La CIA trama asesinar a Assange, inicia temporada contra el periodismo independiente

 Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation 

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"/Si Assange no es liberado, entonces explotará la guerra contra la verdad. Todo el periodismo independiente y los derechos humanos básicos estarán amenazados./"

Según un informe, la CIA estaba tramando asesinar o secuestrar a Julian Assange. Cosa creíble y no debiera ser ni siquiera mínimamente sorprendente ya que esa agencia -- a veces denominada como Asesinatos Inc. no vacilaría ante semejante crimen.

Durante décadas, desde su fundación el año 1947 la CIA se ha involucrado en el asesinato de dirigentes políticos extranjeros y estuvo implicada el año 1963 en el asesinato de su propio presidente, John F. Kennedy, lo cual equivalió a un golpe de estado en Estados Unidos. Esta agencia ha operado como un gobierno forajido en las sombras, como una burocracia permanente no elegida o un estado profundo que está por encima de la ley.

Sin embargo, lo que parece preocupante en torno a las revelaciones de la investigación de Yahoo News….

https://news-yahoo.com/kidnapping-assassination-and-a-london-shoot-out-inside-the-ci-as-secret-war-plans-against-wiki-leaks-090057786.html

basada sobre entrevistas con treinta ex funcionarios de la seguridad nacional de Estados Unidos, es que las "medidas extremas" estaban siendo agitadas contra un periodista y publicista de renombre internacional. Fue alrededor del año 2017 durante el gobierno de Trump cuando Assange recibió asilo en la embajada de Ecuador en Londres. Assange aprovechó la fianza el año 2012 para escapar de Suecia a una extradición fabricada por cuenta de Estados Unidos.

Se informa que el presidente Donald Trump personalmente indagó acerca de la opción del asesinato (opción que él desde entonces ha negado). El entonces director de la CIA, Mike Pompeo y la sub directora, Gina Haspel, eran de manera inequívoca partidarios de emplear métodos más extremos. Ambos deseaban cometer una venganza contra Assange debido a las publicaciones de Wikileaks sobre las denuncias de Edward Snowden de la Agencia Nacional de Seguridad, acerca de las técnicas de piratería cibernética de la CIA conocidas como Vault 7. Aquellas denuncias causaron un inmenso bochorno a la inteligencia de Estados Unidos, especialmente a la luz de las viejas protestas norteamericanas en torno a supuestos ataques cibernéticos rusos y chinos.

Pompeo siguió en el gobierno y fue Secretario de Estado hasta que Trump dejó la Casa Blanca en el mes de enero de este año. La Haspel fue ascendida por Trump a directora de la CIA el año 2018 cargo que todavía mantiene bajo el gobierno del presidente Joe Biden. Haspel se hizo notar por haber supervisado las torturas y los programas de secuestros siendo jefa de la estación de la CIA en Tailandia durante el gobierno de G.W.Bush.

Se trata de una revelación impactante que la ejecución extrajudicial de un renombrado periodista que supuestamente estaba bajo la protección de las leyes internacionales sobre el asilo y la Convención de Viena respecto de la inviolabilidad consular, pudiera ser discutida alegremente por altos funcionarios de la CIA y máximos funcionarios del gobierno de Estados Unidos.

La triquiñuela conceptual que le brinda cobertura pseudo legal a la pérfida trama fue que la inteligencia de Estados Unidos denominó a Assange como un colaborador de un estado enemigo extranjero, es decir, Rusia. Luego de la elección presidencial del año 2016 se aseguró que la inteligencia militar rusa había pirateado la Convención Nacional del Partido Demócrata (DNC sigla en inglés) y había suministrado lotes de correos electrónicos a Wikileaks que fueron una condena para la corrupción de Hillary Clinton, El daño que sufrió la candidata demócrata Clinton le costó la elección presidencial y permitió que Donald Trump alcanzara una notable victoria en todos los ámbitos.

Julian Assange declaró de manera categórica que su fuente sobre los correos electrónicos de la Clinton no fueron los servicios de inteligencia rusos. Se sospecha que la fuente fue un disgustado miembro de la DNC quien filtró la información hacia Wikileaks.

Pero, la calificación de Assange como un enemigo extranjero le brindó a la CIA una licencia legalista para emplear técnicas ofensivas de contrainteligencia que no requieren de supervisión de parte del presidente o del congreso. Abreviando, la agencia se brindó a sí misma una licencia para matar a Assange sobre la base de una espuria caracterización en el sentido que él estaba coludido con un adversario extranjero: Rusia.

Esto llegó al extremo en que se cree que la CIA pensó que Rusia iba a extraer a Assange desde Londres en secreto diplomático. Los norteamericanos elaboraron planes para fajarse a tiros con los agentes rusos en Londres para impedírlo o incluso dañar los neumáticos del avión ruso que tratara de despegar con Assange a bordo.

El Kremlin no ha respondido a estas especulaciones. Se sospecha que esos acelerados detalles son una especie falsa o de otra manera, un relato creíble en torno a lo que la CIA estaba planeando hacer con Assange. La faceta de la intriga rusa es sencillamente utilizada para brindarle credibilidad a la falsa premisa de que Assange estaba trabajando con los rusos y que el Kremlin pirateó los computadores de la DNA con el propósito de influir en la elección del año 2016 a favor de Trump y contra Clinton. Moscú de manera persistente ha negado haber interferido en esa elección y en ninguna otra.

El supuesto escenario de un tiroteo con agentes de inteligencia rusos en las calles de Londres es una distracción que emana desde el corazón de la historia que es que el gobierno de Estados Unidos y su agencia forajida estaban listos y deseosos de asesinar a un inocente civil, porque la integridad periodística de ese civil –Julian Assange de nacionalidad australiana—lo hizo publicar graves denuncias acerca de los sistemáticos crímenes de guerra y delictual vigilancia masiva contra sus propios ciudadanos cometidos por Washington.

Los actos de terrorismo de estado cometidos por la CIA han sido siempre cometidos bajo cobertura o contando con una negación plausible. Pero en el caso de Julian Assange, Asesinatos Inc., estuvo proponiendo una "liquidación con extremo prejuicio" (eufemismo de asesinato) como si se estuviera ordenando café con tostadas.

Finalmente, cualquiera que sea la razón, la CIA no consiguió imponer su trama de asesinato contra Assange. Pero, le quedó la siguiente opción: un extraordinario secuestro. El asalto a la embajada de Ecuador el mes de abril de 2019 por parte de la policía británica para atrapar a Assange, fue un secuestro disfrazado de justicia británica. Assange ha estado en confinamiento solitario durante más de dos años y medio en una prisión británica de máxima seguridad reservada para psicópatas y peligrosos terroristas, esperando la apelación de una extradición solicitada por Estados Unidos. Si eso sucede, Assange morirá dentro de una prisión en Estados Unidos. Tanto es así, mientras los poderes establecidos de Washington no consiguieron matar a Assange fuera de la prisión, habrán tenido éxito secuestrándolo en un hoyo negro.

Es ahí donde estamos ahora. Los periodistas que dicen la verdad son blancos expuestos a ser asesinados o sepultados bajo concreto como prisioneros de estado.

El caso público está más claro que nunca luego de las últimas revelaciones sobre la CIA tramando asesinar o secuestrar a Assange. Él debe ser liberado de semejante descarada y premeditada persecución. Si Assange no es liberado, entonces la guerra contra la verdad hará explosión. Todo el periodismo independiente y los básicos derechos humanos estarán amenazados.

 

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Finian Cunningham

Analista internacional


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