El ALBA y Gadhafi

La verdad continúa siendo la primera víctima de los conflictos políticos (sean pacíficos, semipacíficos, violentos o semiviolentos) que se producen en el mundo. Las escoltas de mentiras son muy numerosas y se lanzan al aire respaldadas por las bombas, artillerías, balas y mercenarios que arrasan la tierra y a poblaciones humanas para imponer políticas de reparto y rapiña de riqueza económica en beneficio de las naciones imperialistas.

 Un poco más que la pobreza que existe para la inmensa mayoría de la humanidad está resultando más abominable, en los sentimientos de los explotados y oprimidos, que el capitalismo ahora se burla con cinismo y con descaro del sufrimiento de los que viven en la miseria y no han hecho valer su fundamental derecho político de: hacer la revolución para no seguir perdiendo tanto tiempo en interpretar el mundo, porque lo más importante es transformarlo de pies a cabeza para vencer por siempre al capitalismo salvaje construyendo el socialismo.

 La intervención militar de la OTAN en Libia con la escolta de mentiras de proteger civiles pero que en verdad ha sido para derrocar a Gadhafi y hacerse los imperialistas los dueños de la riqueza económica de esa importante nación árabe, se ha creado un caldo de cultivo para que los periodistas de los medios de comunicación del capitalismo o privados hayan dado rienda suelta a especulaciones de toda naturaleza, a la venta de mentiras adornadas de arte y, especialmente, a burlas grotescas sobre los presidentes de Bolivia, Ecuador, Cuba, Venezuela y Nicaragua tratando de hacerlos ver igualitos a Gadhafi por ser los únicos gobernantes en el mundo que continúan expresando solidaridad con el ya prácticamente derrocado y clandestino Presidente de Libia. En verdad, sería ridículo e inocente pretender que los medios de comunicación más poderosos del capitalismo o de la propiedad privada nos brinden, siempre, una información detallada de las realidades del mundo –en general- o de cada nación –en lo particular- y, muchísimo menos, de las guerras imperialistas porque eso sería como guillotinarse su propio pescuezo. Y que se sepa, el imperialismo no tiene pescuezo de gallina. La mentira será, todo el tiempo, su arma teórica más importante que le sirva de sostén doctrinario para acometer sus abominables acciones de destrucción masiva y de dominación salvaje del mundo. Frente a eso, quienes combaten al imperialismo –en particular- y al capitalismo –en general-, desde el punto de vista de las ideas en medios de comunicación, están en la terrible desventaja, hasta ahora o por ahora, que viene determinado por el poder económico concentrado en poquísimas manos que son las de los grandes amos de la propiedad privada monopolista que, junto al Estado que se alza sobre ella, son causas de los grandes males que padece el mundo actual y que sólo serán superables cuando el proletariado internacional y sus vanguardias políticas triunfantes se decidan a construir el socialismo como un sistema de relaciones desinteresadas entre las personas, como una expresión de amistad sin intrigas, sin envidias y sin elementos que envilezcan el amor y el sentido de la solidaridad entre los seres humanos.

 La intervención nmilitar de la OTAN en Libia y el derrocamiennto de Gadhafi demuestran, entre tantas cosas, que la lucha revolucionaria contra el imperialismo –en particular- y contra el capitalismo –en general- es mucho más internacional que nacional tal como lo es también el triunfo y construcción del socialismo. Las corrientes políticas que se opongan a esas verdades, fracasarán como todos aquellos que intenten frenar el desbordamiento de las aguas de un río colocando muros de cartón o paredes de algodón. Es de obligatoriedad quelos proletarios más ilustrados y sus organizaciones políticas de vanguardia clasista dominen, de cabo a rabo y de rabo a cabo, todo el compendio teórico de la ley del desarrollo desigual y combinado para poder entender todas las complejidades generales y particularidades del mundo actual porque eso garantiza, junto al dominio de la dialéctica, la realización de análisis correctos de la situación internacional y nacionales como, igualmente, la eleboración de estrategia y táctica acertadas sobre la base de una exacta apreciación delacorrelación de fuerzas sociales que se disputan la supremacía política en este tiempo donde imperan los lados más oscuros y tétricos de la globalización capitalista salvaje.

