En el primer párrafo del 18 Brumario, Marx expresa: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.
Quizás en América Latina nos toca vivir dos veces (o más) la tragedia.
La entronización del cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio como el papa Francisco, no puede ser tomada –aún por los cristianos católicos argentinos- con alharacas chovinista. Por el contrario, el drama al que asistimos es que, una vez más el maridaje CIA–Vaticano se refunda para acometer con su furia a los pueblos en revolución. El ALBA, la CELAC, la UNASUR, la revolución bolivariana están en la mira de sus misiles y de su cruz. Como hace 500 años la espada y la cruz contra los pueblos.
EEUU-Vaticano un añejo maridaje
A finales de la Segunda Guerra Mundial, luego de invadir Italia, a los EEUU se les creo un problema, cómo reconstruir el Estado italiano al servicio del capital. El caso es que el único sector cuyo prestigio era reconocido por el pueblo italiano eran los comunistas. El PCI, que había ganado sus medallas en la lucha antifacista, además fueron los que ajusticiaron a Benito Mussolini, il Ducce. Y para complicar más la cuestión estaban armados.
De allí que los yanquis concibieron un plan que descansó sobre tres ejes: el Vaticano, la mafia y ellos mismos. Washington proveyó el dinero, la mafia italiana los sicarios para asesinar comunistas y sembrar el terror y el Vaticano santificó la cruzada al tiempo que rearmaba la vieja Democracia Cristiana. Eran los tiempos del papa Pio XII, también conocido como el papa-nazi.
Años más tarde más tarde, a fines de los años ´70 llega al Vaticano Juan Pablo II (1978) en tanto que Ronald Reagan lo hace a la presidencia de los EEUU (1980).
La entronización del cardenal polaco, fue un acto más de la Guerra Fría y de la ofensiva yanqui contra la Unión Soviética y el comunismo. La alianza entre la CIA y el Opus Dei permitió que, a la muerte de Paulo VI depositaran a Karol Wojtyla -el hombre que el Opus eligió para ser papa- en la “silla de San Pedro”. A tal punto era un soldado fiel Karol Wojtyla, que en la Villa Tevere, cuartel general del Opus Dei en Roma bajó a rezar ante la tumba de monseñor Escrivá de Balaguer (creador de la orden) antes de entrar en el cónclave del que saldría Papa.
La lucha contra el comunismo de Juan Pablo II tuvo un capítulo especial en América Latina. Por esos años los sandinistas habían derrocado al dictador nicaragüense Anastasio Somosa, y contra todas las posibilidades de la época erigieron un gobierno popular (1979) en la Nicaragua de Sandino. En el gobierno rojo y negro, cuatro sacerdotes católicos eran ministros. La influencia de la llamada iglesia de los pobres, que se sostenía en la Teología de la Liberación, creció por Centroamérica y el resto de América Latina.
Entonces el Vaticano y Washington decidieron que algo había que hacer.
Mientras Reagan instalaba a los contras en la frontera entre Honduras y Nicaragua para atacar a los sandinistas, el Vaticano organizó el viaje de Wojtyla a Nicaragua, como una nueva cruzada. Ahora contra la herejía comunista. Mucho ya se ha escrito sobre esos hechos y dejamos ahí la crónica.
Finalmente la iglesia logró domesticar y enmudecer a los curas de los pobres, en tanto uno de los periodos más reaccionarios del siglo XX se expandía sobre el planeta y a América Latina. El maridaje entre EEUU y el Vaticano, cosechaba sus frutos.
Los pueblos latinoamericanos se rebelan
Tras la denominada Década perdida los pueblos latinoamericanos retomaron la iniciativa en las luchas sociales y políticas. De a poco se han ido conformando gobiernos populares, y en Venezuela un coronel del ejército llegó a la presidencia. Con Hugo Chávez Frías, el continente encontró un líder revolucionario, que sintetizó los sentimientos populares, inclusive los religiosos con la teoría del socialismo. Y nació la revolución bolivariana cuyo ejemplo se expandió por el continente y por el planeta.
Con altibajos la revolución se fue consolidando, pero el 5 de marzo, sufrimos un terrible golpe. Falleció el comandante Chávez. Y aunque el pueblo venezolano está galvanizado y se apresta a dar duras batallas para fortalecer la revolución, todos hemos sido impactados por esta muerte.
