La semana pasada el cohete Falcón 9 de la empresa Space Exploration Technologies (Space X) despego de Cabo Cañaveral en Florida dando el primer paso para la privatización del espacio que incluye vuelos de carga para la estación espacial internacional (EEI) próximamente se baraja la posibilidad que el turismo haga su negocio en el espacio. La NASA que dio por finalizado la era de los trasbordadores firmo un contrato por 1600 millones de dólares con Space X para una docena de vuelos hacia la EEI que gira a 385 Km de la tierra.
A los ojos del mundo la apertura del espacio a empresas fuera del orden gubernamental-militar tiene una importancia especial porque se ha desbloqueado supuestamente el camino de la historia espacial de nuestro tiempo equivalente a decir que, en crisis económica EEUU prefiere apartar a la ciencia espacial en vez de disminuir los gastos de defensa, fiel sello del imperialismo a la que deben someterse las pulsaciones del universo que retrasan la democracia en la tierra.
La ciencia civil estadounidense a nivel de tecnología espacial vive una obsesión por el fracaso, condena ética y política absoluta por una ciencia y tecnología secuestrada por los militares con imposiciones inexplicables propias de un sistema que rige este mundo encargado de entrada de ahuyentar todo intento de desarrollo tecnológico para todos armonizado con la naturaleza, y en particular, por tratar la ciencia y la tecnología como un elemento discriminatorio en la historia de la democracia.
Ciencia utilizada por EEUU y Europa para crímenes de masa de manera violenta por el uso de las armas o como muerte lenta por acción de la pobreza, es la actitud política del capitalismo, moral expresada con mayor fuerza después de la segunda guerra mundial contra otro terror provocado por el estalinismo contrincante por antonomasia del fascismo y no por lejano menos sospechoso con el anticomunismo propio del fascismo, obstáculo altamente efectivo para utilizar la ciencia y la tecnología como elemento de exterminio masivo; solución final espera en los silos nucleares de oriente y occidente, Ojala que la apertura del espacio permita que la ciencia civil aporte para una mayor democracia universal.
Hasta ahora los militares supervisaban a las empresas de EEUU, Europa, Japón y Rusia que desarrollaban vehículos espaciales para viajar al espacio a la estación internacional que cuesta 100.000 millones de dólares, 50 de ellos colocados por EEUU; con esta apertura la ciencia y tecnología espacial se masificara hasta proyectos que en principio parecerán de ciencia ficción utilizando a Marte como plataforma para viajes a lo profundo del espacio para colonizar otros planetas que la astronomía ya ubico, queda poco tiempo para convertirnos en terrícolas marcianos.
La privatización del espacio tiene mucho que ver con la competencia con Rusia y China, a los rusos el asiento y el vuelo les cuesta 53 millones de dólares en las capsulas Soyuz, China no ha enviado vuelos tripulados aún cuando dispone de astronautas en la EEI, en estos momentos la NASA financia a empresas privadas como Boeing, Sierra Nevada, Blue Origen entre otras (contratistas del pentágono) el desarrollo de vehículos capaz de retornar del espacio con carga de investigaciones científicas como lo hacían los trasbordadores y como lo hará la cápsula Dragon de 10 metros cúbicos con capacidad para 7 astronautas o una carga útil máxima de 6 toneladas pero solo transportara logística a la estación por 3.3 toneladas hasta cogerle el golpe.
Oportunidad de viajar al espacio se encontraba obstruida por el monopolio militar siempre en fuerte competencia con el lado oriental haciéndonos creer que la tecnología rusa, china, estaba sumida en la impotencia y el fracaso, desparpajo moral cuando en sus misiones el lado oriental no perdió vidas humanas como si lo hizo la NASA con los transbordadores Challanger y Discovery, recordatorio de que la ciencia no puede quedarse estancada porque la tecnología se queda obsoleta.
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