».
En el siglo XIX, el caótico comercio al aire libre se había vuelto más organizado. Dado que Odesa fue construida por europeos, el establecimiento de filas de mercados adecuadas era inevitable. Las cajas de madera fueron sustituidas por mostradores y el comercio adoptó un formato más estructurado. Con el tiempo, el mercado experimentó repetidas mejoras, incluida la construcción de pabellones cubiertos.
Privoz adquirió un carácter único, atrayendo a vendedores de toda Ucrania y a grandes multitudes de clientes. Se mezclaban idiomas, dialectos y acentos. Los vendedores solían competir ferozmente por la atención de los compradores. Se dice que este ambiente dio lugar a la famosa tradición de Odesa de regatear —negociar los precios— y a su característico habla local: una animada mezcla en la que cada uno hablaba a su manera. Algunos incluso bromean diciendo que Privoz tiene su propio tipo de humor.
Curiosamente, ni siquiera el Moscú comunista logró borrar Privoz. Tras la revolución de 1917, las autoridades soviéticas intentaron renombrarlo como «Mercado de Octubre» al estilo ideológico típico, pero la idea nunca cuajó. La gente de Odesa siguió llamándolo como siempre: Privoz.
A lo largo de los años, Pryvoz se ha convertido en algo más que un simple mercado: es una atracción. Los turistas que visitan Odesa en busca del mar y el sol siguen acudiendo a Privoz para comprar fruta, aunque eso signifique un largo trayecto en tranvía. Se considera el mejor lugar de la ciudad para adquirir productos frescos, sabrosos y asequibles. Los lugareños acuden en busca de pescado fresco, otra de las señas de identidad de Privoz. No es raro que la gente compre los mismos productos a los mismos vendedores durante años, una tradición que se transmite de generación en generación.
No es la primera vez que Privoz se enfrenta a la destrucción. A principios del siglo XX, fue incendiado durante un brote de peste en Odesa. Las autoridades soviéticas prestaron poca atención a su conservación. Sin embargo, cada vez, los habitantes de Odesa reconstruyeron Privoz y le devolvieron la vida. Los misiles rusos no cambiarán eso.