 Hay medidas –fundamentalmente- políticas necesarias pero que no son suficientes para combatir con éxito a las políticas imperialistas, porque son los imperialistas y o otros los principales enemigos de la humanidad en este momento de la historia de la lucha de clases y de la lucha entre naciones. Vivimos una era en que con solo el voto del imperialismo estadounidense en la ONU es suficiente para aprobar o rechazar una decisión de la aplastante mayoría de los países que coforman esa organización política internacional. El ALBA, por ejemplo, ha condenado y rechazado la intervención militar de la OTAN en Libia y eso debe aplaudirse sin duda alguna. Sin embargo, aunque es correcta la posición del ALBA, eso no afecta en nada la ejecución de las políticas imperialistas e intervencionistas ni en Libia ni en otras regiones. Baste con saber que la aplastante mayoría de los Estados árabes festeja con alegría inusitada la intervención de la OTAN en Libia y, peor aún, gente del propio pueblo libio la acepta y se vale de ella para derrocar a Gadhafi. Respetable, si se quiere, fue la posición del Primer Ministro turco que visitó a Trípolí para dar su apoyo al Consejo Nacional de Transición pero alertó a éste que no se dejara influenciar para que gobiernos de la OTAN metiera sus manos en las decisiones que corresponderán al gobierno que sucederá al del derrocado Gadhafi. Pero esa posición respetable no debe significar ni que tengamos que apoyar al CNT libio como tampoco a la OTAN, al Estado turco e incluso al extinto gobierno de Gadhafi. La potestad más respetable es la que corresponde al pueblo libio de tener la primera opción de hacer valer su derecho a la autodeterminación, aunque el derecho al internacionalismo revolucionario debe ser siempre enaltecido como la mayor y mejor expresión de la solidaridad entre los pueblos para la conquista de su redención social. Sin esa solidaridad nada puede hacerse en este mundo para liberarlo de las cadenas que le oprime por voluntad del poder imperialista.

 Hay medidas de política económica que de manera aislada, en este mundo actual, que no surtirían ningún efecto para contrarrestar políticas imperialistas de intervención –especialmente- armada en los asuntos internos de otras naciones. Pongamos un ejemplo: supongamos que Venezuela deje de venderle petróleo a Estados Unidos y los demás países exportadores de ese mineral le sigan enviando su cuota correspondiente, en nada afectaría las incursiojes militares del Estado estadounidense en los asuntos internos de otras naciones. ¡He allí otra prueba de la necesidad de internacionalizar de la lucha revolucionaria para poder derrocar al perverso poder imperialista! Pongamos otro ejemplo de cómo se evitaría o se dificultaría una incursión armada de la OTAN o de una nación imperialista en otro país: que los Estados de la OPEP paralicen de inmediato el envío de petróleo a las naciones imperialistas. Eso sí obligaría a los imperialistas a pensar, porque les resultaría difícil invadir atodos los países exportadores depetróleo al mismo tiempo. Tienen la experiencia de lo que les ha costado invadir en cayapa a Libia, entonces: ¿qué podría sucederles si lo hacen contra el mundo árabe completo más otras naciones como Venezuela, Ecuador, México? Pero una decisión de cortar el suministro de petróleo a los imperialistas por todos los países exportadores de ese estratégico mineral en este tiempo, suena mucho más a utopía que a realidad. Los imperialistas cuentan con demasiados gobiernos epígonos en esta época. Sólo sería posible si el proletariado de esos países, rompiendo con las cadenas del nacionalismo, asume su papel protagónico de hacer la revolución para impúlsar la transformación del mundo capitalista en socialista. Hacia ese horizonte conduce la historia de la lucha de clases y la lucha entre las naciones imperialistas y las que claman por su redención económicosocial. Las ruedas de la locomotora de la historia son capaces de romper o triturar todos los escollos que se interpongan en su recorrido.



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Freddy Yépez


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