Es conveniente entender qué se encierra detrás del pretendido ataque a Siria. No es un hecho aislado. Es uno de los medios estratégicos dentro de un conjunto de acciones orientadas a un fin último, cual es el dominio de Irán y a través de este hipotético logro alcanzar el dominio pleno de todo el Medio Oriente y sus fabulosas reservas de hidrocarburos. En este juego está inmersa, además, la estrategia de secularizar la hegemonía sionista representada por los influyentes lobbystas judíos en representación del poder económico y militar de Israel, aliada incondicional de la Casa Blanca y una especie de poder tras el trono. Revisemos que, tras los hechos del 11 de septiembre de 2001 y la consecuente aprobación por el Congreso de EE.UU de la Patriot Act, el presidente George W. Bush activó todo el Complejo Militar Industrial con sus socios de la OTAN para las invasiones de Afganistán e Irak. Es harto conocido que esta escalada guerrerista tiene una variada gama de explicaciones, que van desde lo geopolítico hasta lo geoeconómico, pasando por lo militar, lo financiero y lo industrial, llegando en última instancia a lo energético para así garantizarse a plenitud las provisiones de combustibles para manejar en el futuro predecible todo el complejo industrial de las potencias de occidente con el liderazgo de EE.UU.
Como todo eso lo entienden a la perfección los líderes de China y la Federación Rusa, en el sentido de que lo que se busca es lo logrado con Libia, han obstaculizado hasta ahora la decisión final, por ello no se ha producido la invasión
Todo, sin embargo, no está allanado. EE.UU confronta una serie interminable de problemas, tanto en lo interior como en sus relaciones internacionales. A lo interno, un reciente Informe del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado, deja en evidencia a la Patriot Act y a la Homeland Security (Seguridad Nacional), asegurando que los Departamentos de Fusión de Datos y de contraterrorismo de estos organismos, producen mayoritariamente “información sobre todo inútil”, “un montón de basura”. Asimismo, apuntan a que el proceder de este departamento contraviene la protección de libertades civiles y seguramente viole la privacidad de sus ciudadanos.
Esto no significa otra cosa que “cortinas de humo”, acciones de “distracción de la población”, problemas “inventados” que no buscan otra cosa que llevar a los estadounidenses a pensar en cuestiones del día a día.
Una de esas acciones, hechas públicas recientemente, informa que el Departamento de la “Homeland Security”, defendía sus 70 centros de fusión de datos como una forma de detectar terroristas y mantener un directorio de sospechosos, a lo que contesta el informe del senado, que apenas ha servido para este fin (es decir, no sirve para nada más que para distraer la atención), mientras que, al margen de investigaciones penales ordinarias, ha significado una constante violación de derechos de estadounidenses inocentes; la mayor parte de los datos acumulados carece de cualquier utilidad en la prevención y persecución del terrorismo. Por supuesto que los grandes medios de noticias e información nada dicen al respecto.
¿Qué tiene que ver esto con el potencial ataque a Siria. Es la misma metodología, engañosa y fraudulenta que utilizan para señalar los supuestos ataques con armas químicas del gobierno de Assad contra su población. Crean toda una cortina de humo, desarrollan esa matriz de opinión que casi todo el mundo acepta para así poner a punto las condiciones para el ambicionado y calculado ataque.
Aún hay más. El mismo informe asegura que estos departamentos almacenan información de personas en nada vinculadas con actos de terrorismo, ni potencialmente sospechosos de dicha actividad, pero si que lo hace sobre activistas de derechos civiles y delincuentes comunes, para lo que no es necesario en ningún caso el ingente despliegue de medios que, desde un día después del 11 de septiembre, se ha realizado con la excusa del terrorismo. 
Lo irónico de todo esto es que en nada resulta tranquilizador saber que los que velan por la seguridad de los ciudadanos de bien de este lado del Atlántico contra los malos, no lo hacen, ni con un correcto desempeño aunque cuentan para ello con los mejores medios.
En el ámbito internacional, el espionaje por demás sofisticado de EE.UU, valido de los más avanzados recursos científicos y tecnológicos, ha procurado y almacenado información cierta de la real situación que se vive en Siria, que más que una guerra civil, es un asedio terrorista por parte de grupos financiados económica, militar y logísticamente por un conjunto de gobiernos occidentales conjurados en la búsqueda de hacerle el juego a la mayor potencia militar y genocida que ha existido. El mundo sabe que no es la primera vez que países como EE.UU., Francia o Reino Unido tratan de iniciar una operación militar contra Siria. Según el presidente Assad, "intentaron convencer a Rusia y China para que cambiaran su postura en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero no lo lograron. No pudieron convencer a su pueblo y a todo el mundo de que su política en el Oriente Medio es inteligente y útil", señaló. Tanto los intereses rusos como chinos establecidos en Siria corren el peligro de las consecuencias de un ataque militar de la OTAN.
Las recientes acusaciones de los rebeldes y algunos líderes occidentales de un ataque con armas químicas por parte de las fuerzas gubernamentales son parte de la campaña de desinformación, misma estratagema que utilizaron para justificar sus ataques a Afganistán, Irak y Libia. Tales acusaciones son de carácter político, causadas por una serie de victorias de las fuerzas gubernamentales sirias sobre los terroristas.
En última instancia, los EE.UU no necesitan del visto bueno del Consejo de Seguridad para iniciar un ataque militar más. De eso tenemos cualquier manojo de expedientes en cartera.