En la otra punta del mundo, otra noticia conmovió a la feligresía católica. El papa Benedicto XVI, el cardenal Ratzinger (ex miembro de las juventudes hitlerianas en los años ´40) renunció al papado.
Se fue.
Las razones todavía son motivo de especulación. Pero más allá de cualquiera que se pueda esgrimir, lo cierto es que este obispo ultra conservador no pudo sostener la batalla contra los pueblos del Tercer Mundo. Este mundo de desarrapados y rebeldes continúa intentando revoluciones.
Cambiar el libreto y dar de nuevo
Como con Wojtyla, el Vaticano y el imperialismo juegan una carta fuerte. Hoy acaban de elegir a un papa latinoamericano, argentino. Jorge Bergoglio, arzobispo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, será el próximo en sentarse en la silla de San Pedro. La misión no puede ser más clara, la misma que le encargaron al polaco: acabar con los comunistas latinoamericanos.
Y el nuevo papa tiene curriculum para mostrar en este caso. Pertenece a la orden de los jesuitas que durante la dictadura genocida fueron cómplices con las sucesivas Juntas Militares y fundamentalmente colaboraron con el almirante Emilio Massera. A Bergoglio se le imputa un papel especial en el operativo militar que culminó con el secuestro de los religiosos Orlando Yorio y Francisco Jalics, en mayo de 1976, que fueron detenidos-desaparecidos durante cinco meses. Junto a ellos también fueron secuestrados cuatro catequistas y dos de sus esposos. Entre ellos estaban Mónica Candelaria Mignone, hija del fundador del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), Emilio Mignone, y María Marta Vázquez Ocampo, (hija) de la presidente de las Madres de Plaza de Mayo. Esto ha sido detallado por el periodista Horacio Verbitsky, en dos libros y varios artículos periodísticos.
Con la vuelta a la democracia, y durante el gobierno de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, el arzobispo porteño enfrentó medidas progresistas impulsadas por el gobierno nacional como el matrimonio igualitario y el aborto terapéutico. Con respecto al primer punto expresó: “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una “movida” del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”. Al ser reglamentado el aborto no punible en la Ciudad, el entonces arzobispo de Buenos Aires dio a conocer un comunicado, expresando que “se avanza deliberadamente en limitar y eliminar el valor supremo de la vida e ignorar los derechos de los niños por nacer”.
En tanto los periodistas chovinistas, han afirmado que el Bergoglio es el hombre más importante de la historia argentina.
Un mar de muertos nos separa. Mientras de un lado está la Iglesia Católica y el papa Francisco -cómplices y encubridores de la dictadura genocida en la Argentina- del otro está el pueblo, la clase trabajadora y héroes verdaderos de la talla del Che, San Martín, Mariano Moreno, Juana Azurduy y otros tantos y tantas que han luchado por una patria sin opresores.
Nadie puede llamarse a engaño, Francisco será un papa reaccionario como el que más y su papel es combatir a los pueblos latinoamericanos en revolución. El Vaticano ha tomado debida cuenta de que Chávez y la revolución bolivariana no es el cuco comunista que “fusila curas” contra el que ellos estaban acostumbrados a combatir. El chavismo -más allá de las creencias personales de cada persona- ha logrado que el cristianismo sea visto nuevamente por los creyentes como la religión de los pobres, de los desheredados, de los que luchan por su redención acá en la tierra apuntando con su rebeldía a los poderosos y los capitalistas. Para el imperialismo y el Vaticano, eso es más peligroso que el viejo comunismo ateo al que combatieron por décadas.
Para los pueblos, los militantes, los revolucionarios de América Latina no puede haber confusión. El imperialismo viene por nosotros, viene a exterminar las revoluciones en marcha, a aplastar toda semilla de rebeldía. Además de la IV flota, las bases militares, las ONG desestabilizadoras, ahora se trae un papa bajo el brazo.
Cerrar fila contra el imperialismo y sus lacayos es la consigna de la hora.
Viviremos y venceremos
Hasta el socialismo siempre
*antonfoyel@gmail.com