Del Caribe a Detroit: dos mundos en uno solo

Acabo de llegar a Detroit procedente de Venezuela. Dos climas completamente diferentes. Dos mundos diferentes. Dos realidades.

Venezuela es parte de la sociedad caribeña. Una sociedad de una sólo estación, repartida entre época más seca y más lluviosa. Detroit, al norte de los Estados Unidos -basta cruzar un puente para entrar en Canadá- tiene las cuatro estaciones. Y el invierno se puede decir que es frío. Llegué con -10 grados centígrados. Ayer subimos a -6 o -8. Ahora debemos estar por debajo de -10. Esta tarde tuve que volver de mi paseo a pié sin haber hecho medio kilómetro: me helaba las manos y la nariz.

¿Cómo es posible que pueda funcionar una ciudad así? Sobre todo, ¿cómo es posible que circulen los coches, el tráfico, la gente, cuando nieva unos 10 centímetros o más, como ahora? Sencillo: están preparados, saben conducir con nieve, tienen coches con tracción en las cuatro ruedas. Y las casas tienen calefacción. Es muy agradable entrar en cualquier edificio después de andar un rato por la calle.

Seguramente el clima marca la gente, la condiciona. Y la economía. Hace años Javed, un camarada pakistaní, se preguntaba por qué el capitalismo empezó en países de clima frío. Supongo que, entre otras razones, tiene que ver la necesidad. La respuesta a la necesidad de tener que prever el periodo donde no hay cosechas. La necesidad de acumular. La necesidad de producir más y de hacerlo más rápido. En cambio en el Caribe la vida es más sencilla, más dulce. Al menos según el clima. Y con la economía y el clima seguramente también se produce unos ciertos rasgos de carácter. Lo que no necesita tanto esfuerzo es menos apreciado.

Detroit es pues una ciudad dura. No sólo por el clima. Sino por el capitalismo de nuestros días. Los bancos han estrujado a los ciudadanos todo lo que han podido. Han expulsado de sus casas a cientos, miles. Hace 5 años, cuando empezó la crisis bancaria y cayó el Lehman Brothers, la ciudad ya parecía desbastada como si hubiera pasado una guerra. Pero hoy está peor. Si antes ya había perdido 1 millón de habitantes respecto a los años sesenta y setenta, cuando la industria del automóvil florecía, ahora ha perdido más. Daré datos más exactos cuando los reúna.

Ante la bancarrota de la ciudad, los bancos se aprestan a sacar aún más tajada de ella. Ya no se trata sólo de ahogar a cada familia. Ahora quieren ahogar colectivamente a toda la ciudadanía. Como en Grecia, quieren endeudar a la ciudadanía colectivamente. Que el 20% de los impuestos vayan a parar directamente a manos de los bancos. Que se pierdan las pensiones de los empleados públicos. Que se vendan las escuelas, hospitales, empresas o lugares públicos que aún quedan.

Hace dos días estuve en una escuela de esas. Era pública. Ahora es un negocio privado. El dueño la compró muy barata y ahora alquila las clases como espacios: para almacén, para lugar de ensayo de música, para hacer reuniones...para cualquier cosa excepto para vivir pues no tiene cédula de habitabilidad. La escuela está en buenas condiciones. Aún conserva los típicos armarios de hierro donde los escolares guardan su ropa y libros. El suelo está bien. La calefacción funciona. Pero Detroit vende sus escuelas para pagar a los bancos. Toda una imagen del tipo de sociedad capitalista de nuestros días.

Por supuesto, aquí las autoridades públicas y los Partidos Demócrata y Republicano, consideran que Venezuela está gobernada por comunistas, gente incapaz, inútil. Pero en Venezuela, con todos los desastres que provoca una burocracia que sustituye al pueblo y lo parasita, no pasan esas cosas. Ambos mundos están en el mismo horario. Uno al Norte, otro en el Trópico. La explotación del ser humano por la burguesía está en ambos sitios. Pero de manera diferente. Y, todo hay que decirlo, en Venezuela el petróleo amortigua muchísimo el choque entre las clases. Es un “maná” que tapa muchos agujeros.

En Detroit está nevando desde ayer. No puedo dejar de pensar cómo deben sobrevivir aquí las familias a quienes los bancos echan de sus casas. Cómo se puede vivir aquí sin tener un trabajo. Qué futuro pueden tener unos niños a quienes cierran la escuela de su barrio y tienen que ir a otros barrios. Una ex maestra me dice que la ratio de alumnos por clase ha subido de 25 a 40, que las familias se van de Detroit. Una ciudad que no tiene transporte público y que es de lo más extensa. Pero aquí hay gente que lucha y que quiere cambiar esa situación. Debemos conocer sus esfuerzos pues. Ellos son nuestros aliados, nuestros hermanos. Los que luchan por cambiar ese loco mundo capitalista en el corazón de la bestia.



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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