Fidel y el milagro de soñar despierto

En fin, Fidel milita en el bando de los impacientes, de los apurados, de los que presionan lo posible y luchan contra lo imposible. Y esto es bueno recordarlo en el 61 aniversario del 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional, aquel día en que no murió en el asalto al Cuartel Moncada.

Si en la madrugada de la Santa Ana, en la ciudad de Santiago de Cuba, con los ojos aún adormilados por los festejos del Carnaval aquel 26 de julio de 1953, Fidel hubiera caído en combate, como ocurrió a muchos de los asaltantes, durante los primeros o últimos disparos del heroico asalto de los jóvenes del Centenario al Cuartel Moncada, la historia de Cuba hubiera sido diferente, aunque sin dudas habría pasado a la historia por aquella acción gloriosa.

Si al desembarcar en el Granma el 2 de diciembre de 1956, después de años de prisión y exilio, para cumplir el compromiso de que ese año seríamos libres o mártires, Fidel hubiera caído en combate, en uno de los muchos escenarios que tuvo aquella odisea, la historia lo habría ensalzado por su glorioso gesto y la consecuencia singular de su rebeldía, pero la historia de Cuba hubiera sido diferente.

Si la historia de Cuba ha sido de lo más glorioso y fecundo en los años de la lucha revolucionaria y los posteriores al triunfo de la Revolución, hasta hoy, ha sido por Fidel y nuestro pueblo, amalgamados en una unión indisoluble en torno a sueños a alcanzar y convertir en realidad. Y es que como él mismo ha dicho: “Soñar con cosas imposibles se llama utopía; luchar por objetivos no sólo alcanzables, sino imprescindibles para la supervivencia de la especie, se llama realismo.” Y ha prevalecido en él en las cosas de nuestro pueblo y del mundo esa lucha persistente por una vida mejor a través de la justicia y el intento de que los seres humanos por primera vez programen su propio destino.

Duro y difícil ha sido el camino, preñado de los abrojos y entuertos propios y ajenos, aunque más bien los escollos ajenos han sido colosales, mientras que han sido, lógicos e inevitables según las circunstancias, los entuertos de la propia obra y de la marcha indetenible en la consecución de nuevos sueños.

En el discurso pronunciado en el acto con motivo de la primera graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina el 20 de agosto de 2005, Fidel expresaba que “Esta graduación era un sueño hace casi siete años. Hoy es una prueba de la capacidad de los seres humanos para alcanzar las más elevadas metas, y un premio realmente para los que creemos que un mundo mejor está a nuestro alcance.” Al relatar el surgimiento de la idea de ayudar con médicos a poblaciones que vivían bajo condiciones de catástrofe en Centroamérica y la de formación de médicos con estudiantes de esos países como becarios en Cuba, agregaba: “Hoy esa escuela, con su pujante desarrollo, apoya la formación de médicos no sólo en Centroamérica sino también en otras regiones del mundo.”

Ya había anunciado en el discurso del 7 de abril de 2003, con motivo de la inauguación de obras para la salud: “Una profunda revolución en los servicios de salud tendrá lugar en nuestra patria.”

Otro sueño convertido en realidad fue cuando a partir de la experiencia cubana del desarrollo de recursos humanos y las tecnologías correspondientes en el campo de la oftalmología, Fidel concibió la idea de extender estos servicios al resto de los países hermanos, que fue correspondida inmediatamente por Chávez, de modo que ya el 8 de julio de 2004 se estableció el programa para atender a pacientes venezolanos. Así que un año después Fidel anunciaba que: “Juntos también, Venezuela y Cuba, estamos llevando a cabo lo que constituye uno de los más emocionantes programas que puedan ponerse en práctica: devolver o preservar la visión en los próximos diez años a más de seis millones de latinoamericanos y caribeños.

Se han creado las condiciones en Cuba y están creándose en Venezuela para diagnosticar, operar o curar cada año 25 mil caribeños,100 mil cubanos, 100 mil venezolanos y 120 mil sur y centroamericanos.

En realidad, el programa se ha iniciado ya en 14 centros oftalmológicos de los 24 con que contaremos a finales del presente año, los que disponen de las más avanzadas tecnologías que existen en el mundo. Nuestro país alcanza ya un ritmo de 1.400 operaciones de la vista diariamente.

Este año estamos a punto de alcanzar ya la cifra de 50 mil venezolanos de la misión Barrio Adentro operados de la vista entre mediados de enero y hoy 20 de agosto. En menos de un mes han recibido igual tratamiento 1093 caribeños, en virtud de los Acuerdos de Anzoátegui, suscritos el pasado 30 de junio.

Debe conocerse que, dado su estado de pobreza, más de 4 millones y medio de latinoamericanos y caribeños requieren de este servicio anualmente y no lo reciben, y más de medio millón pierde la visión cada año, muchas veces sin haber sido examinados nunca por un médico.

Al igual que hace 40 años, permítanme soñar. Sólo que después de medio siglo de lucha estoy absolutamente seguro de que nadie podrá decir de los sueños de Cuba, como dijo Calderón de la Barca, “toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”

Diez años después y fruto de esa capacidad o milagro de Fidel para soñar despierto, la Operación Milagro y las Misiones milagros en países del mundo, en particular en nuestra América, es una realidad impactante, que ha beneficiado a más de cuatro millones y medio de personas, aunque aún existan en el mundo políticos miopes que, enfermos de prejuicios, timideces e indolencias no se atreven a convertir los sueños en realidades en sus países respectivos. Son los eternos conservadores que prefieren mantener la inequidad y la injusticia. No quieren que sus pueblos vean con ojos sanos el mundo que los tiene marginados y bajo la condición de su mala suerte de pobreza; y tampoco quieren que piensen y crean que las cosas políticas y sociales pueden ser de otra manera..

Para concluir sobre esa cualidad de Fidel de proyectarse más allá de lo posible, que también puede serlo según las circunstancias y perspectivas, baste esta confesión: “Si me pregunto a cual de los grupos pertenezco yo, diría que milito en el bando de los impacientes, y milito en el bando… de los apurados, y de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas veces tratan de hacer… más de lo que se puede”.

En fin, Fidel milita en el bando de los impacientes, de los apurados, de los que presionan lo posible y luchan contra lo imposible. Y esto es bueno recordarlo en el 61 aniversario del 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional, aquel día en que no murió en el asalto al Cuartel Moncada.


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Wilkie Delgado Correa


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