Patente el racismo en los premios Óscar

Por más que lo maquillen, por más que pretendan amortiguar el golpe, la punzadas están ahí, latentes: el racismo prevalece en Estados Unidos, y la industria cinematográfica es –por su calidad de luminaria- una de sus exponentes más visibles.

No soy crítica de cine ni mucho menos, pero solo hace falta el sentido común para darse cuenta  que la película Selma fue ignorada por  la Academia, a pesar de su calidad cinematográfica y humana, porque reconoce, denuncia y profundiza en el problema de los Derechos Civiles de la comunidad afro descendiente en Estados Unidos. Porque es  una reverencia a los mártires y a la voz  más escuchada de aquellos años; Martin Luther King. Se realiza a cincuenta años de aquella caminata desde Selma hasta Montgomery, encabezada por Martin Luther King en la que la comunidad afro descendiente exigía sus Derechos Civiles.  El 93% del jurado de El Oscar,  es blanco y el 76% son nombres. Esto nos aclara un poco  más el panorama. Que si es invisible la piel oscura de los hombres, es totalmente excluida la de las mujeres negras. A lo largo de la historia de esta premiación solo 7  mujeres negras han recibido la estatuilla. Y no es por falta de talento y capacidad ni porque las otras actrices y películas sean mejores, es por el odio racial.

Por su parte la Academia –de sobra politizada y de supremacía blanca- reconoce a la película American Sniper –El francotirador- que está basada en la biografía del francotirador más letal que ha existido en Estados Unidos. La forma en que murió es puro  karma, justicia divina.  Empezando con que la guerra en Irak fue un ultraje estadounidense a aquel pueblo que nada le debía pero que tenía petróleo y dignidad. A este hombre en Estados Unidos lo creen héroe, así es el capitalismo que  vuelve  héroes a los asesinos que le arrebatan la vida a personas inocentes. No lo culpo, él es el ejemplo de lo que es capaz de crear el Imperio cuando ataca, para él asesinar inocentes representaba  cuidar la seguridad de su país, como lo haría cualquier soldado en cualquier parte del mundo, la diferencia es que ellos fueron los que invadieron Irak, no Irak a Estados Unidos.

Pero si vamos a hablar de soldados y ejército, la película Unbroken  dirigida por Angelina Jolie es de extraordinaria calidad, cinematográfica y humana. ¿Hay discriminación contra la mujer en la Academia? Claro sí, siempre ha estado ahí totalmente visible y descarada. A ésta película la dejaron en las sombras y tiene más mensaje y calidad  que El Francotirador. Aunque claro el peso de Clint Eastwood, que nadie le quita su talento pero como ser humano deja mucho que desear, ya que fue de los que encabezó los movimientos en contra de migrantes indocumentados cuando los miles salían a las calles a marchar para pedir documentos. Es un poco Ku Klux Klan y que no quepa la menor duda que si lo mandan al desierto dispararía un arma contra un indocumentado, es del patrón del extremismo caucásico tipo Schwarzenegger y Steven Seagal.

Por su parte la actriz Patricia Arquette, cuando recibió El Oscar pronunció un discurso exquisito, dejando clara su denuncia feminista. Utilizó el espacio para evidenciar la negación de derechos laborales que siguen teniendo las mujeres en Estados Unidos. Pero jamás mencionó con esa garra, con esa cólera y con ese empuje los derechos laborales  y humanos de los migrantes indocumentados, porque muy por debajo de los derechos de los mujeres estadounidenses, estamos nosotros que ni siquiera existimos como personas pero somos visibles como objetos;  y estas cosas son las que me hacen estar en desacuerdo con el feminismo, que se enfoca en el género y es limitante. Cuando uno exige justicia es para todos sin importar el género y para esto no es necesario etiquetarse como feminista. Un ser humano simplemente, somos seremos humanos ilimitados. Si exijo derechos como mujer también debo exigir para los marginados que están en condiciones deplorables  así sean hombres. Le apuesto a un humanismo incluyente.

Sigo con el tema de los indocumentados porque de las causas invisibles somos la más marginada. Muy emotivo el discurso del rapero Common al referirse antes y ahora de una nación estadounidense en cuanto al racismo. También salió de las fronteras y se fue hasta Francia  hablando del derecho a la libre expresión del pensamiento. Jamás habló de los millones de invisibles y oprimidos que en sus hombros cargan a la nación estadounidense, y somos por supuesto los indocumentados. No se puede hablar de justicia y de humanidad sin tomar en cuenta la marginación que viven los millones de indocumentados.

