Si existe algún tema sensible y controversial para todos los judíos en el mundo es el antisemitismo, el cual si bien tiene raíces antiguas con la aparición de la Cristiandad con Constantino, hace dos mil años atrás, es un fenómeno moderno, que se cruza con los nacionalismos, el nazismo y luego con el nacimiento del Estado de Israel y las consecuencias trágicas de aquello para el pueblo palestino.
De ahí que el fenómeno moderno del antisemitismo tenga elementos de la judeofobia tradicional, promovida por grandes imperios cristianos (romano, hispánico, ruso), quienes denostaron, persiguieron, expulsaron y asesinaron a comunidades, justificándolo a través de distintos mitos sobre los judíos.
Desde que fueron quienes mataron a Cristo, que asesinaban niños con fines rituales, que tenían creencias religiosas falsas, que eran obstinados en sus ideas, que eran usureros o que tenían doble moralidad, con la modernidad y la emergencia del colonialismo y los nacionalismos en el siglo XIX, adquirió un carácter racial, pasando del antijudaísmo religioso al antisemitismo biológico en Europa.
Es así como desde ahí en adelante, al judío no le bastaba ya con convertirse o dejar su religión para poder ser más confiable frente a los demás, como pasaba con la judeofobia premoderna, sino que al tener un componente racial y nacionalista de fondo, sería siempre un paria y alguien que tendría que siempre estar renegando contra la nación que fuera parte.
Asimismo, al judío se le empieza a ver como alguien que está constantemente conspirando contra los intereses de la nación y su unidad, elaborando documentos falsos que planteaban que los judíos tienen un plan para dominar el mundo, como ocurrió con Los Protocolos de los Sabios de Sion, elaborado por el imperio zarista, o también el llamado Plan Andinia, difundido hasta el día de hoy por antisemitas en distintos lugares del planeta.
No obstante, no sería hasta con la conformación del Estado de Israel, que el antisemitismo se reconfigura, ya que el judaísmo se nacionaliza y se occidentaliza con el sionismo, lo que trajo consigo que sectores de izquierda y progresistas se comenzaran a alejar con razón del proyecto sionista, al ver que derivaría en un proceso de colonización de Palestina, avalado por las grandes potencias imperiales hasta la actualidad.
Por lo mismo, comienza a emerger un discurso antisionista de izquierda que también toma elementos del antisemitismo moderno, aunque lo niegue muchas veces, lo que se puede evidenciar claramente en planteamientos que mezclan la necesaria crítica a la ocupación y apertheid israelí contra los palestinos, que viola todo derecho internacional, con argumentos sacados de la derecha antijudía más reaccionaria.
Lo señalo a partir de argumentos usados por ciertos sectores y líderes de izquierda, que plantean la idea de un sionismo internacional, que controla los medios y las finanzas en el mundo, lo que es una réplica a lo que ha señalado el antisemitismo por décadas, ya que finalmente se reemplaza al judío por el sionista simplemente.
A su vez, el discurso antisionista de izquierda también muchas veces plantea la idea de que con la colonización de Palestina, se refleja una incapacidad de los judíos en aprender de lo ocurrido con la Shoá (Holocausto), lo que es una crítica moral y racista, y no política sobre lo que ha pasado con el Estado de Israel por décadas.
De la misma manera, si bien nadie serio puede negar el apoyo histórico y nefasto de Estados Unidos a Israel, decir que aquello es debido al lobby mundial de los judíos que controlan lo que hacen los gobiernos estadounidenses y el pentágono, es tomar los argumentos que usaba el nazismo para acusar a los judíos de estar conspirando contra Alemania.
Por el contrario, criticar las políticas segregacionistas y criminales del Estado de Israel contra el pueblo palestino, como está pasando actualmente con la masacre en la Franja de Gaza que se está llevando a cabo en estos momentos, es criticar el colonialismo y la brutal concentración del poder, y no tiene que ver que los judíos sean de determinada manera o que tengan un plan mundial.
Por lo mismo, no existe excepcionalidad en lo que ha hecho el Estado Israel por décadas en Palestina, más allá de que sea una brutalidad lo que está realizando, ya que ese colonialismo ha sido hecho antes por otros Estados, tanto en África como en América contra la población civil y millones de personas inocentes.
En consecuencia, la izquierda antisionista muchas veces ha recurrido a repetir argumentos antisemitas contra los judíos que terminan por darle argumentos a la ultraderecha israelí para seguir ocupando Cisjordania y Jerusalén Este y masacrando a la Franja de Gaza, lo que imposibilita que los sectores más moderados tengan mayor protagonismo.
Es más, definirse como antisionista, en vez de anticolonialista, si bien no te vuelve un antisemita automáticamente, niega la autodeterminación del pueblo judío a través de un Estado, lo que termina por hacerle el juego a un grupo criminal, fundamentalista y negacionista como Hamás, que además de cometer masacres contra civiles, quiere borrar a los judíos del mapa literalmente.
Con esto no se trata por supuesto de aceptar la idea ridícula y mal intencionada de que cualquier crítica al Estado de Israel es antisemita, como ciertos sectores colonialistas judíos y no judíos lo plantean, pero también se hace necesaria una lectura crítica que reconozca cuando existe una mirada antisemita y cuando no contra los judíos.
Dicho todo lo anterior, a dejar a un lado la retórica conspiranoide contra judíos y/o sionistas, que solo obstaculiza una salida justa y pacífica para el pueblo palestino, que dada las horrorosas acciones del Estado de Israel en Gaza, pareciera que nos estamos encontrando con un nuevo Nakba (Catástrofe), lo que dejará probablemente un nuevo episodio trágico para toda la humanidad y para el pueblo palestino en particular, que al igual que el judío, también es semita.