El movimiento nacional, existió, existe y existirá por siempre

Desde el fondo de la historia los movimientos nacionales de liberación existieron, porque la libertad de los pueblos es inherentes a su propia existencia y lo fue sin dudas, desde cuando los "que dijeron Tierra" aplastaron y sometieron a los "que dijeron Barcos". La colonización del continente en el cual vivían millones de personas que fueron oprimidas en nombre de la Civilización, con un genocidio que la cruz y la espada respaldaron, con excepción de los jesuitas, que intentaron otras formas de construcción de religiosidad. Sin dudas esa impronta de la Orden creó conciencia en la rebeliones de Tupac Amaru y Tupac Atari verdaderos procesos liberadores que no sólo eran indígenas, sino que sumaban pueblos morenos, mestizos, mulatos, negros, criollos además de españoles anti monárquicos.

Esos episodios poco analizados en la historia colonizada de América Latina, cuyas luchas se presentan como iniciadas sólo cuando el iluminismo del siglo XlX, propició los movimientos libertadores de nuestros Padres Fundadores San Martín, Bolívar, Belgrano y Artigas. Ellos expresaban la conciencia más alta de la transculturización, incorporando y liberando los esclavos, sumando las montoneras criollas, el paisanaje despreciado por las élites porteñas y oligarquías provinciales cuyos negocios eran preservados tanto en el coloniaje como en la liberación, como se expresan hoy sectores de nuestra comunidad, indiferentes ante la dependencia y pérdida de soberanía.

Esa situación especulativa privó de mayores recursos a la épica liberadora y le agregó dolor pero también conciencia de ser, ante la indiferencia de las aristocracias, como corroboró Belgrano en el heroico Éxodo Jujeño que necesitó quemar las casas para no dejar a las tropas españolas sustento alguno. En ese episodio se expresa el Movimiento Nacional de entonces, cuando Rivadavia le exige volver al Córdoba para defender sus negocios porteños de las montoneras amenazantes y Belgrano desobedece la orden, librando entonces la Batalla de Tucumán exigida por el clamor del Pueblo, triunfo clave en la lucha por la Liberación Continental de la Patria Grande.

Para las élites, como hoy, siempre fueron más importantes sus negocios que las necesidades del Pueblo como expresión máxima de Soberanía, razón por la cual esas minorías oligárquicas quisieron borrar al criollaje, con asesinatos masivos y un relato histórico que los demonizaba. La gauchería que se alzaba en cada rincón de la Patria en las luchas Montoneras calificadas desde entonces como "bárbaras", ante la expresión colonizadora de la "civilización" que justificó la sangre derramada por los "próceres" que hoy expresan las estatuas de los vencedores de Caseros, cuyo relato se encargó de transmitir, mintiendo Mitre, general inepto, presidente asesino de criollos y la Triple Infamia contra Paraguay y periodista exitoso en su tribuna de doctrina desde el diario La Nación, que hoy sigue al servicio del coloniaje.

El movimiento nacional entonces viene desde la historia con fuerza incontenible, de avances y retrocesos en la relación de fuerzas con los Imperios de turnos, que intentaron y lograron fragmentar la Patria Grande que nunca debió dejar de ser, por constituir un pueblo, una cultura de usos y costumbres comunes, una región integrada sin fronteras ficticias, creadas por los colonizadores para la opresión de los pueblos y el manejo de la cosa pública, desde la política y las finanzas. Esa tensión permanente se mantendrá mientras las intenciones del enemigo dominador siga sus planes estratégicos colonizadores sobre nuestros recursos naturales, el agua dulce y los alimentos, como alertó Perón en 1974 en su testamento político, en el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional diciendo: "el imperialismo vendrá por ellos con nosotros o sin nosotros y dependerá de la capacidad de los argentinos para defenderlos".

La Comunidad Organizada expresa la más alta expresión del poder popular en el ejercicio pleno de la lucha por la Liberación Nacional, al constituirse en la herramienta de construcción colectiva, con líderes emergentes de la propia Comunidad, sin tutelajes extraños a sus circunstancias culturales, ni "paracaidistas polacos", que vengan a traerles "la visión revolucionaria de las vanguardias esclarecidas del conocimiento y la civilización", ni "las prácticas corrosivas del deterioro por el lucro ejercido por la beneficencia de los poderosos". Ambos extremos de la ecuación que algunos llaman por derecha e izquierda, que no son tales desde el punto de vista político, sino intentos de manipulación de la voluntad popular, ejercida por el pueblo en su organización revolucionaria por la Emancipación, que nuclea todos los sectores sociales, que vive en tensión por ser policlasista y multiétnica en su composición plena, siendo sus dirigentes, aquellos que expresan en más alto compromiso con el Pueblo en el día a día del "buen vivir".