Por otro lado Lady Gaga le dio en la chapa a todos los que la critican. Siempre me ha fascinado, es una mujer de un talento extraordinario, me encanta su extravagancia, la forma en que crea ese mecanismo de defensa para que choquen contra el muro que la circunda, todos los arribistas y prejuiciosos.  Ella es, simplemente una, ¡belleza que enamora!

Para finalizar llamó mucho atención y hoy amanecieron los medios de comunicación victimizando al director mexicano Alejandro  González Iñárritu, y volviendo victimario al actor Sean Penn, por el comentario que hizo cuando le entregó El Oscar como mejor película.  Ya lo decía Malcolm X: “Los medios de comunicación son la entidad más poderosa de la tierra. Ellos tienen el poder de hacer culpable al inocente e inocente al culpable. Porque ellos controlan las mentes de las masas.”

Las masas han creído lo que los medios dicen a pesar de haber visto la entrega de los premios,  son incapaces de crear un criterio propio y de dudar. Tenemos que atrevernos a dudar hasta de nuestras propias palabras y explorarlas y cuestionarlas hasta que estemos seguros de su significado real.  Y ni qué decir con los medios de comunicación.

Pasarán los años y las palabras de Sean Penn quedarán como el insulto racista de un blanco a un mexicano. Cuando la realidad es otra, Sean Penn que es gran amigo de La Patria grande y lo fue de Chávez, tuvo que llegar a jalarle las orejas en público al director mexicano para que éste reaccionara. Preguntar quién le dio la tarjeta verde, fue su forma de afirmar que si los indocumentados tuviéramos papeles en este país seríamos capaces de lograr nuestros sueños,  y aportaríamos al progreso del país, para un ejemplo estaba lo que sucedía en la noche con el director mexicano. Fue su forma de reivindicarnos, pero para entenderlo hay que saber de su apoyo constante a la Latinoamérica Bolivariana.

Pero sus palabras pronto fueron tergiversadas y utilizadas en su contra y a favor del director mexicano, que nadie le quita su talento y que como latinos aplaudimos su capacidad en una industria tan escabrosa como lo es Hollywood.

El director mexicano había pasado la noche recibiendo premios y ni en una sola de sus intervenciones había mencionado ni a México ni a sus paisanos, pero el jalón de orejas de “un blanco caucásico” le caló y qué bueno que entendió el mensaje, porque se vio obligado a hablar de los mexicanos,  entienda bien: mexicanos, no latinoamericanos, ni inmigrantes indocumentados en general.  Y aunque parecieron fuertes sus palabras, no es lo mismo decir “rezo” que “exijo” porque rezar significa sumisión, pasividad, en cambio exigir es acción, movimiento. Es más cómodo decir rezo por la paz, que soy activista y exijo paz. Un activista  puede rezar y actuar.  Pero el que solo reza no está en nada, para los cambios reales en la sociedad se necesita movilidad, acción. Pues el director sintió cómodo decir que reza por un trato digno para sus paisanos mexicanos en Estados Unidos y eso lo convierte en héroe para las  masas y los medios.  Habló  que México merece un Gobierno distinto, pero no pronunció a los 43 alumnos desaparecidos de Ayotzinapa, porque hacerlo lo colocaría en una disyuntiva y no es buena para su progreso como director… Mencionar Ayotzinapa hoy en día es como retroceder el tiempo y hablar de  la masacre de Tlatelolco, hacerlo implica perder privilegios y contactos y plataformas…

Ésta es la visión que tuve de lo que sucedió en El Oscar, le parecerá tal vez  muy cerrada y pasional,  probablemente usted tendrá otra más relajada, y todos los puntos de vista nos enriquecen, tenemos que ser capaces de defender la libre expresión del pensamiento aunque no estemos de acuerdo con el criterio de otros.

Nadie, absolutamente nadie visibilizará a los indocumentados si no lo hacemos  nosotros mismos, somos millones y tenemos que exigir nuestros derechos, los otros podrán mencionarnos con sesgo  para que no afecte sus derechos y comodidades,  jamás lo harán  en totalidad porque a ellos también  les somos útiles donde estamos.

 

@ilkaolivacorado

 

cronicasdeunainquilina@gmail.com



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Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

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