Como comentó Karl Marx hace mucho tiempo, la principal arma que utilizan la ideología dominante moderna, al igual que el lavado de cerebro fascista y el terrorismo corporativo de los medios masivos globales, es simplemente colocar la verdad histórica al revés, para así causar patologías en los sectores populares, megalomanía en las mafias y finalmente empeñarse en nublar y confundir causas y efectos de la explotación, dominación, discriminación, militarización y alienación global y globalizada. De esta manera, Bush recientemente sufrió una transubstanciación divina y se convirtió en un Chávez humano y Chávez está siendo condenado al ostracismo con una imagen como tirano, dictador y príncipe de la oscuridad de los bajos mundos del terrorismo internacional. De hecho, para recuperar su propia demencia capitalista, los ideólogos y think tanks globo fascistas se vuelven tan confundidos, que tienen que estudiar El Capital de Marx para trascender su obsolescencia ‘post moderna’. A contrario de las sufridas bolsas a nivel global y al igual que al final de los años 60, las ventas globales de las obras marxistas experimentan un auge sin precedentes, un renacimiento político como nunca antes visto.
Con respecto a la confusión religiosa e ideológica de la causa y el efecto dialécticos, de las relaciones sociales y los procesos históricos, en julio de 1842, en un editorial de la “Kölnische Zeitung”, Marx explicó:
“No fue la caída de las antiguas religiones la que causó la caída de los Estados antiguos, sino la caída de los Estados antiguos la que ha causado la caída de las antiguas religiones.”
(Ver: Karl Marx, Editorial en el periódico, Kölnische Zeitung, N° 79, julio de 1842. http://www.franz-lee.org/files/marxengels3.html)
Así que, como Alan Woods comentó recientemente, la caída de las bolsas globales no es la causa del declive de la economía mundial capitalista, sino más bien al revés, el declive vertical de la economía mundial corporativa es la causa de la abismal caída de las bolsas internacionales. En el capital y otras obras económicas, Marx explicó el desarrollo de las leyes tendenciales del capitalismo, que finalmente iban a causar el declive y la caída inexorable del capitalismo mundial. Esta vez no es un simple colapso lógico formal de las bolsas (1929), después una guerra mundial fascista y el militarismo (1939), y después la solución con dos bombas atómicas (1945), de modo que el tío Sam puede “adaptarse” otra vez al eterno modo del capitalismo.
Esta vez la crisis mundial es peor, es el desastre de 1929 elevado a la potencia porque se trata de un inmenso poder militar hegemónico. Este debacle ocurre justamente en el Rubicón de la globalización; claro que la solución mundial lógica e inmediatamente tiene que ser la introducción urgente del anti-capitalismo, es decir del socialismo.
Sin embargo, el capitalismo global ahora carece de su propia dialéctica hegeliana y kantiana, se está muriendo con todas sus verdades absolutas moribundas.
A largo plazo, cuando vemos hacía un nuevo futuro, será como dijo Marx: ni la reforma ni la revolución, sino la emancipación humana creativa y creadora. Sin embargo, en este mismo momento, los militares fascistas megalómanos a nivel global secretamente están preparando una guerra mundial nuclear devastadora. Las actuales dimensiones de la furiosa guerra mundial económica nos dan una idea apocalíptica de un posible ataque político militar global, de un desesperado haraquiri corporativo.
Para contrarrestar este crimen capital horrible contra la humanidad, urgentemente necesitamos verdaderos socialistas científicos y filosóficos a nivel global - una autodefensa global de los trabajadores, cueste lo que cueste. El filósofo marxista Ernst Bloch, quien fue una víctima del nazismo de Hitler y el fascismo de Stalin, nos recordó que hoy por hoy un marxista sólo puede ser un filósofo y que un filósofo no tiene alternativa sino la de ser un marxista.
En el editorial mencionado anteriormente, ¿qué fue lo que Marx explicó sobre los socialistas revolucionarios y los filósofos emancipatorios?
Inequívocamente dijo lo siguiente:
“Los filósofos no brotan como hongos del suelo; sino que son productos de su época, de la nación cuyos zumos más sutiles, valiosos e invisibles fluyen en las ideas de la filosofía ...” (ibid.)
Esto es la razón de por qué es indispensable para un revolucionario ser un socialista y para un marxista ser un filósofo. Por consiguiente hoy en día es necesario para un bolivariano ser un marxista, revolucionario científico y filósofo, es decir, un verdadero anti-capitalista. Cualquier otra cosa puede muy bien abrir las compuertas capitalistas y los tsunamis del revisionismo fatal, del fatalismo renovado y del reformismo pequeño burgués.
Sin la dialéctica materialista, ¿cómo un manager de Chevron o Exxon Mobil jamás sería capaz de entender lo que dice Marx en El Capital? Para esto necesita un cerebro filosófico, científico, marxista, dialéctico. Esto vale también para nuestros camaradas bolivarianos. Las palabras de El Capital no piensan ni pueden pensar por nosotros, no existe el sustituto para el pensar práxico y emancipatorio. ¡Para salvar la vida en el planeta Tierra, nosotros, como trabajadores del mundo, es decir, nosotros mismos en unísono dialéctico, tenemos que actuar, pensar y trascender todos de, por y para nosotros mismos, aquí y ahora!
Marx explicó que la filosofía no son caprichos o sueños en una torre de marfil, no, es la quintaesencia de su época:
“La filosofía no existe fuera del mundo, de manera análoga como el cerebro no existe fuera del hombre porque no está ubicado en el estómago (...) En vista de que cada filosofía verdadera es la quinta esencia de su época, debería llegar la época cuando la filosofía, no sólo interiormente, debido a su contenido, sino también exteriormente, debido a su forma, hace contacto y produce una interacción con el mundo real existente” (ibid.)
Por cierto, si la filosofía estuviera ubicada en el consumo excesivo, en nuestros estómagos epicúreos, bueno, entonces la perderíamos definitivamente la próxima vez que vamos al baño.
Proverbialmente hablando, parece ser que un gato tiene siete vidas, siempre cae firmemente en sus cuatro patas. Sin embargo, es tiempo que la humanidad aprende con orgullo y dignidad de su propia historia capitalista, de la actual fraternidad y solidaridad burguesa, de las últimas advertencias de los nueve: 1929, 1939, 9/11, y 2009. Hace décadas, Lenin en su obra Imperialismo diagnosticó la caída del imperialismo; en 1938, en vísperas de la segunda guerra mundial, en el ‘programa transicional’ de la Cuarta Internacional, Trotski advirtió que la descomposición progresiva del sistema capitalista finalmente iba a tener consecuencias horribles y que el proletariado global urgentemente necesita un liderazgo marxista científico y filosófico, dentro del contexto de la revolución global permanente. A través de las últimas décadas muchos activistas y pensadores serios, también han advertido sobre los factores objetivos moribundos del capitalismo mundial, sobre las condiciones de vida podridas y sobre los actuales resultados malévolos que dentro de unas décadas podrían convertirse en mortales para toda la humanidad.
De todos
modos, el colapso de Wall Street no es una causa, sino más bien el
efecto de un
orden mundial obsoleto que urgentemente tiene que ser negado,
aniquilado y
superado hacia un mundo donde vale la pena vivir, libre de amos y
esclavos, libre
de explotación, dominación, discriminación, muerte violenta y
alienación. Todo
esto son cruces hechas por el hombre, así que el hombre mismo se puede
deshacer
también de todas ellas.