Los atómicos pelean y pierde la humanidad

No se trata, como lo dice el título, de una peleíta de poca monta, de una reyerta de barrio; es, por el contrario, el choque de dos fuerzas con capacidad para destruir el planeta varias veces. Se trata, recordando Nikita Kruschev, del choque de dos tigres con los dientes nucleares.

Este enfrentamiento entre la OTAN y Rusia tiene varias aristas. Una, ya es sabido, que la primera víctima en la guerra es la verdad, y si a ese pensamiento le sumamos la avalancha de mentiras y superficialidades de las redes tendremos un escenario extremadamente confuso. Así, sólo nos queda guiarnos por la experiencia histórica: es una verdad comprobada por la historia que los imperios no se mueven, no entran en una guerra, si no es por intereses económicos. Esta guerra de Ucrania es una de las primeras que se realiza en la época del supraimperialismo: la economía mundial está entrelazada, las compañías transnacionales se imponen sobre los Estados nacionales. Está por verse cómo se mueve la economía supranacional, y cómo influye esto en la guerra. Ya vemos que, de manera inédita, la guerra económica y la guerra con tanques se mezclan.

Quien se quede en el análisis táctico, o parroquial de esta confrontación, está perdiendo de vista la globalidad de un conflicto que tiene relaciones y consecuencias que trascienden a los tanques rusos en Kiev. Se trata de intereses económicos que son favorecidos unos, perjudicados otros, por este juego bélico. Lo que sí es seguro, es que sabemos cuándo empieza una guerra y no sabemos cómo terminará, y esta guerra tiene, en su desarrollo, el peligro nuclear, que amenaza con hacer verdad la premonición de que la próxima guerra será con piedras y palos.

No se trata, entonces, de tomar partido por los beligerantes, todos son capitalistas, todos son imperialistas, todos están guiados por sus intereses particulares, que son ajenos al interés de la humanidad. La posición que se tome hoy en ese conflicto y en los que están por venir, si es el caso, debe ser inspirada en un profundo sentimiento Socialista, que es lo mismo que decir, en un sentimiento profundamente Humanista, de defensa de la vida en el planeta.

El mundo no puede estar en manos de los intereses de unos cuantos billonarios que mueven las teclas de acuerdo a sus intereses. Hoy es de vida o muerte para la especie que el mundo cambie su rumbo capitalista, y comience a transitar la construcción de un mundo humanista, con relaciones armónicas entre los humanos y de estos con la naturaleza. O ese cambio se da, o la humanidad, la vida, se extingue.

Venezuela ha debido entrar en esta situación con las banderas del Socialismo, del Humanismo, construyendo un polo diferente en este mundo unánime capitalista. No es correcto, fue una estupidez, tomar partido, como si de una peleíta de barrio fuese, tomar partido guiados por los intereses de la inmediatez. El gobierno se comporta como aquel vendedor de empanadas en el mercado de Barquisimeto, que dijo no importarse por el fin del mundo porque él, llegado el momento, ser iría para Carora…

Sirva esta experiencia de alerta: el mundo está en grave peligro, lo de Ucrania demuestra lo desprotegido del planeta frente a la voracidad de los imperios, que acaban con la naturaleza, amenazan con misiles supersónicos y guerra nuclear. La ONU no fue capaz, ni siquiera, de condenar la guerra, se mostró inoperante. En esta situación es necesario hoy más que nunca, el ejemplo de un país verdaderamente Socialista, Humanista, que sirva de contrapeso a la locura capitalista.

¡CHÁVEZ, HUMANIDAD!

 

 



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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