PCV-APR La propuesta de una alternativa

La lucha _verdaderamente revolucionaria_ tiende a asumir un _carácter político_, de *lucha por el Poder político*, el poder de direccionar el aparato productivo y en torno a él las relaciones entre todas las clases sociales a favor de las y los trabajadores.

Lo electoral es una de las formas en la que se desarrolla la esfera política en ámbitos de cierta legalidad y es, al igual que el resto, _campo de consenso, acuerdo y coerción_; manifestación de la correlación de fuerzas en la sociedad.

Es por ello que asumimos el reto electoral, *porque la lucha que ignore la dimensión política no es lucha revolucionaria.* La verdadera lucha revolucionaria trasciende hacia el enfrentamiento de todos de los explotados y excluidos contra la totalidad de las relaciones sociales capitalistas; contra el mercado y contra el estado; hacia el choque definitivo del trabajo contra el capital; lo cual no puede darse sino en la esfera política.

Tenemos así el compromiso de irrumpir en un escenario en el que hasta ahora no se avizora una participación independiente de los intereses populares.

Un escenario cuyos actores principales sufren de un fuerte desgaste, _tendiendo hacia la reconciliación y el acuerdo como único medio de perpetuar su dominación sobre el país_. Ante el desgaste generalizado de las fuerzas en pugna *debemos establecer una clara distinción*.

Pero bien equivocado está el que crea que basta con presentar nombres y rostros _nuevos_ para lograr la irrupción.

Se equivoca el que no vea que *el desgaste es también de formas y métodos políticos*. Y en esto hay que referirse directamente _al desgaste, entre otras cosas, del tan trillado "trabajo social"_.

Con esto no se quiere significar que la lucha política pueda desarrollarse sin tomar en consideración los graves y urgentes problemas del pueblo, todo lo contrario. *Pero han sido la profundidad y persistencia de la actual crisis las que han hecho naufragar los métodos del reformismo y su populismo electoral*.

No es menor hoy la necesidad popular, pero la conciencia de su continuo agravamiento fomenta un sentimiento instintivo de rechazo a las propuestas políticas que pretenden seguir alimentándose de ella, llevando y trayendo "respuestas" para los síntomas externos sin *tratar la raíz profunda de la enfermedad que afecta al cuerpo nacional*.

Si pretendemos abordar el trabajo electoral con los viejos métodos, asignándole el protagonismo al "resuelve" de problemas puntuales, "ofreciendo" determinadas cosas, *corremos el riesgo casi seguro de ser calificados, secreta o abiertamente, consciente o inconscientemente, como _"más de lo mismo"_*. Y no puede ser de otra manera si nuestra política es igual que la de los burócratas y burgueses.

Por el contrario nuestra actuación electoral debe fungir como una contundente crítica en, los hechos de la práctica, a esos métodos mercantiles que transforman la participación en mercancía de un intercambio desigual entre migajas de una parte y el control discrecional del estado para el enriquecimiento de las cúpulas de otra.

Nuestra participación debe ser una denuncia de la consuetudinaria estafa de las esperanzas populares.

He allí *la importancia cardinal de una propuesta política sólida, movilizadora, que tome a las bases no como objeto sino como sujeto activo de la política*, una propuesta que parta no de _"ofrecer"_ sino de _permitir soluciones en base a la participación y el trabajo de las personas.

La propuesta debe constar de una batería de ideas que sean por igual *innovadoras, factibles y audaces*. *Innovadoras* por presentar respuestas que no pueden surgir de los personeros del capitalismo, que abordan la raíz de los problemas con nuevas soluciones. *Factibles* en el sentido de presentar el descaro del actual régimen social en el cual no se ejecutan las propuestas que no impliquen un jugoso negocio para los mercaderes de lo público. *Audaces* en cuanto su presentación represente un reto contra lo establecido y sus formas obsoletas.

Con esto en mente la propuesta presentada por el PCV-APR no puede ser una simple formalidad discursiva ni un mero reclamo publicitario; debe ser ante todo *el arma fundamental para hacernos escuchar ante la gente, desnudar la banal podredumbre de la politiquería y señalar las gigantescas posibilidades del movimiento popular.*

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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Jeison Rondón


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