Por qué debemos votar este 6 de diciembre

Los venezolanos hemos dado una lucha valerosa para garantizar la paz, conservar nuestro proceso democrático y defender incluso la existencia e independencia de nuestra nación. Los ataques han sido crueles y continuados; provenientes de todos lados, desde dentro y desde fuera. Sin embargo, estamos venciendo; aún no hemos vencido, pero comienza a haber luz al final del túnel. Podemos identificar esta luz al final del túnel, en la convocatoria a elecciones parlamentarias, este 6 de diciembre. Las elecciones parlamentarias de esta fecha constituyen una oportunidad para ratificar la naturaleza democrática del proceso político y las instituciones venezolanas, también para reafirmar la vía pacífica para resolver nuestras diferencias. Igualmente, es la oportunidad para poner en el centro de nuestras opciones las vías del diálogo y la concertación política, así como para designar a nuevos actores en la responsabilidad de adelantar este diálogo.

Es la vía también para que, en la nueva Asamblea Nacional, se planteen esta vez medidas para afrontar la crisis y acuerden soluciones a la misma. Y, en un ambiente concertado, apresurar la superación de los problemas y retomar el camino al progreso de todos los venezolanos. Es el camino para generar espacios y oportunidades, para crear los acuerdos necesarios que ayuden a superar los obstáculos al crecimiento económico y al progreso de la sociedad. Finalmente, votar el 6 de diciembre es la manera de ratificar la vía política y cortar las posibilidades a las opciones violentas planteadas por aventureros e irresponsables.

Votar no es nunca una opción exclusivamente individual; es, principalmente, un acto en el que confirmamos nuestra pertenencia o vínculos con una entidad colectiva mayor, un grupo o sociedad, una ciudad, un estado, un país, etc., del cual nos sentimos válidamente parte. Votar es el reconocimiento de nuestra identidad o pertenencia a ese ente mayor y, sobre la base de esta pertenencia, es que tenemos derecho a votar.

Votar es también un acto para construir futuro o porvenir; expresamos nuestra opinión sobre el presente y simultáneamente nuestra decisión acerca del futuro que deseamos para nosotros, pero también para nuestras familias y vecinos, y para todos los que habitamos un territorio y nos sentimos parte de una comunidad. Votar no es un acto de decisión irreflexiva y egoísta; votar es una responsabilidad individual con el resto de la sociedad, sobre todo por lo que vale la pena votar y por todos aquellos por quienes vale la pena votar. Más aún, si hacemos vida acá -donde tenemos la opción de votar- y no nos iremos, porque no podemos, o porque no queremos.

Finalmente, alcanzar el derecho a votar es algo que no ha sido concedido graciosamente en ninguna parte; ha sido resultado en todas las ocasiones de largas y dolorosas luchas de los pueblos, para lograr así decidir en su propio destino e influir en los gobiernos. Un éxito de los movimientos antidemocráticos, precisamente, ha sido lograr que los pueblos subestimen su voto o lo pongan a disposición de farsantes y traficantes de la política. Sería, literalmente, una "soberana" tontería que los pueblos renunciaran a su derecho a votar y desperdiciaran así la oportunidad de hacer que sus opiniones e intereses cuenten a la hora de elaborar las políticas.

Este 6 de diciembre, por lo que tú más quieras, VOTA. Este 6 de diciembre, votando daremos luz a nuestro futuro.



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Rodolfo Magallanes

Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la UCV

 magallanucv@gmail.com

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