Colombia: ocho días para ponerle fin a las conversaciones de paz

El próximo 7 de agosto es la toma de posesión de Juan Manuel Santos. Mandato que obtuvo gracias a los votos de la izquierda. Votos que recibió con el único compromiso de mantener las conversaciones de paz en La Habana. ¡Nada más se le exigió!

Ante los históricos, reiterados incumplimientos de los gobiernos oligárquicos colombianos a los acuerdos de paz ¿Es de fiar la palabra empeñada por el oligarca Juan Manuel Santos? La historia de Colombia enseña que los gobiernos de la oligarquía jamás cumplen lo prometido. Basta recordar lo ocurrido con la Rebelión Comunera de El Socorro (1781), cuando el arzobispo de Santa Fe de Bogotá, Caballero y Góngora, fue comisionado por el virrey para conversar con los jefes comuneros (José Antonio Galán y otros) y encontrarle salida al conflicto social que amenazaba la estabilidad del virreinato. El arzobispo aceptó las peticiones del Movimiento Comunero, ante la imposibilidad de derrotarlo militarmente. A continuación el Ejército Comunero se disolvió, los jefes marcharon a sus fincas a continuar las labores agrícolas y esperar el cumplimiento de lo pactado. Al año siguiente, el arzobispo, Caballero y Góngora es nombrado virrey (1782-1788) y no sólo no cumplió con los acuerdos, sino, que persiguió a los jefes comuneros, los asesinó y sus cabezas fueron exhibidas en jaula de hierro en las poblaciones, en gran gesto cristiano del arzobispo/virrey. El jefe comunero de Venezuela, Juan José Francisco de Hevia, fue asesinado en el sitio El Portachuelo (1809), situado en el camino que de La Grita conducía a Bailadores.

Lo acordado en el Congreso Constituyente de Bogotá (1830), presidido por Antonio José de Sucre, culminó en el asesinato de Sucre en Berruecos, por José María Obando que luego fue presidente de Colombia. A cada guerra le sucede un acuerdo de paz. Y a cada acuerdo de paz, el asesinato de sus líderes. La guerra de los Mil días trajo los acuerdos de paz y el asesinato del general Uribe Uribe. Gaitán, un mes después de pronunciar la “Oración por la Paz” cae asesinado. Igual ocurre con los acuerdos de paz del general Gustavo Rojas Pinilla y los jefes de las guerrillas liberales (Guadalupe Salcedo, Dúmar Aljure, Hermanos Fonseca, hermanos Bautista, Eliseo Fajardo) que deponen las armas. Cae el gobierno de Rojas y los jefes guerrilleros con todo y mantenerse en actitud pacífica, fueron asesinados.

Vinieron luego varios intentos de conversaciones de paz con las FARC y con el ELN. Uno de esos acuerdos condujo a la formación de la Unión Patriótica, la cual irrumpe en la política con gran respaldo popular (senadores, diputados, alcaldes, concejales), elegidos en las elecciones. Pero, uno a uno cae asesinado hasta completar la cifra de 5.000.

Al permanente llamado de las FARC y el ELN para un acuerdo de paz, cada gobierno lo intenta y terminan en la traición: Julio César Turbay, Belisario Betancur, Virgilio Barco, César Gaviria, Andrés Pastrana (el sainete del Caguán). Cada gobierno se levantó de la mesa de conversaciones para dejar al pueblo colombiano sumido en la incertidumbre. La lucha de la guerrilla durante sesenta años ha sido por la paz, para derrotar las causas sociales y económicas que dan origen a la guerra. Mientras no llegue esa solución, no habrá paz. Desde el arzobispo/virrey Caballero y Góngora a Andrés Pastrana, los gobiernos mantienen, como norma política, la traición a lo acordado.



Si esa es la trayectoria de más de doscientos años de gobiernos oligarca/conservador/católico/liberales, ¿Es de fiar la aparente actitud pacifista de Juan Manuel Santos?



El 12 de junio escribimos una nota de prensa: “El pueblo colombiano ha sido convocado para este domingo, 15 de junio, a unas elecciones nacionales, para dirimir entre la propuesta de guerra de Santos y la propuesta de guerra de Zuluaga, ambas al servicio de los intereses de la oligarquía, la jerarquía católica y el imperialismo.



