El senil y saliente presidente de los EEUU Joe Biden, se ha despedido con un discurso lleno de frases para la historia. Tomo solo una: "Hoy, una oligarquía cobra forma en Estados Unidos con una riqueza, poder e influencia extrema que literalmente amenazan nuestra democracia entera…"
Cualquiera puede inferir que Biden se refiere a su sucesor y antecesor, Donald Trump, pero si nos detenemos a revisar la historia de los EEUU, esta frase aplica desde los tiempos de George Washington.
La presencia explícita de Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg en la política de los EEUU preocupa visiblemente a los jerarcas de los partidos Demócrata y Republicano, no por representar algún riesgo real a la democracia estadounidense, sino por el riesgo de acabar con el modelo bipartidista, instalado en los EEUU desde la independencia, pues la realidad es que estos cuatro personajes no son representantes de un partido político, ni de un sector de la sociedad, son representantes de ellos mismos y de sus personalísimos intereses.
Ha mutado lo que Dwight Eisenhower calificó, también en un discurso de despedida, como el complejo industrial militar. La prensa norteamericana ha comenzado a acuñar la frase "complejo industrial tecnológico".
La frase no parece malévola, pues saca del juego al negocio militar, la guerra, pero trae consigo el peligro de la monopolización de la información y la conducta, pues la tecnología que hoy nos sirve está orientada básicamente hacia la información y la simplificación del trabajo.
El mundo tiene varios problemas que requieren de urgente atención, principalmente la preservación de las condiciones climáticas, la alimentación de los seres humanos y la garantía de fuentes de energía para el futuro, tres elementos que, por la enorme población planetaria y el modo de vida actual, necesariamente obliga al control estatal de la actividad industrial y económica.
No creo que Biden, y quienes lo han sostenido como presidente Mio Cid, tengan la más mínima intensión de atender tales urgencias, por lo que tan férrea oposición a esta nueva oligarquía es simplemente inercia, pues seguro se adaptarán, el dinero y el poder los domestica.
Vuelve Trump a la presidencia de los EEUU, curiosamente emulando el caso de Grove Cleveland, presidente de los EEUU que propició el amañado Laudo Arbitral de 1899 para despojar a Venezuela del territorio Guayana Esequiba. Pero a diferencia de Cleveland, esta nueva elección no consecutiva de Trump si tiene pinta de reelección, recordemos el turbio triunfo de Biden en 2019, declarado presidente un mes después del día de la elección, luego de la toma del congreso de los EEUU por parte de gran cantidad de manifestantes y la "intermediación" del vicepresidente Pence para obligar a ceder al presidente en ejercicio. Esta nueva elección tiene visos de ratificación.
El 20 de enero asume la presidencia de los EEUU esta nueva oligarquía. Quisiera tener una bola de cristal, pues Trump es impredecible como persona, no obedece a su partido, el Republicano, no parece escuchar a sus propios asesores, no tiene rivales ni contrafiguras en el partido Demócrata, ha podido confrontar a la justicia, tiene mucho dinero y esta vez tiene un inmenso capital político propio.
Esperemos que Trump no se crea el cuento hollywoodense de ser el hombre más poderoso del mundo, por el bien del mundo y de él mismo.