El estudio del hecho histórico del pasado es revelador de la presente realidad desintegradora, fraccional, donde cada pueblo se apresura en una carrera por imponer como propias las expresiones culturales que por siglos han sido compartidas, que no han estado marcadas, ni selladas por la impronta de las fronteras administrativas, no obstante, observamos un estímulo a la tendencia, de acudir con premura a las altas esferas de organismos internacionales, para patentar como propio sabidurías ancestrales cuyo común denominador es que pertenecen por su origen a las primeras civilizaciones que ocuparon estos espacios, constituyendo el patrimonio cultural material o inmaterial un hecho social común entre los pueblos, sin que su uso común, compartido en el colectivo social por siglos hayan causado rivalidades por atribuirse la patente de invención. No existía tal preocupación, se vivía y se disfrutaba del hecho cultural, sin la preocupación de llevarla a ningún organismo para su registro.
Es relativamente nuevo eso de ir a la UNESCO a patentar como propio una manifestación cultural que es compartida desde siglos por nuestros ancestros y que se tiene como común para los pueblos.
Sin estar consciente e involuntariamente quedamos envueltos, en una espiral geopolítica imperial, que nos imponen diferencias o exalta estimulando como propio, un bien inmaterial o material que nos es común.
Es muy ilustrativo, al respecto, Néstor Kohan, en su texto: "Simón Bolívar y nuestra Independencia. Una lectura latinoamericana" cuando afirma: "... El monroísmo tiene como tarea principal fragmentar el continente...fomentando en Nuestra América el regionalismo, el nacionalismo miope, provincial, aldeano, parroquial, de mirada corta y estrechamente patriotera. En lugar de una poderosa y Gran Confederación de repúblicas unidas como soñaba Bolívar, más de 20 repúbliquetas, enemistadas absurdamente por el fútbol, el béisbol, el basquet, disputando de manera patética quien hace el carnaval más florido, quien tiene la bebida alcohólica más poderosa o quien posee la playa más bonita"...
Dentro de esa estrategia imperial nos encontramos inmersos, atrapados, sin darnos cuentas y establecemos diferencias, distinciones y nos atribuimos, conocimientos, saberes, propiedades y patentes que son comunes a dos o más pueblos, pretendemos estrechar en un limitado territorio nacional lo que pertenece a dos o más naciones o países, tal es, por ejemplo, el caso del llano Araucano, espacio colombo- venezolano, que para el Llanero es uno solo, sin las fronteras y divisiones creadas por la oligarquía de cada país, clases dominantes estimuladas por los intereses geopolíticos de los factores de poder interno de cada país y también de las potencias extranjeras.
El efecto de ello - en el caso del llano del Arauca- es la aparición, en el pensamiento en el saber colectivo, fuera de la Araucanía, de artificiales brechas, de una inexistente y mentirosa división del pueblo llanero araucano, que los habitantes de esas inmensas sabanas no aceptan, ya que la identidad llanera es única, una sola son sus costumbres, manera de pensar, amar, cantar, cultura y cosmovisión.
El araucano es el llano mismo sin líneas fronterizas. Es una sola voz sus tonadas, sus ordeños, su contrapunteo, su joropo, su baile, sus diversiones, su coleo, su pesca, su carne asada, su harina y pan de yuca y su coporo frito entre otras expresiones de su identidad cultural.
Expresiones culturales y sabidurías que debemos cuidar con celo, ya que en la carrera por patentar primero y que se nos atribuya como propia una expresión cultural que ha identificado a una civilización o a un colectivo humano más allá de las fronteras territoriales administrativas, estemos es, como lo afirma nuestro estimado compatriota, de esclarecida pluma, Luis Emeterio Gonzáles, "entregando nuestros secretos por el afán de la autoría o de patentar como propio un patrimonio cultural que por siglos ha pertenecido a los pueblos" sin detenerse ni diferenciarse por las fronteras políticas demarcada por factores de poder, no obstante, hay expresiones culturales que verdaderamente constituyen y son acervo y patrimonio cultural de un determinado pueblo-nación, que es parte de su identidad muy propia y que no por ello, se puedan ver como una dispersión fraccional de una cultura compartida entre dos naciones, sino que, pertenecen y son muy propia de un espacio territorial muy particular, en este caso, por ejemplo en Venezuela, el burrito sabanero, el pan de jamón y etc.
Hay expresiones y creaciones culturales como las mencionadas, que son parte de la originalidad de un pueblo y de su cultura y cuya autoría es indiscutible y no por ello, pueda significar una estrategia del pensamiento monroista en su política de división individualista y negadora de culturas nacionales compartidas, como parte de la pluriculturalidad binacional o multinacional, así mismo, no se puede negar la existencia de factores interesados de poder que pretenden apropiarse de un acervo muy venezolano, a los cuales hay que salirles al frente, combatir y derrotar sus pretensiones de apropiarse de un acervo y patrimonio cultural, que por su origen nos pertenece de manera muy particular por su génesis venezolana, debemos salir a defender por ser de nuestra exclusiva autoría y ser parte de nuestra nación.