Qué falta de carácter

Si la dirigencia sindical colombiana tuviera carácter debiera renunciar a esa comisión de concertación a la que sólo la convocan “a la hora de la capada”. Es una vergüenza que nuestros dirigentes sindicales hagan de toros (porque eso sí, bravucones son) en la encerrona que les tienden en dicha comisión, muy parecida a los encierros propios de las macabras fiestas taurinas de fin y año nuevo que se realizan en las principales capitales del país. Y ellos lo saben, “y se dan garra”, como dicen los ‘gomelos’ porque les parece ‘in’ sentarse a manteles con la crema y nata del poder político y económico del país, así el plato fuerte de la mesa, al que los comensales llegan listos a trinchar, sean los trabajadores colombianos.

El más vivo ejemplo del “idiota útil”, es el papel que hacen los dirigentes sindicales en la comisión de concertación en donde –y ellos lo saben, repito- juegan en inferioridad de condiciones intelectuales, económicas y políticas. Así que lo único que hacen es avalar el atropello del gobierno y los empresarios, amangualados en esa comisión contra los intereses de los trabajadores. Y mucha sospecha cabría albergar sobre la honrada posición de al menos algunos de ellos. Desde que Antonio Díaz García, el más próximo a líder sindical que tuvo el país (q.e.p.d.), me contó en un reportaje, meses antes de morirse, que el presidente Lleras se resistió a nombrar en altos cargos públicos a personajes como Tulio Cuevas y José Raquel Mercado, porque “lo mismo cobraban por desmontar un paro que por organizarlo”, pienso que nuestra clase sindical, quizás con alguna honrosa excepción por los lados de la CGT, que tampoco la exculpa de su participación en el encierro, le falta cojones para denunciar cosas que callan por miedo o conveniencia personal, como su propia división interna y corrupción.

El nuevo incremento del salario mínimo decretado este año por el gobierno es un robo continuado a los trabajadores que el régimen capitalista comete año tras año, con mayor descaro y cinismo en los tiempos de la ola neoliberal.

Las mismas cuentas del gobierno hechas por el Dane y Planeación Nacional, dicen que la inflación en el 2007 es de 5,5% y el incremento de la productividad 1,8%, lo que arroja una cifra de 7,3% que, sin considerarla justa, porque arandelas le faltan a esta tuerca, debió haber sido el monto del incremento decretado por el gobierno, al menos para ser consecuente con sus manipulaciones estadísticas.

Y tras el incremento infame del 6,4% finalmente decretado por el presidente Uribe, uno escucha en la radio con náusea al presidente de la ANDI decir que el reajuste reconoce a los trabajadores un punto por encima de la inflación cuando lo que se hizo fue “robarles” un punto por debajo de la inflación más la productividad, que según esa misma comisión de concertación, es lo que debe tenerse en cuenta para negociar el incremento salarial del mínimo. Y en apoyo dialéctico de su argumento, dijo que en estos días había visto en El Tiempo de hace 25 años que el gobierno de entonces, que para nuestro infortunio viene a ser la misma perra de hoy con distinta guasca, había autorizado un incremento del salario mínimo del 27%, un punto por encima de la inflación de entonces que había sido del 26%. Es decir, decía el angelical presidente de los empresarios, representaba más, un puntico de 5,5 que de 26. Es decir, decimos nosotros, que como desde hace mucho tiempo los empresarios, con la connivencia del gobierno, vienen robándose la plusvalía de la mano de obra, esto debe seguir siendo así por derecho consuetudinario. ¡Ah, no!; entonces muchas gracias doctor.

Lo lógico sería que los trabajadores rechazaran el incremento. Pero como es imposible, pues, navegamos en el dicho de que “del ahogado el sombrero”, la otra lógica sería que lo rechazara la dirigencia sindical, renunciando, de paso, a seguir asistiendo a la tal comisión de concertación en donde no sólo los están manoseando, sino que se están dejando capar echados.

Pero es que su falta de carácter no es gratis. Los dirigentes sindicales, por seguirles diciendo así aunque bien se que no se lo merecen, saben que si pelean con “papá gobierno”, así lo llaman, no propiamente en chanza, pierden la oportunidad de que los incluyan en las listas de delegados a la OIT y tantas otras comisiones en misión internacional que integra el gobierno con representantes de los trabajadores como aderezo de ponqués, de un lado; o los excluyen de los contratos de capacitación que el Estado desarrolla a través del Sena, Bienestar Familiar, Cajas de Compensación y demás, con organizaciones sindicales.

Es muy cuestionable la posición de la dirigencia sindical en Colombia y muy triste la situación de los trabajadores. Si este estado de cosas no hace parte de los arreglos domésticos, valga decir, de las reformas sociales que debemos hacer para alcanzar la paz, amén de rescatar a los secuestrados; de desmovilizar a los paramilitares y de echarle bala a los guerrilleros, yo ando en Babia, y perdonen.

oquinteroefe@yahoo.com


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Octavio Quintero


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