Los políticos malditos

En el capitalismo, como en las tramas de suspenso y terror de Hollywood, en la medida en que te adentras en el desarrollo de algunas de sus consecuencias, vas descubriendo la boca de una enorme cloaca, en cuyo interior habrás de introducirte para arrancar de sus fauces, la verdad, que como es costumbre, suele estar escondida bajo un promontorio gigantesco de porquerías.

     A principios de año, fuimos asaltados, los que no estamos familiarizados con la realidad europea, por la sorprendente noticia de que la bella Nápoles, navegaba en medio de un mar de basura. Para los que vivimos en Caracas y el tema de la basura es parte de nuestra cotidianidad, aquel reporte nos dio un respiro, sobre todo a los alcaldes, pues los desechos no solo agobian a los desafortunados habitantes del tercer mundo, es un problema tres veces mayor para los industrializados. Pero poco a poco, emergió una realidad que es aun más sorprendente: Nápoles no solo es victima de la basura, sino de La Camorra, su verdadero enemigo. Esta organización criminal, comprendió que con los desechos se puede ganar muchísimo dinero. Es decir, las montañas de basura que sumergen a Nápoles en un océano de inmundicias, es el patético rostro de una ciudad sin ley, donde domina la mafia, los industriales y los políticos corruptos (así fue reseñado por la prensa del momento).

     La mafia, los industriales codiciosos y los políticos corruptos, no solo se generan en las inmorales sociedades del mundo subdesarrollado de Suramérica, como lo señalaban los inmaculados jerarcas nazis. Ellos son producto de un sistema que los ampara, los reproduce y maneja como a la basura, cuya meca se encuentra en donde reina el emporio capitalista.

     Así, poco a poco, como los globos de ensayo de las provocaciones que el imperio practica en contra de la revolución bolivariana, se van develando las verdaderas causas de la hambruna que se nos viene encima. En un principio las tímidas explicaciones giraban en torno a que a la mesa confluían un mayor numero de comensales, los ciudadanos de economías pujantes que ahora comen mas y mejor. El destino que se le da o que se le amenaza dar, a una  significativa porción de alimentos para convertirlos en combustible o comida para carros. El desorden climático mundial producto del desenfreno consumista neoliberal; son factores que inciden en la crisis, pero en el fondo hay una claridad que ni sus abogados pueden ocultar. Los alimentos han sido convertidos en meras mercancías que se trasan en el mercado con valor a futuro incluso. Y esas hipócritas declaraciones de preocupación, manifestadas por los encumbrados funcionarios de los organismos internacionales, no están hechas en absoluto, con la intención de frenar el voraz apetitito de las transnacionales que cuentan anualmente, tantos millones de dólares como personas hambrientas dejan tras sus operaciones bursátiles. Están hechas para allanar el camino y quitar del paso las distorsiones económicas que impedirán el buen funcionamiento del mercado. Una vez más, las mafias y sus codicias se deslizan vertiginosas con la ductilidad que le permite el sistema hambreador.

     Alguna gente dice, para utilizar ese alegre recurso periodístico de la News Fox, que Jean Arthur Dreyfus, un magnate francés, abanderado del comercio mundial de los alimentos, ante el acoso de diez niños hambrientos, durante un viaje de placer al África, le tiró una lata de palmito a uno de ellos. Cuando alguien le preguntó por qué había hecho eso si en la caravana había suficiente alimentos como para un regimiento, el le contestó: “Mis analistas me han dicho que solo uno de cada diez, come, por lo tanto solo uno sobrevivirá, los demás morirán irremediablemente” A esa terrible lógica, no es necesario añadirle el resto de la anécdota, la cual cuenta como con asombrosa frialdad, que el multimillonario comentó: “…y para la próxima temporada, él también morirá, lo que me clarifica el panorama en cuanto al valor de los alimentos congelados”.

     Toda esta miseria la propicia un tipo de político que usurpa la voluntad de los pueblos y sus líderes, amparándose en el poder emanado de Los Estados y su facultad de legislar. En la hegemonía que proporciona el monopolio de la administración de la fuerza y el poder económico. La legitimidad que otorga el acogerse al sistema que favorece el dominio de unos sobre otros. Son un pequeño grupo de auténticos delincuentes, criminales organizados, mafiosos, mamparas de las sociedades secretas detrás de los capitales trasnacionales y de las cadenas mediáticas. Mercaderes de la droga, los alimentos, las armas y la energía. Atrapados en los instintos inferiores del depredador. Genocidas. Profesan el machismo con el tenor con que se asocian a las empresas bélicas. Racistas y xenófobos por una elemental aspiración de seguridad. Esta cuerda de homicidas la componen desde presidentes de grandes países, hasta alcaldes de minúsculos municipios.

     Pero pareciera que estos corruptos se interesaran solo por los grandes negocios, y no es así. Ellos son su fachada visible, pues los astronómicos movimientos de dinero están acaparados por la oligarquía mundial, de la cual en muchas ocasiones, son miembros, la que está estrechamente relacionada entre si, como antaño lo estaba la monarquía. Y aunque el ciclo del dinero unifica los negocios, el menudeo es una constante fuente de ingresos destinado al dominio de estos serviles funcionarios. Es así como el decomiso de la carga de hasta cincuenta kilos que las leñadoras etíopes, las mas pobres entre las pobres, cargan sobre sus espaldas por mas de doce kilómetros, va a parar a los bolsillos de estos mafiosos, al igual que el producto de la venta de su propia sangre que hacen los raquíticos y desesperados padres de familias en las depauperadas comunidades de los países mas pobres. O la venta de un escalón para dormir en las atiborradas celdas de las cárceles exclusivamente para pobres, que al corte de caja, reportan inconmensurables cantidades de dinero. O negocios más organizados como el tráfico de personas, niños y mujeres. El mercado sexual, la pederastia entre los más caros. La migración de enfermos, pobres en su mayoría, a los sistemas de salud privados. En fin una larga lista de actividades criminales que estos esbirros manejan o dejan que su clientela, maneje con absoluta impunidad.

     Los Políticos Malditos arribaron al poder, para desgracia de la humanidad, como operadores de la irracional política imperial. Pero a diferencia del homónimo grupo de poetas, que expusieron su pellejo a las consecuencias de sus convicciones, estos practican la cobardía con el mismo descaro con que mandan asesinar a quien los adversa.  No tocan el tema de los muertos, porque su recuerdo los sume en una profunda melancolía que los persigue como el olor a mar persigue al pescador hasta el lecho de los placeres. 
 

¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!

miltongomezburgos@yahoo.es



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

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