Libia: en el límite de todo

Es una guerra genocida, la del mundo de Davos contra Libia: la zona de exclusión aérea tendrá el alcance de una intervención militar de largo alcance. No hay sorpresa, ahora la Unión Europea asume directamente su cuota en la guerra del caos. Guerra anunciada, planificada, desde hace varios meses. La verdad cínica difundida rabiosamente por las mass media: habrá, necesariamente, “muerte de civiles para proteger la población civil”: los genocidas de Davos, la impunidad que se supone para siempre.

Asistimos a la quiebra absoluta de la ONU. A contrapelo, la élite imperial impone la eficacia destructora de la OTAN, la arquitectura de la política que se reconoce en el odio a la democracia y el vasallaje a la autodeterminación de los pueblos.

Desde mediados de la década pasada, asistimos al relanzamiento riguroso de la política/ideología del libre mercado. Particularmente en Europa y en Estados Unidos, la élite imperial realiza una precisa vuelta de tuerca con la marca de la rigurosa austeridad, la creciente y extrema exclusión/explotación social y el libreto de la sabiduría del mercado; afincando sobre todo la supremacía del capital financiero y la guerra pura en todos las esferas de la vida.

La vida democrática, la paz, los pueblos del mundo, están siendo interpeladas, amenazadas y atacados por el avance de corrientes totalitarias de derechas. La ignominiosa resolución del Consejo de Seguridad (abdicación que empobrece la vida y sus ilusiones); en ese tope con la vil canalla nos encontramos. Ciertamente: “ay amigos, no hay amigos” en ese mundo caótico del poder global.

En la gestión capitalista de la crisis es cada vez más evidente el peso del totalitarismo y el retroceso de la democracia; y es previsible que el escenario de duras y áspera confrontaciones bélicas se consolide y potencie. La militarización de la política y la consecuencia inmediata de un clima guerrero está alterando, sensiblemente, la precaria paz mundial. Este es un dato que tiene demasiado peso en la política nacional, dada la naturaleza político/ideológica de la derecha, de sectores importantes de la burguesía y las clases medias. La oposición tiene la textura, el estilo y el contenido de clase de las elites desafiliadas y el capital financiero: esto es de la ultrapolítica, la guerra pura, el individualismo exacerbado y el consumo destructivo.

Con los ataques a Libia estamos en el borde: no hay dudas que la intervención militar tiene como uno de sus objetivos el petróleo de la nación africana. Pero la izquierda, los socialistas, no podemos obviar que el ataque es contra la autonomía, la emancipación y la libertad de los pueblos.

En el límite, en Libia, lo que se decide es si vamos a vivir en un mundo habitable y perdurable o en este mundo sin sentido del poder global y la guerra del caos: los nazis no avanzan cuando hay solidaridad. El totalitarismo, el neofascismo de la élite imperial tiene que ser confrontado y derrotado con la movilización política de los pueblos. La victoria del pueblo vietnamita, “ayer mismo”.

El problema real es la “eterna” vida del capital, la capacidad del capitalismo para vivir en crisis y solaparlas de la mano eficaz de la guerra y la ideología del mercado.

La crisis mundial del sistema capitalista plantea la transición hacia otro sistema. Está planteado el problema “de que” sustituirá al capitalismo: asistimos a una guerra política cuyo desenlace no sabemos, que desde ya no podemos visualizar. Diversas y variadas alternativas están en juego, todas son posibles. No puede obviarse la posibilidad que surja, como resultado de la crisis capitalista, un sistema extremadamente más injusto y cruel que el actual: la sobrevivencia del capitalismo, la crisis terminal del capitalismo mundial puede tener el costo, para la humanidad, para el planeta Tierra de una barbarie extrema.

Hay que hacerse cargo del fin del capitalismo y de la incertidumbre que tal desenlace genera. Hay que contribuir decisivamente a que la salida de la crisis mundial del capitalismo, que su crisis terminal no sea exorcizada por la lógica del capital y menos aún que ese desenlace sea la cruel violencia que conlleva la globalización neoliberal. Como sabemos, nuestra revolución tiene un peso significativo en la contraofensiva mundial contra el capital que las fuerzas (diversas y plurales como los dioses mandan) del cambio revolucionario desarrollan a escala mundial.

Libia en el límite: espera por la izquierda y el socialismo; aguarda la solidaridad y el compromiso político del don de la alianza con la paz y la vida. ¡Quien recibe está obligado a dar!: ley de la vida.

fclugo50@gmail.com


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Francisco Cedeño


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