Siria y la paz en Ginebra II

Siempre la Paz será posible por más dificultades que puedan presentarse en un proceso de negociación, porque la Paz es un anhelo natural de los pueblos  y, la guerra, es una opción contraria a tales sentimientos y aspiraciones y porque, además, la historia de la segunda mitad del siglo XX, ha demostrado que , la historia de la segunda mitad del siglo XX, ha demostrado que la Paz finalmente se impone y permite encausar los conflictos políticos por la vía de la negociación y la confrontación democrática.
 
En Siria existen una serie de situaciones contradictorias que vienen generando condiciones favorables para que los actores internos de Siria, los regionales y los mundiales, tengan que considerar la Paz como una opción necesaria y que explica hoy que la Alianza Satánica del  gobierno imperialista norteamericano, sus socios subalternos  del Turquía, Reino Unido y Francia y sus financistas de Qatar y Arabia Saudita, por razones diferentes y hasta antagónicas, puedan inclinarse por una solución política negociada de un conflicto  interno que hoy alcanza dimensiones internacionales.
 
El primero de estos factores es que el gobierno y el Ejercito Arabe  Sirio demostró una cohesión política y capacidad militar que le ha permitido resistir los ataques de diversos formaciones militares regulares e irregulares, con apoyo financieros,  en armamento, inteligencia avanzada, mediático y apoyo diplomático, al punto de frenar sus importantes conquistas y hacerlos retroceder en lugares emblemáticos como Alepo, Homs y la periferia rural de Damasco, lo que ha desatado divisiones políticas y enfrentamiento armados que han terminado por reducir su capacidad para derrotar al Ejército Arabe Sirio.
 
En segundo lugar, la incorporación a la guerra  de decenas de miles de combatientes suníes provenientes de Libia, Egipto, Irak, Yemen y el Norte de Africa  y hasta de países europeos, vinculados a Al Qaeda y a otros grupos takfiries, quienes se mantienen su autonomía de mando  y de proyecto político en el pos-conflicto al crear Califatos que desmembrarían la actual República Arabe Siria;  situación que podría amenazar la estabilidad de los pequeños reino petro-feudales del Medio Oriente y el Golfo Pérsico  y, seguramente, la misma seguridad del ente sionista israelí; situación que preocupa al gobierno de Benjamín Netanyahu y sus protectores de los Estados Unidos y Europa.
 
El tercer factor lo constituye la firme decisión del gobierno de la Federación Rusa, bajo el liderazgo de presidente Vladimir Putin, de mantener su apoyo logítico al Ejército Arabe Sirio y  oponerse firmemente al ataque aéreo y misilístico planeado por  los gobiernos de USA, Reino Unido, Francia y Turquía, con el pretexto del supuesto uso de armas químicas por parte del Ejército Arabe Sirio; maniobra que igualmente  fue desactivada con la decisión del gobierno de Bashar Al Assad de adherirse a la Convención Internacional sobre esas Armas Qímicas y la entrega del su arsenal para el control y destrucción internacional; lo cual desactivó un escalamiento de la guerra y abrió un proceso de negociaciones bilaterales entre dos potencias con interés en la región: Rusia y USA, que culminó con la convocatoria  de La Conferencia sobre la Paz en Siria, de Montreux pero que se sigue denominando  Ginebra II, en alusión a la anterior realizada en el 2012 en esa ciudad de Suiza, cuyos acuerdos no fueron aplicados.
 
La agenda de ésta Conferencia Internacional tiene como su centro fundamental alcanzar un acuerdo sobre un proceso de transición política dirigido por un gobierno en el que sea representado las diversas fuerzas gubernamentales y de la oposición siria, que  sea capaz de garantizar un alto al fuego efectivo y permanente y avanzar en la atención de las consecuencias del conflicto armado (presos, reconstrucción, refugiados, heridos y fallecidos) y, ulteriormente, la convocatoria as unas elecciones democráticas que permitan la elección de un gobierno y un parlamento representativo de la pluralidad de sectores sociales, políticos, religiosos y étnicas que integran la nación siria.
 
Sin embargo, el reto mayor lo constituye el hecho de que los combatientes extranjeros integrantes de la Brigada Al Nushra y el Emirato del Levante e Irak, ambos aliados de Al Qaeda y con control sobre territorio, población y recursos, quienes no han sido invitados a participar en las negociaciones, por lo que, seguramente, no aceptaran un acuerdo de Paz y Desarme que salga de la Conferencia y, la pretensión de la oposición siria de condicionar el acuerdo de Paz a la integración de un gobierno plural pero sin la presencia del presidente Bashar Al Assad, lo que parece una condición muy difícil de conseguir como condición previa al acuerdo, por el alto apoyo que éste tiene entre la población y los Mandos del Ejército Arabe Sirio, aunque no es descartable que una transferencia de competencias presidenciales al gobierno de transición y una salida pactada del Poder por parte del presidente sirio, luego de lograrse la paz y estabilizarse la situación política, para favorecer un solución definitiva del conflicto.
 
En todo caso, la Conferencia Ginebra II sobre la Paz  en Siria depende del poder de influencia y determinación que puedan imponer las dos grandes potencias mundiales – Rusia y Estados Unidos de América - a sus respectivos aliados internos y regionales, para que concilien sus posiciones en favor del acuerdo de Paz, que preserve la base estratégica rusa de Tartuk y,  el interés norteamericano de garantizar la seguridad del ente sionista israelí.


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Yoel Pérez Marcano


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