Guatemala: la culpa la tienen las familias disfuncionales

Cada vez que una tragedia golpea a Guatemala y en la que se ven involucradas las familias que habitan la alcantarilla, como en una ola de odio el rechazo permanente por parte de la clase media y la burguesía se hace visible de una forma tajante. Con mil rostros, máscaras y pronunciamientos. El más visible: "son familias disfuncionales". Con esto buscando hundir aún más a esa parte de la sociedad a la que el sistema le ha negado todo. Y a la vez quitar toda responsabilidad al Estado y a la indolencia de una sociedad infestada de capitalismo y además racista, clasista y mente colonizada.

Y los vemos en todos lados, en los medios de comunicación, en las conversaciones triviales, en los salones de universidad y en las redes sociales. Que yo sepa, todos, desde que existe la humanidad venimos y formamos familias disfuncionales. ¿o qué, creen que por tener dinero y comodidades la salud mental la pueden comprar? ¿Creen que porque hablan cinco idiomas no tienen codependencia emocional? ¿Creen que porque son directores de un medio de comunicación en su familia generacional nunca ha existido violencia intrafamiliar? ¿O que sus abuelos, sus padres o ustedes mismos no son inmaduros? ¿Qué generacionalmente no venimos de familias de doble moral? De balde los títulos y los viajes al extranjero, de balde tanto dinero, el sentido común no les funciona; todos hemos crecido con patrones patriarcales y eso ya es suficiente para que nuestra familia sea disfuncional.

Y es imperdonable que gente que se llame así misma feminista, sea del género que sea, utilice la terminología "familia disfuncional" para excluir aún más y estigmatizar a quienes por haber nacido en el sector más marginado de la sociedad no tienen un sola oportunidad de desarrollo.

Desde cualquier lugar donde se aborde el tema nos culpan de la violencia que vive el país, de los asaltos, de los asesinatos, de los feminicidios, de las violaciones sexuales. Y se ensañan contra nosotros y claman la pena de muerte para exterminarnos con el respaldo de la ley. Y utilizando el término familias disfuncionales se abren campo, en grandes jaurías para irnos arrancando la piel a tirones, para chuparnos la sangre, (siquiera fuera la menstrual) para dejarnos en los vivos huesos, para quitarnos la poca comida que tenemos. Para seguirnos negando el acceso al agua, a la salud, a la educación y a una vida integral y plena.

Lo hacen en conjunto, solapando el sistema avasallador, las clicas criminales que proliferan en las capas medias y altas de la sociedad, en el sistema de justicia, en el gobierno, en las universidades. Y apuestan todo contra la alcantarilla y nos lanzan dardos envenados, y nos re victimizan, nos insultan, nos golpean, nos desaparecen en las limpiezas sociales; nos matan lentamente en las correccionales de menores y en las cárceles.

¿Con qué derecho nos llaman familias disfuncionales? ¿Con qué moral? ¿Con qué dignidad? ¿Quién les dio el derecho a juzgarnos? Si lo único que han hecho generacionalmente es mantener el sistema de castas y abuso. Un sistema de impunidad porque los beneficia a ustedes y sus familias, disfuncionales también además de descaradas y oportunistas.

No son ustedes más dignos que nosotros, no son mejores personas. Al contrario, se denigra aún más, porque con todas las herramientas de desarrollo al alcance de las manos y gracias a eso tener la capacidad intelectual para cambiar el sistema, prefieren seguir con su doble moral, su etiqueta de humanistas de escritorio, de feministas a conveniencia y todo para no mojarse los zapatos en el lodo.

Porque así como está Guatemala: podrida, corrupta, con un Estado fallido, patriarcal y machista, los beneficia a ustedes y sus familias. Con qué moral nos señalan si hemos demostrado a través de la historia de la humanidad, tener más agallas y dignidad de ustedes.

Lo de familias disfuncionales, pueden hacerlo un rollito y metérselo en el agujero nutricio.



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Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

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