¿Murió Simón Bolívar abandonado, sin amigos y como un mendigo?

17 de diciembre de 1830, fallece en Santa Marta, Colombia, el más grande hombre de América: Simón Bolívar

Había nacido en Caracas, el 24 de julio de 1783. Hijo de Juan Vicente Bolívar y de María Concepción Palacios. Tuvo dos hermanas y un hermano. Se casó con María Teresa Rodríguez del Toro, del cual enviudó prontamente.

Liberó del yugo español y de las amenzazas de reconquista de la Triple Alianza Imperial de Europa a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y Bolivia.

Antes de morir, en la lugosa Quinta de San Pedro Alejandrino, rodeado de sus más leales edecanes y generales, dejó la siguiente Proclama:

A los Pueblos de Colombia

Colombianos:

Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiáis de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.

Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.

Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.

Simón Bolívar

La última enfermedad, los últimos momentos y los funerales del Libertador Simón Bolívar

"Dentro de tres días me voy hacia Santa Marta, por hacer ejercicio, por salir del fastidio en el que estoy y por mejorar de temperamento"(Bolívar, 27 de septiembre de 1830)

El libro-diaro del experto en medicina Alejandro Próspero Reverend, suma a su escrito de los últimos días una descripción sobre los preparativos de los funerales del Libertador en la cual se aprecian detalles de que aquellos angustiosos días.

En todo momento Simón Bolívar estaba acompañado por un "sequito" de generales y edecanes, entre los que destaca el General Mariano Montilla, Comandante General del Departamento de Magdalena, quien por la descripción del Reverend estaba a cargo de logística del hospedaje de Grande Hombre en la Quinta de San Pedro Alejandrino, donde llegó buscando un lugar más fresco. Dicha mansión estaba ubicada en una gran finca propiedad del español Joaquín de Mier y Benítez, un poderoso hombre de negocios, quien estuvo al lado de Bolívar el día de su muerte, eran grandes amigos. Los Mier compraron la casa en 1808 por un 12 mil pesos de oro. Durante varios años, el gobierno realista la confiscó por estar al servicio de los patriotas. Montilla, luego de los funerales del Libertador ofrece pagar los honorario a Reverend quien rechaza el pago, al sentirse ya premiado por haber asistido a glorioso general, siempre diría,hasta su propia muerte:

"No tengo más título que el haber sido el último médico de Simón Bolívar, el genio de América, el más grande y el más convencido sacerdote de la democracia que hayan conocido los siglos."

La hacienda y sus instalaciones, era un sitio opulento, con variadas estancias, entre las que sobresale la casa principal donde habitó el ilustre paciente. Una típica consterucción colonial para mantuanos, con patios internos, rodeadas de járdines entre los que destacan aún el samán, la ceiba y dos tamarindo donde colgaban la hamaca del Presidente Bolívar.

La casa´principal, actualmente un museo dedicado al Libertador, cuenta con salas de baño, habitaciones principales, para huespedes, cocina, despacho, salones de reuniones, caballerizas. Todo ello a disposición del Libertador.

Al morir el Libertador las familias más acomodadas del pueblo ofrecieron sus panteones para que fuese sepultado el más glorioso de los heroes de América. Nada de le faltaría en aquella triste hora. La familia Díaz Granados Munive, logró el honor para que fuera enterrado en la Catedral de Santa Marta, en la nave de San José. La hechura de la pomposa tumba se encargo otro de los adinerados del pueblo, un patriota admirador de Bolívar, de nombre Magin Artuz quien suministró los materiales y el pago del trabajo. Las crónicas narran que "hubo una esplendorosa ceremonia funebre que fue presidida por el presbítero José Antonio Pérez de Velasco, un sacerdote venezolano que se encontraba realizando un reemplazo al Obispo Estévez".

La popularidad en aquel pueblo era tal, que los más humildes quisieron hacer su homenaje al Libertador fallecido, y tomaron la iniciativa, de hacer una colecta para hacerle una ofrenda póstuma.

En mayo de 1834 un terremoto causa daños a la Catedral de Santa Marta, la tumba del Libertador sufre daños, de nuevos sus amigos se encargan de su dignidad. Don Manuel de Ujueta, que también había estado en el funeral de 1830. La urna fue llevada a la casa del noble hombre, donde se realizó un segundo funeral, con gran concurrencia. Al tercer día, ya con la tumba recontruída, los restos del Heroe volvieron a su reposo. En 1824, se cumpliría el deseo de Simón Bolívar de reposar eternamente en Caracas.

La escena que narra Reverend de la camisa rota, sin la explicación del contexto en el cual se encontraba el Libertador en sus últimos días, ocasionó intrepretaciones dramáticas. Algunas, con la intención de hacerlo ver como menospreciado por todos, rechazado. No fue así . Simón Bolívar renunció a la Presidencia de Colombia, tenía otros planes, y en ello lo acompañaban muchos aliados, militares y civiles. El ilustre hombre que murió en diciembre de 1830, apenas tenía 6 meses fuera de la presidencia de la república (mayo de 1830) y consevaba su estatus de General en Jefe, así como un inmenso caudal político que hacía temblar a sus enemigos. Por otra parte, su amigo, el General Rafael Urdaneta, era en ese momento, y hasta mayo de 1831, su sucesor en la presidencia de Colombia.

Sobre la muerte de Simón Bolivar, escribió Urdaneta a Paéz (marzo de 1831):

Tengo el sentimiento de comunicar a VE el fallecimiento del Exmo Señor Libertador General Simón Bolívar. La providencia ha querido llamarlo cortando el hilo de su preciosa vida el 17 de diciembre del año último; y yo no podría dudar que tan lamentable acontecimiento no será extremadamente sensible a VE y a los hijos de Venezuela, compatriotas de aquel que arrancó su país al poder de la España después de tres siglos de un yugo ignominioso. Mientras la gratitud nacional sea tenida en algo en el universo, el nombre de Bolívar será grande, célebre y respetable a los ojos de la posterioridad. Así es de esperar que los venezolanos y VE el primero, honren y veneren su memoria.

Hubo miserables, en particular la clase terrateniente y militares felones que celebraron la muerte de Bolívar y trataron de sepultarlo politicamente. Pero hubo más que no dejaron morir su recuerdo ni honrar su memoria que al final se elevaría por encima de las dificultades para que su doctrina fuera la ductora de los grande procesos revolucionarios de la Patria Grande.

Su mayor templo es el corazón de los pueblos, pero él merece un monumento a la altura de su grandeza.

(Puedes leer y bajar el libro de Reverend en saberesafricanos.net)



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Reinaldo Bolívar

Investigador, fundador del Centro de Saberes Africanos, vicecanciller para África

 reibol@gmail.com      @BolivarReinaldo

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