Cancelar las elecciones haciendo a un lado a Peña Nieto: asunto peligroso de Estado

1. López Obrador, Carmen Aristegui y los más destacados del movimiento estudiantil  “Yo soy 132”, me parece, se han puesto “de pechito” con sus cuestionamientos y protestas valientes contra el fraude electoral, para que bien pagados asesinos –a falta de argumentos de defensa ante miles de acusaciones- busquen golpearlos y herirlos. Se supone que en el “México moderno” el “México bronco” ha sido superado con creces, pero no está de más advertir que el gobierno tiene la obligación de vigilar que nada intimide a esos valiosos personajes, de lo contrario –ahora sí- podrían revivir al “México bronco”. ¿Puede olvidarse que Peña garantiza “reformas estructurales, mayor privatización, enormes ganancias empresariales, que son asuntos de Estado?

2. Recibo a diario varios correos, muy puntuales, de gente pagada por el PAN y el PRI para que reenvíen artículos de Ricardo Alemán, Pablo Hiriat, Avilés Fabila,  Fernández Menéndez, además de otros comentarios violentos contra López Obrador, Carmen Aristegui y el “Yo soy 132”, diciendo que son lo mismo y que lo mejor es que se vayan a la “chingada”. Pienso que algunas gentes “civilizadas” no acudirían a métodos violentos, pero que tal los miles de millones de desempleados que con un pago para esos fines pueden comer las próximas semanas. Yo sé que los que estamos metidos en estos asuntos –y no estamos guardaditos en nuestra casa enrollados en nuestra cama- en cualquier momento nos puede tocar, pero es mejor que no nos toque.

3. Con las pruebas reunidas por López Obrador sobre la compra de cinco millones de votos con tarjetas de la empresa comercial Soriana y los datos que ha difundido Aristegui en su programa de radio, cualquier “candidato presidencial ganador” en otro país ya estuviera fuera de la contienda, pero en México –segundo país más poblado y poderoso de América Latina- es problema mucho más difícil porque se convierte en un asunto muy grande, extremadamente complicado, porque atrás se mueven intereses millonarios. Si le da la clase dominante un nuevo carpetazo a las protestas no pasaría mucho de manera inmediata, pero estaría sentando un precedente que podría llevar a grandes acciones violentas contra el gobierno y los empresarios.

4. Carmen Aristegui –hasta hoy por mucho, la mejor conductora de radio y TV de México- sin ser una abierta y declarada lópezobradorista, en su programa de radio de cuatro horas en cinco días de la semana, ha logrado abrir los ojos y oídos a cientos de miles de personas. En cientos de entrevistas muy agudas –forzando sabiamente, es decir, de manera inteligente a los entrevistados-  ha logrado clarificar varias decenas de asuntos de carácter regional y nacional. Nos ha proporcionado miles de cifras acerca de las ganancias de los negocios comerciales y de la manera en que operan tarjetas y ofertas con políticos y millonarios. Además Aristegui ha desmenuzado la forma de actuar de Televisa, los pederastas y de los Legionarios de Cristo.

5. Pero los jóvenes estudiantes del Yo soy 132 parecen ser los más vigilados por la policía por la gran fuerza demostrada en sus manifestaciones en las calles. En 1968 casi hubo unanimidad de la clase política y empresarial, así como de los medios de información, para calumniarnos y condenarnos. Pasados 44 años esa clase dominante ha cambiado de discurso reconociendo la honestidad y limpieza de los estudiantes, pero en realidad no ha dejado de buscar la forma de dividirlos, han empezado a calumniarlos, reprimir a algunos de sus miembros y no es difícil que se inicie una abierta represión contra ellos. En la medida que se reúnen más pruebas contra la compra de votos, Televisa, el PRI y Peña, pueden avanzar hacia el descabezamiento.

6. Las pruebas contra el fraude preelectoral y de los comicios son ya suficientes; pero lo más seguro es que sean desechadas por la FEPADE, EL TRIFE Y EL IFE, que son instituciones al servicio del Estado. Luego tendrá que venir las manifestaciones, plantones, tomas de edificios y carreteras exigiendo la realización de nuevas elecciones; pero eso es lo que no quiere el PRI y las demás clases dominantes. Seguramente entrarán en acción nuevos personajes del gobierno, del PRI y de la misma oposición lópezobradorista. Por ello hay que exigir a Peña que renuncia y se someta a nuevas elecciones. Entre tanto hay que adelantar que si no se quiere que México entre a otra etapa de lucha conviene que Peña y el PRI reconozcan que no podrán gobernar. (11/VII/12)

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Pedro Echeverría V


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