Días atrás fue efectuada la exhumación del recordado líder palestino Yasser Arafat, con la aparente finalidad de determinar las causas de su muerte. Tal evento viola principios del Derecho Internacional y preocupa a millones de mujeres y hombres solidarios con ese digno pueblo árabe que lucha por el reconocimiento de sus derechos territoriales.
En dicha zona no hay Estado de Derecho y por ende no habría certeza jurídica en una exhumación asediada por los invasores sionistas. Evidentemente Israel es un Estado gobernado por una elite ultraderechista financiada por el Imperialismo gringo que desarrolla una guerra genocida y cualquier procedimiento técnico judicial fácilmente podría ser manipulado por los enemigos de Palestina con fines de propaganda política perversa.
Un caso comparable al aquí mencionado fue la exhumación de Salvador Allende, el primer revolucionario marxista en llegar al poder por la vía electoral. Se sabe que este fue asesinado durante aquel fascista Golpe de Estado del 11 de septiembre del año 1973, pero la engañosa autopsia de los funcionarios obedientes al régimen de facto estableció que Allende se había suicidado con el mismo fusil que usó para defenderse de los aviones y soldados alzados que arremetieron contra La Moneda.
Casi 40 años después de ese crimen, en un Chile todavía gobernado por la derecha anticomunista y fascista, se practicó una exhumación que ratificó la nefasta versión del suicidio. En la actualidad un resultado semejante se buscaría con el envenenado Arafat, para de esta manera golpear moral y espiritualmente al hoy bombardeado pero resistente pueblo palestino.
En resumen, genocidas en cualquier parte del mundo exhuman revolucionarios para hacer creer que no fueron héroes, sino locos comunistas que se suicidaron. Los han querido desenterrar para falsificar la historia.
Constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales.
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