El sabernos parte de un proceso constitutivo de Identidad y Memoria colectiva, que tiene tiempos históricos, nos permite bajar las ansiedades de nuestros propios tiempos biológicos de finitud, en el cual intentamos consolidar las utopías y esperanzas enarboladas en una militancia de entrega y sacrificios, pero que siempre es de siembra sin esperar cosechas, que en caso de suceder, se transforma esa militancia en una forma de especulación individual de crecimiento, ajeno a la construcción colectiva de la categoría Pueblo. Eso es individualismo neoliberal, colonizador del pensamiento al abrir los caminos de materialidad personal, antes que aquellos fines referidos a la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.

Por esas razones Patria y Pueblo constituyen una unidad indivisible, pensada en tiempos de Patria Grande, que el movimiento nacional no sólo apuntala sino que necesita como herramienta de Liberación Nacional, en una lucha que no tiene frenos en la historia, porque será la perseverancia incontrolable, caprichosa y pétrea de los pueblos la que no cesará en sus intentos decoloniales, sacudiendo la ecuación opresor/oprimido en cada ocasión propicia de triunfo, con movilizaciones masivas, con expresiones de síntesis histórica con liderazgos creados por el pueblo en cada etapa, en donde se expresen las necesidades, ambiciones y esperanzas de la conciencia colectiva, que se hace escuchar siempre, de la manera que sea, emergiendo de las noches más oscuras, despejando las tinieblas en las cuales el enemigo imperial intenta llevar a los pueblos a la resignación de su destino y a la baja de sus propias capacidades, deteriorando la autoestima , con una acción continua del relato colonizador.

Afianzar el Movimiento Nacional, Popular, Latinoamericano y Revolucionario, cuya síntesis ha sido plasmada en la doctrina política y filosófica que llevó a los argentinos a su máxima expresión de ejercicio del poder popular, ejercidas en las organizaciones libres del pueblo, en especial el movimiento obrero organizado, principal preocupación de los intentos colonizadores por destruirlo, por ser responsable principal de las Resistencias a las dictaduras cívico militares y a los liberalismos en todas sus expresiones, con programas de avanzada revolucionaria como La Falda, Huerta Grande, el de 1° de Mayo de la CGT de los Argentinos, los 26 puntos de Ubaldini, ejemplos acabados que sólo la organización "vence al tiempo" y que los anhelos volcados en las luchas crean conciencia que sedimenta en el tiempo, en nuevos liderazgos y vigorizan las capacidades de lucha a futuro, porque esa siembra siempre cosecha a futuro, cuando es por un Modelo Social y Productivo Biocéntrico, que privilegia a los seres humanos y el cuidado de la naturaleza, en un tiempo de destrucción del planeta, que lleva al calentamiento global y al hambre de los Pueblos.

El Movimiento Nacional tiene un destino de poder, porque es el pueblo organizado, es el poder popular constitucionalmente amparado, en una Patria justa, libre, soberana que exprese la Argentina Bicontinental integrada a la Patria Grande, como expresión máxima del triunfo sobre el colonialismo de cinco siglos de dominación, que no sólo constituyeron el saqueo de nuestras riquezas, sino el relato eurocéntrico colonial que invadiendo la cultura y las instituciones permitió el freno al desarrollo pleno, potencial, e integrativo de los países latinoamericanos. Esa lucha es vigente, es actual, es una causa justa por la cual pelear como lo hicieron nuestros Padres Fundadores, sin especulaciones ni flojedades, sólo la voluntad férrea y la inteligencia desplegada de los pueblos por la construcción de su destino.

BIBLIOTECA

Enrique Dussel: Filosofías del Sur Descolonización y Transmodernidad Ed, Inter Pares

Theotonio Dos Santos: Construir Soberanías Ed. CLACSO

Carlos Astrada: Escritos escogidos. Tomo 1 Artículos, manifiestos, textos polémicos (1916-1943) Ed. Meridión

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1419 veces.



Jorge Rachid

Doctor, y dirigente peronista argentino. Asesor del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Autor de El Peronismo pendiente, El genocidio neoliberal de fin de siglo y Sin Mordaza.

 @elkotur

Visite el perfil de Jorge Rachid para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Jorge Rachid

Jorge Rachid

Más artículos de este autor