Las antorchas que hablan por Gaitán

Se ha cumplido el centenario del nacimiento del gran líder asesinado en Bogotá un 9 de abril de 1948. Ese cruel asesinato, planificado por la oligarquía colombiana, hizo que se escribiera un libro testimonial titulado por su autor Arturo Alape “El Bogotazo” que ha recorrido –como fantasma- muchas naciones del mundo narrando esos acontecimientos donde un pueblo bravo y enardecido, unos luchando por derrocar al Gobierno y otros saqueando, quiso cobrar venganza por la pérdida del más importante líder que tenía el pueblo colombiano en ese tiempo.

       La oligarquía, tanto la conservadora como la liberal, estaba asustada del inobjetable triunfo de Jorge Eliécer Gaitán en el proceso electoral que decidiría al nuevo Presidente de la República. Gaitán tenía una consigna que les hacía temblar: “Derrotaremos a la oligarquía liberal y aniquilaremos a la oligarquía conservadora”. Era como darle todo el poder al pueblo. Era como recordar eso que hizo que los bolcheviques se ganaran los sentimientos del pueblo ruso con aquello de “Todo el poder a los Soviets”. Gaitán, sin anunciar públicamente ser de concepción comunista, tenía profunda claridad sobre la democracia política. Sabía que la representativa era para favorecer exclusivamente los intereses económicos y los privilegios de la burguesía mientras que la directa (que otros conocen como participativa) expresaba el sueño de los explotados y los oprimidos para poder ser protagonistas verdaderos de su destino.

Gaitán está entre los tres más grandes oradores de la América Latina en todos sus tiempos. Los otros dos, a mi juicio, son Fidel Castro y Evita Perón. Gaitán electrizaba las masas, sabía conducirlas, las orientaba, les hacía asimilar y fortalecer la conciencia y las llenaba de esa locura que es indispensable para hacer realidad todo sueño grande de pueblo. Además, su nivel de conocimientos y, especialmente, de la política y del derecho era muy superior al resto de líderes de masas de ese tiempo en toda América Latina y el Caribe.

La Marcha de las Antorchas en la Bogotá de aquel mes de julio de 1847 fue una obra maestra de Gaitán. Su Oración por la Paz fue la pieza oratoria de una ideología demasiado avanzada para los colombianos de  esa época que la oligarquía no iba a permitir calara en los sentimientos del pueblo. Gaitán veía mucho más lejos que todos esos políticos que sólo se conformaban con mirar las realidades para contemplar sólo en beneficio de esos grupos pequeños que se reparten la mayor parte de las ganancias para dejar al pueblo sólo migajas. Por eso decía: “trabajar honda y apasionadamente en el cambio de una cultura, que despierte en el pueblo voluntad para regir directamente sus destinos”. Los primeros años de la gloriosa Revolución de Octubre de 1917 en Rusia habían despertado muchas curiosidades en trabajadores y políticos latinoamericanos y caribeños pero –igualmente- mucho odio contra el socialismo en las mentes de los oligarcas y sus epígonos.

Las Antorchas, en la concepción gaitanista de la lucha de clases, eran un símbolo de protesta pero también de sueño por la democracia directa, de combate pero asimismo de luz que nazca y luzca para todos. Por eso, según el coronel Ricaurte en entrevista que le hizo don Arturo Alape, le dijo: “cada cual hizo su propia antorcha, comenzamos a caminar y se nos abrieron las puertas de la ciudad”. De allí que las Antorchas representaban ese ansia del pueblo por asirse del poder para construir una nueva sociedad de justos y no de injustos.

Gaitán, con solo sus discursos, colocaba a la oligarquía en la defensiva mientras que al pueblo le encaminaba hacia la ofensiva política. Lamentablemente, con su asesinato, los espíritus de las masas carecieron de las palabras directas y en vivo del líder que las cautivaba en la lucha política por la conquista de sus más preciados sueños en ese tiempo. Detrás de Gaitán no quedó ningún dirigente gaitanista que lo suplantara en la lucha directa por el poder político y, mucho menos, en esa oratoria que convierte a la masa también en orador.

Al cumplirse el centenario del nacimiento del líder (que muchos llamaron caudillo a mi juicio erróneamente) don Jorge Eliécer Gaitán lo que más vale es el estudio de su obra y su pensamiento como una fuente de enriquecimiento del conocimiento y de impulso a la lucha de los pueblos por la conquista de su redención social. Que Gloria, su hija, viva un centenario y más para que siga estando orgullosa de la acción y del pensamiento de su padre: el inimitable líder de izquierda don Jorge Eliécer Gaitán.



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Freddy Yépez


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