Brasil

Este domingo 27, en Brasil se define el destino histórico de la patria de Lula. Fascismo o Democracia, he allí el dilema que al pueblo brasileño le tocará dirimir en nombre de toda Latinoamérica. El candidato del fascismo, ha declarado su hoja de ruta si resultare vencedor en dichos comicios: enviaría a prisión a su contrincante Haddad, y ya posicionado en su cargo iniciaría la persecución de todo aquello que oliera a comunismo o izquierdismo, negros y transdiversos, "limpieza a fondo" le llamó a su propuesta de Estado represivo que implantaría "democráticamente", si los votos le favorecen. No admitiría la prensa "incomoda" e incluso, el hijo del candidato fascista, llegó al extremo de amenazar al Supremo Tribunal Federal con clausurarlo si continuaba la investigación contra un coronel que se declara seguidor del proyecto fascista y que amenazó a la Corte Electoral por recibir denuncias sobre ilícitos electorales de parte del partido fascista de Bolsonaro: "Si aceptan esa denuncia ridícula y derrumban a Bolsonaro, vamos a estar para derrumbarlos a ustedes […] las Fuerzas Armadas están listas para actuar contra los magistrados canallas y corrupto", señaló el coronel Carlos Alves en un video hecho público y que prendió las alarmas en una sociedad que dejó atrás la dictadura que se instauró en 1964 y se prolongó hasta 1985.

21 años de estricta dictadura, fue la respuesta de la burguesía asociada al capital extranjero, sectores medios de la sociedad, la jerarquía eclesiástica brasileña, la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas y medios de comunicación, contra un gobierno de corte progresista como lo fue el de Joao Goulart, quien recibe un país en profunda crisis económica, alto grado de conflictividad social, exigencias de reforma agraria de parte de importante sectores campesinos, divisiones a lo interno de la burguesía nacional y las Fuerzas Armadas. A lo que se unió, en el plano externo, la negativa del gobierno de Goulart de votar a favor de la expulsión de Cuba de la OEA en 1961, hecho que fue apreciado por el gobierno imperialista como síntoma de acercamiento al bloque comunista. En diciembre de 1963, la embajada de EEUU en Brasil mediante "A Contingency Plan for Brazil", analizaba escenarios para derrocar a Goulart. Documentos desclasificados, dejan constancia como desde la embajada imperialista se financiaban movimientos desestabilizadores como las marcha de la familia con "Dios por la Libertad". La CIA actuaba diligentemente en procura de un golpe de Estado. El embajador imperialista, Lincoln Gordon, muy activo en la conspiración, comparaba a Brasil no con Cuba sino con la China de Mao Tse-tung. Se trató de un golpe para realinear al Brasil de Goulart a los intereses del imperialismo en la región, y poner fin a las contradicciones de clase que habían alcanzado niveles importantes de agudización. Lo que vino luego, fue una brutal dictadura que hasta los propios EEUU tuvieron que deslindarse, tal como lo devela un memorándum fechado el 11 de abril de 1974, dirigido por el director de la CIA al jefe de Estado de EEUU, Asunto: "Decisión del presidente brasileño, Ernesto Geisel de continuar con las ejecuciones de personas subversivas bajo ciertas condiciones". Política criminal, que Bolsonaro promete reiniciar como política de Estado.

1.200 campesinos, fueron asesinados según informe de la Secretaría de Derechos Humanos a la Comisión Especial sobre Muertos y Desaparecidos Políticos, como respuesta de la dictadura a las exigencias campesinas de Reforma Agraria. Centros de tortura, desaparecidos, represión. "¿Sabes dónde estás? Acabas de llegar al infierno. Cuando nos supliques que te matemos no lo haremos, antes tendrás que sufrir". Así, recibían a los presos los torturadores, según relata Iván Seixas presidente del Núcleo de Memoria de Sao Paulo, quien fuera preso político de la dictadura brasileña. La Comisión de la Verdad de Brasil, creada en el gobierno de Dilma Roussef en 2011, refiere en tan solo 434 las víctimas de la dictadura, crímenes sin culpables gracias a una ley que en 1979 amnistió a policías y militares represores. "Esta política de Estado movilizó a agentes públicos para la práctica sistemática de detenciones ilegales y arbitrarias y de tortura, que se abatió sobre miles de brasileños, y para la práctica de desapariciones forzosas, asesinatos y ocultación de cadáveres", agrega el informe, que rechaza los argumentos de las Fuerzas Armadas según los cuales esas prácticas eran "actos aislados". Política de Estado que aún hoy tiene sus viudos, como Bolsonaro y cía.

El Brasil de estos tiempos, vive convulsionado por la puesta en ejecución de políticas de ajuste macroeconómico, políticas de flexibilidad laboral y un retroceso de las políticas de bienestar social que caracterizaron la gestión del Hno. Lula da Silva, a quien se le proscribió en una prisión para evitar pudiera ser candidato presidencial, mediante argucias leguleyas sin ningún sustento y veracidad. La acentuada crisis económica que atraviesa el otrora gigante del sur, ha puesto al país en el sendero del neocolonialismo, rendido como está a las directrices que desde el imperialismo se les traza. El surgimiento de una corriente fascista, que ha movilizado a su favor a importantes sectores de la sociedad brasileña, es el resultado de intensas campañas mediáticas que estimulan el odio interracial, el odio a todo sentimiento progresista y en última instancia, el odio al liderazgo del Hno. Lula, quien encarna en persona, toda posibilidad de cambio y ascenso social. El fascismo, busca destruir el embrión de toda posibilidad de cambio social. Sometiendo a prisión al Hno. Lula, busca restringir la democracia y destruir las organizaciones de los trabajadores y trabajadoras, los sindicatos y partidos que se reclaman como democráticos.

El surgimiento del fascismo brasileño, en contravención a la campaña mediática que lo ubica como producto de los "errores" del Partido de los Trabajadores, es consecuencia de la entrada en política de los medios de comunicación. Tal cual, ocurriera en Venezuela en 2001-2002 y que condujeran a un golpe de Estado que derrocó al Presidente Hugo Chávez, y duró apenas 72 horas, ya que el pueblo se levantó y repuso a Chávez en sus funciones de gobierno en ese breve de tiempo que duró la dictadura, que colocó en el poder al presidente de la patronal Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga o "Pedro el breve", como se le conoce desde entonces. Jair Bolsonaro, es un producto mediático de la Red O´Globo. Un producto del gobiernillo de Temer, que entregó a Brasil y su destino a manos imperialistas. La experiencia histórica debe conducir al pueblo brasileño a la unidad nacional para frenar toda posibilidad que la entidad fascista pueda arribar al poder mediante una mayoría electoral, análoga a la forma en que Adolf Hitler ascendiera al poder en Alemania. En Fernando Haddad, el Brasil Democrático tiene una oportunidad de manifestar su rechazo a toda posibilidad de que se legitime en las urnas la política fascista que encarna Jair Bolsonaro. En fin de cuentas, se trata de votar al futuro de Brasil y aperturar la posibilidad de crecimiento económico con inclusión y en Democracia...

Caracas, 27-10-2018

 

 



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Henry Escalante


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