Mandela, rodeado de hipocresía diplomática

Nelson Mandela, después de ser arrestado el 5 de agosto de 1962, ejerciendo su defensa dijo “hace muchos años escuchaba las historias que los ancianos de la tribu contaban sobre los buenos tiempos del pasado, antes de la llegada del hombre blanco, entonces nuestro pueblo vivía pacíficamente bajo el gobierno democrático de sus reyes…el país era nuestro, ocupábamos la tierra, los bosques, los ríos”. “No había clases ni ricos ni pobres ni explotación del hombre por el hombre, todos los hombres eran libres e iguales y este era el fundamento del gobierno”.

Hace 2 o 3 millones de años en lo que hoy conocemos como Sudáfrica, existieron asentamientos desde la época del Austrolopithecus Africanus, sus originarios habitantes eran los San y los Khoikhooi, tribus sometidas por los portugueses, después, por los años 1600 llegaron los holandeses quienes sometieron a los portugués despojándolos de sus propiedades para exportar productos agrícolas a Europa, doscientos años más tarde llegaron los ingleses atraídos por los minerales oro y diamantes de preferencia. Se produjeron batallas entre los colonizadores triunfando los holandeses quienes fundaron en 1881 la Republica de Sudáfrica.

Esa minoría blanca impuso condiciones racistas y la esclavitud para todas las tareas. En 1948 el Nationalist party impuso constitucionalmente el Apartheid, discriminación racial del 20% de la población blanca sobre un 80% de mayoría negra. No podían los negros participar en política, prohibido la relación sexual entre blancos y negros, estos no podían estudiar en colegios para blancos, ocupaban los últimos asientos en los buses, les estaba prohibido vivir en barrios blancos. La mitad de la población negra vivía en la extrema pobreza, 40% eran analfabetos y de ese 80% el 55% de los niños sufría de raquitismo.

Ese era el mundo de Nelson Mandela quien a los 26 años era miembro del Congreso Nacional Africano, buscaba la unidad de todos los africanos superando las diferencias tribales. Tras salir de la cárcel 27 años después y tras ganar el Nobel de la paz con el presidente blanco Frederik William de Klerk en 1993 y asumir la presidencia en 1994 en donde su lema “sin perdón no hay futuro pero sin confesión no existirá el perdón” se hizo famoso, Mandela muere hace unos días sabiendo que su pueblo, a pesar de que ya no hay apartheid millones de sudafricanos negros viven en la miseria, campea el desempleo, la violencia, la corrupción, la gestión pública como la política es ineficaz y desorganizada.

Al funeral llegaron Bill Clinton, Jimmy Carter, Barack Obama, George W Bush, con seguridad todos ellos habrán leído los pensamientos de Mandela, “La mayoría de los hombres que tienen éxito son propensos a adolecer de una cierta vanidad, llega el momento de su vida en el que consideran aceptable ser egoísta, tener el prurito de sentimiento exagerado de sí mismo y hacer alarde ante el público de sus excepcionales logros”

“A veces creo que conmigo la creación quería dar al mundo un ejemplo de un hombre mediocre en el sentido estricto de la palabra. No hay nada que pueda tentarme a hacer publicidad de mí mismo”.

El mundo no solo por las guerras del imperio o por el terrorismo inventado hasta sacarlo de proporciones o por el narcotráfico que beneficia a los estadounidenses y al resto de adictos sino por la desigualdad social, se enfrentan a una violencia criminal, inequidad e injusticias cotidianas como el bloqueo a Cuba, las sanciones al pueblo iraní, apartheid global que solo beneficia a un grupo de 7 países desarrollados para sostener el sistema capitalista.

Sistema que se aprovecha de una cobertura de libertad política y económica de democracia formal para encubrir un sistema imperialista de dominación militar y dependencia económica que cruza los océanos con los nuevos y más sofisticados portaviones, cada uno de ellos capaz de someter una región.

Estos son los representantes políticos de los maleficios de la democracia; esta visión con matices muy altos de prepotencia rodearon a Mandela y a su pueblo en su adiós. Es una visión deprimente por su hipocresía y tono conspirativo porque ignoran como enormes masas de personas en toda la tierra deambulan alimentados por la esperanza de que todo mejorara algún día.

Visitantes poderosos ignoran descaradamente los resultados catastróficos del calentamiento global y de la crisis económica que cada año que pasa aprieta más a todos los países más pobres del mundo, no les interesa que el sistema globalizado este detrás de todas estas calamidades.

Pretender que este sistema económico-político planificado por una cumbre de gobernantes de naciones desarrolladas va a solucionar todos los males ofreciendo con sus discursos acercar el cielo a la tierra es ridículo.

El adiós de Mandela se convirtió en una noticia descorazonada y amarga para su pueblo y para todos los practicantes de la libertad. Mundo enfrentado por polémicas comerciales, económicas, religiosos, sanciones diplomáticas, odios y discursos mentirosos que afectan como los misiles de los aviones no tripulados a los inocentes.

“Un hombre que le arrebate a otro su libertad es prisionero de su odio, está enterrado tras los barrotes del prejuicio y de la estrechez mental”.

“Para ser libre no se necesita solo despojarse de las propias cadenas sino vivir de una manera que respete y potencie la libertad de otros. El perdón libera el alma, elimina el miedo, por eso es una herramienta tan poderosa”. Mandela.



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Raul Crespo


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