Colombia: paz en peligro

A la brava y con maniobras de tahúr, Santos nos quiere imponer su paz neoliberal. Hay ofensiva militar contra los frentes guerrilleros y reorganización desde los batallones de los siniestros grupos paramilitares para aplastar la resistencia campesina revolucionaria. Con el poder constituido y un Acto legislativo clientelar pretenden destruir la potencia del poder constituyente.

El cese bilateral al fuego oficialista es otra treta para hacer concentraciones y verificaciones a la medida de la elite oligárquica.

La paz está en grave riesgo.

El gobierno del señor Santos jamás ha renunciado a su propósito de imponer una paz neoliberal, funcional a su modelo de acumulación capitalista, asociado con el extractivismo minero, el agronegocio, la especulación financiera y la apropiación de la renta del narcotráfico, mediante el uso de la política monetaria organizada por la Junta Directiva del Banco de la República, con una red capilar de operadores cambiarios que actúan (especialmente en las zonas de frontera) muy eficazmente, tal como en décadas anteriores se dio con la famosa ventanilla siniestra lopista de la marimba.

Con el crecimiento del déficit en la cuenta corriente de la balanza externa y el incremento de la tasa de interés para supuestamente frenar la inflación, se pretende amortiguar una crisis económica y fiscal de enormes proporciones que induce la canalización de la renta coquera hacia los circuitos bancarios conocidos. Se trata de otra gigantesca operación de lavado de dinero en momentos en que crecen los cultivos de coca y su consumo en las sociedades del norte global (http://bit.ly/1izUEsr).

La otra estratagema del bloque dominante santista para lidiar con la crisis sistémica que se desprende del estancamiento económico consiste en utilizar las conversaciones de paz para evitar la ruina del mecanismo de dominación política afectado por el colapso judicial, la corrupción, la ruina de la salud y las múltiples manifestaciones de la pobreza y el desempleo.

Hoy, como en la época pastranista del Caguan (1999), lo que se quiere es conjurar un estallido popular de alcances revolucionarios estimulado y potenciado por la presencia de la resistencia campesina revolucionaria en la Mesa de diálogos, con su plataforma de cambios democráticos sustantivos para concretar la reforma agraria, establecer una democracia ampliada y reparar a las víctimas de la violencia paramilitar mediante un sistema de justicia restaurativa.

La casta oligárquica dominante y el imperialismo pretenden nuevamente, como se dio en el nefasto gobierno de Pastrana con los diálogos del Caguan, reforzar el aparato militar contrainsurgente (con sus 500 mil unidades) y el dispositivo de violencia y despojo contra los trabajadores, campesinos y demás población en condición de exclusión.

No han renunciado a la violencia política como mecanismo despótico de sometimiento de toda la sociedad.

De otro lado, la delegación de la resistencia campesina revolucionaria en la Mesa de conversaciones hace presencia, en el marco de una aguda lucha de clases, apoyada en un acumulado histórico de movilizaciones y organización para concretar los verdaderos cambios que permitan superar la profunda crisis del Estado y la sociedad. Los diálogos, los acuerdos, las diferencias con el Señor Santos y sus delegados se inscriben en las lógicas de la política clásica, entendida como la disputa permanente por el poder en todos sus ámbitos, que requieren el mayor talento para garantizar el avance de la acción popular.

Bien equivocados están aquellos, que desde la comodidad de sus privilegios y ausencia en la acción concreta, sugieren un supuesto "ternurismo", "complacencia" o "complicidad" con los intereses de la oligarquía santista. Pura y física paja de charlatanes y especuladores de cafetería. Provocadores al servicio de los aparatos de inteligencia de las camarillas oligárquicas (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=204612&titular=el-%93ternurismo%94-de-las-farc-ep-). Es la clásica verborrea de los ultraizquierdistas de baranda a quienes después encontramos muy acomodados en las oficinas de una multinacional o un Ministerio.

Entendido en estos términos el funcionamiento de la Mesa de La Habana, en la actual coyuntura resulta prioritario advertir que el proceso está siendo colocado en serio peligro de fracaso por el Jefe de la Casa de Nariño y sus delegados plenipotenciarios.

