La historia es rica en enseñanzas, su estudio y reflexión nos ayudaría a comprender todo lo que hoy nos sucede o acontecerá y muchas veces a cambiar de actitud; no hay duda que nuestra actual pobreza social y política se debe en gran parte, a la falta de una buena alimentación de todos esos sucesos que fría y estáticamente se encuentran inertes en millones de páginas muertas, cuya coraza ha sido sepultada en las pocas bibliotecas públicas y privadas de nuestro país. Al respecto decía el sabio Eclesiastés: "Lo que fue volverá a ser, lo que se hizo se hará nuevamente; no hay nada nuevo bajo el Sol; y si te dicen, miren esto es nuevo, aun eso ya fue en siglos anteriores; no hay memoria de los ancianos, igual pasará con sus descendientes, nadie los recordará entre los que existan después". En tal sentido, siento un inmenso dolor al evocar como antes y al principio de la falsía democracia, había algo de interés en nuestros funcionarios públicos por publicar nuestras raíces, nuestra historia y nuestra cultura (aunque menospreciaban muchas verdades), ejemplo de ello lo encontramos en el Concejo Municipal de Valencia, quién para conmemorar la fecha Cuatricentenaria de la Fundación de Valencia en 1955, ordenó la impresión de esas crónicas entusiastas de la antigua ciudad, con la añoranza y la melancolía del pasado, fuente de tradición veraz, para vislumbrar y afirmar mejor la visión de nuevos tiempos, se trata de la obra del viejo periodista Don José María Godoy Fonseca, titulada "Valencia de Antaño y Hogaño", igualmente se editó la obra intitulada "Poetas y Prosadores Carabobeños", de los intelectuales Enrique Grooscors Páez y Luis Guevara, la cual contiene la evolución que ha tenido la cultura desde los comienzos de nuestra emancipación hasta esos días de 1955. Es por ello que exhorto tanto al Ejecutivo, como a los Municipios del estado Carabobo (esto vale para toda Venezuela), para que no sigan publicando poquedad, y obras vacías y con contenido gaznápiro, cuando existen valiosos libros cuya reedición, debidamente revisada y actualizada, colmaría el hambre espiritual y cultural de los hijos de nuestras hermosas ciudades. Por cierto, a los fines de sensibilizar a quienes tienen el poder en sus manos (imperio norteamericano) o ambicionan poseerlo (diputados o asambleístas), les traigo el siguiente relato bíblico que no dudo en considerarlo como la historia de un “homo politicus” que durante su gobierno no hizo nada que sirva, y cuyo relato es el siguiente: "Había un árbol en el centro de la tierra, de altura muy grande, el árbol creció, se hizo corpulento, llegó hasta el cielo, y desde los confines de la tierra podían verse sus ramas; su ramaje era hermoso y su fruto abundante, había en él comida para todos, a su sombra se protegían los animales del campo, en sus ramas anidaban los pájaros del cielo y todos los seres vivos se alimentaban de él. De pronto se oyó una voz fuerte del cielo que gritaba, derriben el árbol, corten sus ramas, arranquen sus hojas y tiren sus frutos, que se vayan las bestias de debajo de él y las aves también; pero dejen en tierra el tronco y las raíces atados con hierro y bronce, entre la hierba del campo, que lo bañe el rocío del cielo, y participe con los animales de la tierra; que su corazón deje de ser humano, y se le dé un corazón de bestia y pasen siete tiempos sobre él; es la sentencia dictada por los vigilantes y decidida por los santos para que todo ser viviente sepa que el Altísimo está más arriba que cualquier autoridad humana, él da el poder a quien le agrada y exalta al mas humilde de los hombres". Todo lo anterior le aconteció al rey Nabucodosor, gobernante de la dinastía caldea de Babilonia entre el año 630 al 562 antes de Cristo, quién había edificado el famoso palacio real de la Gran Babilonia, con los famosos jardines colgantes (construidos para su esposa que sentía nostalgia por el ambiente montañoso primaveral donde creció), quién tenía mucha fuerza, poder y gloria, quién hizo una estatua de oro de 27 metros de alto por tres metros de ancho, y sin embargo, debido a su poca bondad, a la falta de obras de justicia, el no haber demostrado misericordia con los pobres, y por no reconocer que todo poder viene del Cielo, fue arrojado de entre los hombres, llegó a ser un hombre sin cordura, semejante a las bestias, parecido a un buey, alimentándose de hierbas, sus cabellos le crecieron como plumas de águila, las uñas como las de las aves y el rocío del cielo le mojaba a diario su cuerpo; de esta manera el rey Nabucodosor perdió la cordura y vivió en la selva como un animal durante siete años, desde el punto de vista médico, le dió un ataque de locura llamado zoantropía clínica (aunque este relato está en el libro de Daniel, ni la enfermedad, ni el interregno que debió haber causado, están registrados en los anales babilónicos; sin embargo, hay una ausencia de actos del rey durante 582-575 a. C.). Los políticos y gente de poder que tengan ojos y oídos, vean y escuchen este mensaje bíblico, porque tarde o temprano el Dios de la Historia va a tomar en cuenta de todas sus obras y conocerá todo lo que está oculto, sea bueno o sea malo.
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