“El trasfondo de ambas propuestas es la PAZ. Y por PAZ se entiende, la liquidación de los frentes guerrilleros (FARC, ELN y otros). Esta concepción equivocada del conflicto responde a la interpretación mecanicista de la historia. Se pretende hacer creer que el origen de la guerra son los frentes guerrilleros. La guerrilla no es causa, sino efecto. Muerto el perro, termina la rabia.



“Pero las cosas no son así de fáciles ni así de ingenuas. La verdadera PAZ está en la liquidación de las verdaderas causas de la guerra: violación de los derechos cívicos, políticos, económicos del pueblo colombiano durante doscientos años de historia republicana. Es por ello que, tanto la propuesta de PAZ de Santos como la propuesta de PAZ de Zuluaga, son falsas.



´…. “La PAZ sólo será posible cuando al pueblo colombiano le sean devueltos todos sus derechos: cívicos, políticos, económicos, conculcados por la oligarquía, la jerarquía católica y el imperialismo.



“La PAZ que propone Santos es la misma que se firmó en Centroamérica y cambió la guerra de liberación nacional por la guerra delincuencial que hoy azota a esos países, desde Méjico a Panamá y extiende su acción delincuencial por toda Sudamérica como instrumento de desestabilización de las democracias que luchan por la consolidación de las conquistas sociales y económicas de las mayorías nacionales.



“Consideramos que las conversaciones de PAZ en La Habana, durarán hasta el día siguiente de las elecciones: gane quien gane. Tanto a Santos como a Zuluaga, fieles instrumentos de la oligarquía, la jerarquía católica y el imperialismo, no les interesa la PAZ. Ambos se disputan, no la paz, sino, quien servirá en mejor forma los intereses guerreristas de los Estados Unidos.”



¿Cómo entender que al mismo tiempo que se habla de paz se eleva el número de contingentes militares, policiales y paramilitares a 700.000 efectivos? ¿Cómo entender que se hable de paz con ocho bases militares de Estados Unidos en territorio colombiano? ¿Cómo entender que se hable de paz y se firma un acuerdo de colaboración con la OTAN, organización cuyo único objetivo es la guerra? Ocho bases militares, ejército de 700.000 efectivos y convenio con la OTAN, para derrotar a una guerrilla que según Santos está derrotada. ¿A quién piensa agredir la oligarquía colombiana? ¿A sus vecinos: Ecuador, Perú, Brasil, Venezuela, Panamá, Nicaragua y de paso Cuba?



La falsa propuesta de PAZ de Santos no se cumplió al día siguiente de las elecciones, porque es mala educación hablar con la boca llena. Pero, se dará en la toma de posesión del 7 de agosto. Desde quince días antes, se preparan los hechos que figurarán en el discurso con el anuncio de rompimiento de las conversaciones de paz en La Habana, por cuanto “las FARC y el ELN han demostrado que no quieren la paz”, por la colocación de bombas panfletarias en Bogotá; la voladura de oleoductos; el derribo de torres de energía eléctrica en Buenaventura (actual zona de mayor conflicto social). Esperamos que en los próximos días no caiga asesinado un alto jerarca del gobierno o de la oligarquía, para achacárselo a las FARC y al ELN como “falso positivo”.



Qué cosa, durante los dos años de conversaciones de paz en La Habana, la guerra transcurrió con la misma intensidad de siempre, sin despertar denuncias por parte del gobierno. Pero, quince días antes de la toma de posesión presidencial, esos mismos hechos de guerra, adquieren gran relevancia y se abre de inmediato la campaña mediática por prensa, radio y TV. ¡Ojalá! nuestro pronóstico resulte errado, para que las conversaciones continúen y la paz se consolide.



Aplausos y satisfacción por la libertad de Joaquín Pérez Becerra, detenido por el chavismo, que lo condenó a tres injustos años de cárcel.


Y con respecto al genocidio del pueblo palestino: No es a la víctima a la que se le pide que detenga el hacha, sino, al verdugo.



leonmoraria@gmail.com


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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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