Capitalismo hay solo uno: Venezuela se defiende en Mercosur, pero ¿Cómo?

Los gobiernos de Paraguay y del Brasil también fueron impuestos por el capitalismo. Venezuela habla de ellos como si el capitalismo tuviera escrúpulos y se ruborizara ante el hecho de ser gobiernos ilegítimos. Es tonto decir que el gobierno de Paraguay no tiene moral para criticar a Venezuela porque es ilegítimo. Siempre la va atacar, con moral o sin ella. Representa al capitalismo y Venezuela administra riquezas que deberían inventariarse dentro de los caudales del capitalismo y no de un Estado que se dice socialista. El capitalismo, que está detrás del golpe y el gobierno de Paraguay, no tendrá miramientos para lograr hacerle daño a Venezuela mientras sea el Estado venezolano el administrador de sus riquezas y no los privados, y el que la represente en el organismo comercial.

El gobierno venezolano usa un lenguaje moralista con los capitalistas. Es una forma de mostrar la candidez (¿o la picardía?) de nuestros políticos a la hora de diferenciar a estos representantes paraguayos o brasileros, puestos ahí por el capitalismo, de otros colocados por ellos mismos pero que también representan al capitalismo. Mercosur es un organismo de integración comercial, entre países capitalistas con negocios o posibilidades de negocios entre CAPITALISTAS. Chávez quiso que el Mercosur, con Lula y Cristina, fuera más allá de ser una corporación de integración comercial. Quiso vanamente que fuera un organismo también de intercambio, comercial pero con posibilidades de equilibrar los negocios con las demandas sociales de los pueblos. Luego de la muerte de Chávez queda el Mercosur como lo que siempre ha sido, un gran mercado, una rueda de negocios. La posibilidad remota de hacer de este organismo otro lugar para la integración de las naciones y los pueblos se esfumó con su asesinato. Ahora todos los acuerdos con contenido social, fuera de la pugna comercial que supone el Mercosur, será siempre un saludo a la bandera con un guiño de ojo.

Ese lenguaje moralista de los embajadores venezolanos se corresponde con su concepción del capitalismo, con la idea pueril de que el capitalismo se puede regular a sí mismo, o que se puede ablandar su dureza, de que hay capitalistas buenos; confundiendo a las personas y sus acciones con la ideología que los obliga. El problema de luchar contra el capitalismo comienza cuando no podemos entender que se trata de una lucha ideológica. Hay que luchar con control, conciencia y conocimiento contra el acondicionamiento psicológico del sistema capitalista, dentro de valores y prejuicios burgueses, duro frente a ese estado de idiotez, de alienación.

La lucha contra el capitalismo siempre será ideológica entre clases sociales antagónicas. El capitalismo no acepta excepciones ideológicas (capitalistas piadosos o capitalistas socialistas), no se suicida, no atenta contra sí mismo. Pero los políticos reformistas de nuestro gobierno no quieren cambiar el sistema, solo hacerlo más piadoso, por eso confunden los antagonismos creyendo que se dan entre personas y no entre intereses de clases. Confunden a Ramos Allup con los valores e intereses que representa, a Almagro con lo que representa, al presidente de Paraguay con los intereses que representa. Pero pasa igual con Pérez Abad o Jesús Farías. De esta manera –no se sabe si por ignorancia, por confusión teórica, o a conciencia- se empeñan en atacar o justificar a las personas que representan a los intereses burgueses y no a la burguesía, sin considerar su ideología e ir por ella, al capitalismo, el sustrato ideológico de la burguesía.

Si se personifica a un enemigo que es tan poderoso (que inclusive anida en nosotros) se pueden confundir –consciente o inconscientemente- los valores dentro del antagonismo. Las ideologías antagónicas se anulan entre sí, son irreconciliables, no comparten sus valores. Pensar que, porque haya un ministro empresario capitalista en un gobierno que se dice socialista, esto lo hace un capitalista bueno y honesto trabajando en favor del socialismo, es un argumento falaz que asocia cualidades que son contrarias (en las prácticas sociales y de vida). Más bien es lo contrario. Que haya un ministro capitalista en el gobierno, que se dice socialista, hace dudar del carácter socialista del segundo.

Hay que decir que el capitalismo es uno solo. No existe uno bueno y otro salvaje. Es siempre salvaje, lo impulsa una fuerza irracional de poder, de control a los seres humanos estimulando la codicia, el ansia de poseer cosas materiales y de acumularlas. Es un sistema de relaciones, es una forma de organización de la sociedad y una fuerza espiritual que se impone sobre la voluntad humana. Esos embajadores y presidentes y ministros solo obedecen a ella, reproducen en ellos al capitalismo pero no son el capitalismo y mucho menos el socialismo.

Como dijimos el capitalismo no atenta contra sí mismo, no se autodestruye. Podrá arrasar con el planeta y junto a él morir, pero no va contra su existencia. Y tampoco se lo puede domeñar, solo destruir.

Un empresario bueno no hace del capitalismo algo bueno (así como Temer no hace del capitalismo algo malo) quizá lo hace a él un hombre generoso, y quizá su condición caritativa y generosa lo redima del capitalismo, pero no redime al capitalismo. El capitalismo no es malo, ¡él es lo malo! Capitalismo bueno no existe, es un contrasentido.

Por eso resulta ridículo decirle a Temer o cualquiera de sus embajadores, o al presidente del Paraguay, que no tienen moral para juzgar a Venezuela pues todos ellos son hijos del fraude. Porque representan al capitalismo y el capitalismo existe gracias al fraude, vive del fraude y de la mentira.

Juzgar a las personas es inútil. Almagro, Temer, Macri, Allup, Pérez Abad, Menéndez, Merentes, Jorge Arreaza son personas sustituibles dentro del capitalismo, por otros iguales o peores o mejores que ellos respecto al capitalismo. Y el capitalismo solo es sustituible por el socialismo, sobre sus cenizas. Hacia ese objetivo debemos dirigir nuestra lucha. Solo el socialismo puede redimir a la humanidad.

 



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Héctor Baiz

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