"El Grupo de Lima" está muerto y bien muerto

Con el triunfo de Pedro Castillo y la asunción del nuevo Canciller podemos declarar sin duda alguna que el "Acuerdo de Lima" está muerto y bien muerto. Fue un acuerdo impulsado por los EEUU para intervenir políticamente y militarmente en Venezuela. El cambio de enfoque en torno al Grupo de Lima que ha anunciado el nuevo canciller peruano, Héctor Béjar Rivera, parece obedecer a un giro progresista del continente y se ve acompañado por el resurgimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)

Esta situación y las oleadas de críticas contra la OEA solicitando la creación de un nuevo organismo regional o potenciar la Celac genera un momento político inédito en Nuestra América. Héctor Béjar es un dirigente de larga trayectoria política e intelectual, fue fundador de una de las guerrillas del Perú y luego integró el gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Mantuvo siempre su coherencia ideológica, se define como marxista y guevarista, teniendo al Che como la referente síntesis de los que luchan por cambiar al mundo.

En su discurso de asunción comenzó diciendo: "El gobierno del cambio del presidente Castillo ejercerá una diplomacia inspirada en la Patria. Desde el Perú profundo al Perú de todos. Como lo intuyó César Vallejo en Telúrica y Magnética:

¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,
y Perú al pie del orbe, yo me adhiero!

Luego enumeró una serie de definiciones que modifican radicalmente la anterior política exterior peruana: "Será una diplomacia nacional, autónoma, democrática, social y descentralizada", dijo.

Nacional, porque se inspirará en la historia y la realidad nacional. En la pluralidad cultural y étnica del Perú. Porque se orientará solo en función de los intereses nacionales.

Autónoma, porque las decisiones se tomarán en función de los intereses del "nosotros", que es la expresión colectiva de la Nación. Y no de intereses de otros. La autonomía e independencia será un principio esencial de la nueva diplomacia peruana.

Democrática, porque la democracia y el Estado de derecho, como sistema político y organización de la sociedad, garantizan los derechos humanos del pueblo peruano y la voluntad colectiva de realizar su propio destino. Una sociedad democrática supone la inclusión social, la eliminación del racismo, la protección de las minorías y las poblaciones indígenas y todos los sectores vulnerables de la sociedad, y su acceso al poder, significa también promover la democratización de la gobernanza regional y mundial.

Social, porque será la expresión externa de la política social interna. Defenderá y protegerá los derechos y aspiraciones de todos los peruanos, y peruanas, pero muy particularmente de las clases medias, de los agricultores, de los campesinos, de los emprendedores, de los trabajadores, de los empleados del Estado, de las poblaciones indígenas y vulnerables, de las mujeres y los jóvenes."

Héctor Béjar tendrá que ir a fondo en la política exterior peruana tan devaluada por los anteriores gobiernos. Va a necesitar renovar y democratizar su cuerpo diplomático nido de agentes de la CIA al servicio de la oligarquía limeña. Con el recibimiento al canciller venezolano, Jorge Arreaza, y su posterior afirmación de que «no conoce a ese señor», en referencia al ‘embajador’ nombrado por el ex diputado opositor Juan Guaidó, el flamante ministro de Castillo mandó un misil simbólico a toda la parafernalia virtual que supuso el gobierno paralelo que fue alentado desde Lima y otras capitales del continente. La nueva directriz peruana manifiesta «una política contra sanciones y contra bloqueos«.

Tanto Perú, como Bolivia y la Argentina tendrán un futuro destacado en la consolidación de la Patria Grande en el sur del continente con la refundación del nuevo resurgimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) .

 



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Antonio J. Rodríguez L.


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