Los puntos en que se despliegan diversas maniobras tácticas por el oficialismo bien pueden identificarse en el acuerdo de justicia, en el cese bilateral al fuego, en la erradicación del paramilitarismo, en la continuidad del desescalamiento y el armisticio existente desde hace más de cuatro meses y en la clara intención de bloquear la fuerza del poder constituyente y la organización de una Asamblea constituyente soberana que legitime y blinde la construcción de la paz y la fecha para la firma de un pacto total.

No obstante que el acuerdo sobre el tema de la justicia restaurativa y la creación de una jurisdicción para la paz sumo un amplio consenso entre los expertos asesores, con 75 puntos de una justicia penal alternativa, tanto Santos, como De La Calle y Jaramillo se han empeñado en debilitar las coincidencias con las más inusitadas observaciones. A lo que hay que sumar la negativa para impedir que el documento central se diera a conocer a la opinión pública, que la delegación insurgente demando desde un primer momento para prevenir las alteraciones gubernamentales en curso como parte de un libreto que repite acríticamente el modelo irlandés de paz.

Las consecuencias ya están a la vista. Con la reciente instalación del ciclo 43 de encuentros se ha solicitado reabrir el debate sobre este delicado punto con las obvias repercusiones en las fechas establecidas para la firma de un acuerdo de cierre el 23 de marzo del 2016. Así las cosas, es posible que solo hasta el segundo semestre del 2017, en plena campaña presidencial de Germán Vargas Lleras, financiado por los privilegiados contratistas de las dobles calzadas de cuarta generación, se pueda pensar en un corte definitivo de los diálogos para entrar a su refrendación e implementación cierta.

Los del gobierno, creyéndose muy astutos, se pegaron un tiro en el pie por cuenta de la perversa malicia del nadaista de marras.

El globo del cese al fuego unilateral planteado en los términos de la cultura del tahúr, se ha lanzado para esconder el descarado sabotaje de las brigadas militares, batallones y grupos de contraguerrilla que adelantan masivas operaciones bélicas contra los frentes guerrilleros. Diversas fuentes han presentado y detallado a la opinión la descomunal ofensiva desatada por todo el territorio nacional por las fuerzas armadas contra los destacamentos guerrilleros (http://bit.ly/1RTnVdB). La tregua se extingue y las provocaciones pueden activar los escenarios del conflicto y la lucha armada como se vio en el primer semestre del año en curso, luego de los hechos presentados en Buenos Aires/Cauca.

Santos y sus delegados, ya instalados en su falso cese al fuego bilateral, están proyectando unas concentraciones amañadas (corralejas santistas) con verificaciones y auditorias de su exclusiva confianza.

Lo cierto es que tal retorica de baratija no puede ocultar los planes de guerra en curso y la reactivación, desde los cuarteles militares, de los siniestros grupos paramilitares que ya operan en Uraba, el Choco, Nariño, Putumayo, Cauca, Bolivar, Meta, Medellín, Cordoba, Risaralda, Norte de Santander, Caquetá, Arauca, Bogotá y Casanare.

Los paramilitares están de fiesta y sus principales aliados están en los batallones y las mafias de la droga.

Es lo que nos explica el desinterés oficial por abordar este crucial tema del fin del conflicto.

Con este panorama se entiende mejor la pretensión santista de bloquear la potencia del poder constituyente y la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

De la Calle, experto en estas lides, prefiere encapsular la paz en los términos del corrupto poder constituido. Por eso el afán en aprobar un Acto legislativo que le entrega la paz a la decadente y viciada casta política del poder legislativo.

La paz con justicia social, entonces, solo será el fruto de la tenaz resistencia popular y de la lucha generalizada de las masas por la emancipación y la democracia.

La paz con democracia ampliada será el resultado de la rebelión de la sociedad contra la casta oligárquica dominante y su desueto y reaccionario Estado.



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Horacio Duque

Politólogo e historiador.

 horacioduquegiraldo@gmail.com      @horacio_DG

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