Los días 11 y 12 de septiembre, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se reunirá en un congreso extraordinario que tiene entre sus objetivos declarados realizar una profunda autocrítica y rectificación. Lejos de ser un mero trámite partidista, este evento podría representar una valiosa oportunidad para revitalizar el proyecto bolivariano mediante una mayor y más auténtica participación de sus bases.
El llamado a la autocrítica formulado por la dirección nacional es, sin duda, un signo positivo de madurez política. Reconocer que existen fallas en el funcionamiento del partido constituye el primer paso para superarlas. Sin embargo, el verdadero desafío reside en cómo se conducirá este proceso de reflexión colectiva.
Sería particularmente alentador que este congreso se convirtiera en un espacio donde las voces del poder popular encuentren eco real. Las comunas, los consejos comunales, los movimientos sociales y los frentes de base tienen mucho que aportar desde su experiencia cotidiana en los territorios. Su participación activa no como invitados simbólicos sino como protagonistas del debate podría enriquecer sustancialmente la discusión.
La revolución bolivariana se distinguió siempre por su carácter participativo y protagónico. Recuperar ese espíritu original sería quizás la rectificación más importante. Un congreso donde las preguntas nazcan espontáneamente de la plenaria, donde los debates reflejen las preocupaciones reales de las comunidades y donde las resoluciones incorporen genuinamente las propuestas de las bases, sería un paso significativo en esta dirección.
La renovación de los actores políticos no significa prescindir de la experiencia acumulada, sino complementarla con nuevas energías y perspectivas. La inclusión de representantes del poder popular, de jóvenes, de mujeres y de sectores históricamente excluidos podría oxigenar la discusión y conectar mejor el partido con el sentir popular.
Este congreso podría demostrar que la autocrítica revolucionaria no es solo sobre reconocer errores, sino sobre construir colectivamente los correctivos. Que el partido pueda escuchar con humildad las observaciones que vienen desde abajo sería muestra de su vitalidad y fortaleza democrática.
El socialismo del siglo XXI se construye día a día en los territorios, con la participación consciente del pueblo organizado. Este congreso tiene la oportunidad de honrar ese principio, convirtiéndose en un espacio donde el poder popular dialogue de igual a igual con la estructura partidista, enriqueciendo mutuamente la práctica revolucionaria.
Al final, la mayor prueba del éxito de este evento no estará en las actas que se firmen ni en las resoluciones que se aprueben, sino en si las comunidades sienten que este fue realmente su congreso, un espacio donde su voz fue no solo escuchada sino tomada en cuenta.
Chávez vive en el pueblo organizado.