La historia del negro en una universidad de Alemania

Esto lo escribo porque me llego al tintero, desde el correo de una gran amiga BELINDA ESLAVA, sobrina de un eminente y amigo médico Cardiólogo Dr. Jesús Eslava, a quien por cierto su trabajo que ese del colectivo,  denominado HEMOGASODINAMIA, no ha sido puesto en práctica y eso que se relaciona con la salud y abarata los costos en el control de las enfermedades cardiacas, sustituye en parte al cateterismo, vía cruel que se tiene,  para diagnosticar ciertas enfermedades cardíacas, que su sistema las detecta sin graves consecuencias a la salud.

Pero bueno, paso a llevarles el correo y solo lo dejo allí, para que lo analicen y den su opinión. Por eso es que los que se tiran los cabellos ahora, por estar pasando por una revolución marcada de éxitos, le tiran a las clases sociales, sabiendo  que todos somos iguales y que dependemos de nuestro criterio, de nuestra bondad, de nuestra gallardía  y de nuestra experiencia para tener un mundo mejor..Les dejo esto!“Una historia de apenas tres párrafos se convirtió en el artículo más leído del periódico el País de España, en su página de internet. Son líneas conmovedoras sobre la inmigración, uno de los temas más delicados y que mayor preocupación genera entre los ciudadanos europeos. La anécdota que cuenta Rosa Montero es uno de los temas más comentados en redes sociales y considerada por el escritor brasilero Paulo Coelho como lectura obligada. Este es el mensaje:‘El negro’ Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos"."Hay algunos Tontos que todavía creen que los indígenas son de otro país...Y recordemos que la gallardía no está en el color de la piel...”

El autor es: Dr.

reveron.jose@gmail.com

 




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José Agustín Reverón Orta


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