No son una carga, son mis hermanos

Aunque sea a riesgo de parecer monótono, debo insistir en la condición humana de los hermanos haitianos. Conociendo el egoísmo y la mala voluntad de quienes anteponen lo personal y las apariencias por encima de la calidad y cualidad de los seres humanos, debo responder a esos cobardes hipócritas que se derriten en calificativos ofensivos en contra de nuestros hermanos de Haití, que es un honor servirles, tal como para ellos fue honroso servirnos cuando más los necesitamos.  Como dije, a sabiendas  que el egoísmo es una mala espina sembrada en el alma de los que no les importa el dolor ajeno, y que al contrario si pueden lucrarse de ese sufrimiento, inventan motivos para provocarlo. Si en algo me anoto en la cruzada de Hugo Chávez frías, es en esa que valora al ser humano por sobre las circunstancias vagas  o  las hipócritas apariencias de querer ser como los acólitos adulantes de un imperio que se caracteriza por su condición de cobarde, aprovechado, manipulador y despreciador de la humanidad.

       Señores calumniadores. Si de verdad existiera ese dios al que tanto recurren después de ofender la dignidad de los hombres y mujeres que según su aberrada concepción, son inferiores.  Estoy seguro que les reservaría el peor lugar en esa otra fantasía llamada infierno.  Tal como nos han vendido la idea por dogma, de esa otra pérfida engañadora: la iglesia católica,  mercantilista, apostólica y romana. Ese mismo infierno en el que han sumido a la mayoría de la humanidad por que no es avara, egoísta y ambiciosa desmedida como Uds. y sus cómplices.  Cada día que pasa es mayor mi convicción que Uds. y sus religiones engañadoras, son un invento para saquear y someter a los inocentes que por fe creen en la buena voluntad.   A nombre de esa fe,  piden al que no tiene, lo que no puede dar y en caso de no cederlo lo sentencian a vivir en el temor de saber que es destinado al infierno del sufrimiento después de la muerte, es decir asesinan hasta la ilusa esperanza de ser aliviados del yugo del dolor sin culpa después de la muerte.  Agregan al sufrimiento de la condición de precariedad en que los encierran, la desesperanza, que continuará en el mas allá.  Así de inmorales y depravados son los gusanos explotadores de las religiones y los serviles del imperio asesino yanqui asociado a esa mescla de dominación bestial y subyugación mental de los más necesitados: los que todo lo tienen, les arrebatan a los que poco tienen todas sus pertenencias. Las elites de esas aberraciones mafiosas, usando lenguaje de seda con adornos de puñal y acero, justifican todo lo malo que acontece al pobre, lo manipulan como si fuese castigo divino de ese dios perverso y pervertido,  que  goza con el sufrimiento del inocente y se regocija en la maldad de sus protegidos potentados.

      Tarde o temprano las corrientes del pensamiento y las conductas humanas deben se encontrarse, en ese choque no siempre gana la razón por ser incauta o ingenua. Pero de error en error, de victoria en victoria, de fracaso en fracaso se va aprendiendo a lidiar con el enemigo. La coyuntura del tiempo actual no permite un nuevo fracaso.  De ser así se acabaría la confrontación, por que la humanidad desaparecería  definitivamente, ahogada en la avaricia y glotonería de quienes pretendieron estar más allá del planeta y la naturaleza misma.  Es momento de triunfo obligatorio, no es posible la derrota, quien no esté dispuesto a sacrificar hasta la vida misma por preservar a la propia vida de la especie, está estorbando y es parte del enemigo.  No se trata de amenaza ni de imposición o de forzar por forzar a nadie, se trata de garantizar la victoria necesaria, de pulir la estrategia que romperá definitivamente y por los siglos de los siglos, la historia eterna de una minoría mancillando a una mayoría en base al terror a un dios parcializado y descorazonado, alejado del amor de los pueblos y no adorador de la justicia.

       El pueblo Haitiano,  el palestino, los hombres, niños y mujeres del mundo duelen, todo sufrimiento humano provocado por maldad o egoísmo duele, no es posible la existencia de un ser supremo que justifique, avale y permita el castigo inmoral del despojo de la dignidad y el amor humano.  Quienes se glorifican en el halago al despojo de la vida de los demás, son alimañas que solo viven para la gula y  el oprobio. Ya llega el momento de la batalla decisiva


javiermonagasmaita@yahoo.es


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Javier Monagas Maita


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