Liberación del mercado en el Socialismo del Siglo XXI

En el momento actual los mercados abiertos y sin ataduras, subyugan el medio ambiente, las fuerzas sociales de los pueblos a las necesidades del comercio y del dinero, son parte del modelo neoliberal y es la fuerza que más afecta a las sociedades en todo el mundo. Modelo nada nuevo, viene desde la época de la colonia de los países europeos, lo que ahora la hace diferente es la frontal oposición de los Estados Unidos y el detalle de que prácticamente toda la gente de las naciones del mundo, están afectados por el imperio de alguna manera.

La globalización tampoco surge con los capitales norteamericanos, tiene una larga historia de muertos indígenas, pueblos reprimidos en toda la América Latina, sometidos a la corona española, después de la liberación, a las necesidades de los hacendados y de la producción en crecimiento de Europa. Hoy Estados Unidos es el que domina y se beneficia tanto su capital como su poder militar, se asegura que los recursos naturales, económicos fluyan continuamente, ya que son las reglas de este país las que regulan a las naciones y no pueden ser derogadas, sea cual sea la tendencia política del gobierno de turno, a no ser que sean independientes en su economía. Eso muy pocos lo logran, Venezuela es uno de ellos, gracias al petróleo y a los huevos de Chávez.

El problema es la doble moral de los países más industrializados, de los organismos multilaterales (FBI, BM, OMC), en lo referente a los acuerdos arancelarios de los productos exportados a las naciones más desarrolladas, además que son los pilares de la globalización de explotación encubierta en una hipócrita retórica social, con algún análisis sobre el desarrollo y combate a la pobreza, sus objetivos verdaderos están definidos en el consenso de Washington que proyectan en secreto. La política de subsidios agrícolas de esas naciones, el desarrollo de la biotecnología, es lo que provocó un amontonamiento de productos transgénicos en las bodegas del imperio, especialmente de maíz y soya, más el supuesto de que lo que está bueno para los europeos y para los Estados Unidos, debe ser bueno para todos, son parte de la regla no escrita del mercado manejado por el capital, citemos un ejemplo, el imperio del norte, apoyó acuerdos sobre reducción de tarifas para productos forestales, eso provocó mayor impacto en los bosques primarios en países del tercer mundo. El incumplimiento de acuerdos firmados sirve para presionar a los países pobres. En mí opinión, son los parámetros a considerar para un nuevo modelo de los mercados en el mundo.

Mientras la gente vive, va y viene, en formas y ritmos todavía tradicionales, el dinero en el sistema bancario capitalista, se traslada de un lugar a otro del planeta en cuestión de minutos, buscando los más altos intereses en los bancos de los países que forman el grupo de los ocho. Últimamente esto se evidencio en las naciones “inestables”, con consecuencias devastadoras, para estos países, cuando la situación no es favorable para sus intereses políticos. Argentina, Ecuador, Venezuela, México, cada vez que hay elecciones presidenciales, los capitales golondrinas salen rápidamente y dejan casi en ruinas las economías nacionales, afectan la de sus vecinos. Lo nuevo e interesante de todo esto, y lo único que parece haber influenciado en esos países, también en algunos otros, es la capacidad de los chinos de controlar su economía y monedas, protegiéndola del daño con las mismas reglas de los acuerdos multilaterales de inversión, que nos había prohibido.

La oportunidad socialista para influir en el curso del mercado continental y, quizás para fortalecer la integración sur sur, fortalecido por el Banco del Sur, por la integración energética, promueva los proyectos endógenos en cada país. Debemos exigir que el daño ambiental ocasionado a los países del tercer mundo no quede en retórica, como ocurrió en la última reunión de Nueva York, hace algunos días, cuyo tema fue el cambio climatológico.

La reparación económica por el daño ambiental causado , el no pago de la deuda externa hasta cuantificar los daños sociales y naturales , parar la producción de recursos para esos países , la concientización de que el modelo capitalista ha servido solo a los intereses de un grupo de ocho países y a un puñado de oligarcas del tercer mundo . Para enfrentar esta situación, es necesario el control social del mercado, no sólo por razones de participación e igualdad, sino porque el mercado de capital es una fuerza que se alimenta de los pobres, además las evidencias históricas nos enseñan que el libre mercado, sustentado en las exportaciones, no ayudan a los intereses ambientales ni a las necesidades del tercer mundo, y porque los compradores son pocos y económicamente poderosos, los proveedores somos muchos y económicamente débiles. El libre comercio en los mercados de los recursos naturales no puede continuar, la dependencia del mercado exterior tiene que parar.

El nuevo socialismo que cada nación debe implementar para salvar a la humanidad, uno de los primeros pasos a dar, es parar el comercio del dólar. La creación de bloques económicos independientes como el europeo con la implementación de una nueva moneda regional que posibilita un intercambio cultural y social. La creación de un bloque en el sureste asiático con china, Taiwán, Corea, Tailandia, Japón a partir del 2011, el bloque en Sudamérica con el banco del sur serían alternativas viables para superar la dependencia comercial. El comercio del nuevo mercado debe estar sometido a los límites definidos por otros tratados internacionales como los derechos humanos, culturales, la biodiversidad, bioseguridad, cambio climático y al derecho de los pueblos indígenas, también a la capacidad de los pueblos y naciones para controlar los acuerdos comerciales con períodos cortos de participación, además construir mercados de intercambio alternativos con naciones económicamente parecidas, basados en la equidad, la protección del medio ambiente, el respeto a la cultura, a la diversidad, los cambios de productos entre regiones con economías similares y culturas compatibles, deben formar parte del modelo de mercado en el nuevo socialismo del siglo XXI.


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Raúl Crespo


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