¿Por qué ahora quieren dividirnos?

Las gestas de nuestros ancestros durante la lucha armada son una respetable fuente de inspiración libertadora para quienes en esta época luchamos por consolidar una sociedad con verdadera igualdad de clases. Como discípulos de aquellos rebeldes, estudiando sus reveses y victorias, hemos aprendido el gigantesco valor de la unidad. Ciertamente, la insurgencia popular venezolana posee una historia extensa, mucho antes de las rebeliones militares de 1992 o la masacrada revuelta de febrero de 1989. Es así como, en la segunda mitad del siglo pasado, resalta con significado especialmente cruento, la guerrilla de los años sesenta, enfrentando asesinatos, cárceles, torturas y desapariciones de varias generaciones de líderes. Nosotros, hijos de aquellos partisanos, crecimos con un testimonio de vida, la lección eterna de esos quijotes que ofrendaron su ser a la causa popular como nadie más. Fueron héroes legitimados por la sangre, las armas, el martirio y las ideas, portadores de profundas convicciones socialistas y antiimperialista. Es cierto que no lograron tomar el poder, pero pusieron los muertos.

Después de tantos sacrificios vivenciados, sabemos lo difícil que ha sido abrir brecha dentro del modelo burgués y por eso defendemos a ultranza el Estado social que ha surgido con la aprobación de la Constitución de 1999. Éste es para nosotros el conductor de las fuerzas sociales que han desmantelado la dictadura bipartidista subordinada a la burguesía y al Imperialismo Yanqui, así como el instrumento idóneo en esta etapa histórica de transición. Es nuestra democracia bolivariana la promotora de cambios indiscutibles que le permiten al pueblo un escenario más favorable que cualquier época anterior, hacia la instauración de plena independencia y soberanía, la propiedad social y la abolición de la explotación capitalista. Por encima de los desaciertos, el sabotaje de los infiltrados y las contradicciones internas de nuestro joven proceso, nunca como ahora avanzamos hacia una sociedad más justa.

Ante esta oportunidad histórica e irrepetible, ningún actor revolucionario puede tolerar (dentro o fuera de las agrupaciones políticas) adulteraciones ideológicas, obstinaciones dogmáticas, rencores o chantajes emocionales que nos empujen hacia el sectarismo, el divisionismo o la conflictividad fratricida entre fuerzas progresistas. Hoy que la derecha local ha retomado espacios de influencia y crece la amenaza de una agresión militar con la instalación de nuevas bases gringas en Colombia, debemos priorizar el interés popular y defender la integridad del país. Siendo ésta una etapa de amplia alianza antiimperialista, obedece a una política constructiva: respetar el derecho de los colectivos revolucionarios a adoptar las formas organizativas que sus miembros soberanamente han dispuesto; pues será la actuación de cada uno ellos, el factor que los acreditará ante la historia. Ahora más que nunca, después de guerrillas y tormentos, el pueblo no nos perdonará desperdiciar lo conquistado.



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(*) Constitucionalista y Penalista. Profesor Universitario.


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Jesús Silva R. (*)

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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