El gobierno venezolano está muy entusiasmado con las elecciones parlamentarias que se realizarán el próximo 6 de diciembre. En tal sentido, ya se han activado los órganos del Estado que tendrán que ver directamente con este evento. El Consejo Supremo Electoral y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ya están trabajando en esa dirección, al tiempo que los partidos políticos como el PSUV, el PCV, el PPT y algunos de los sectores conciliadores de la oposición, ya están seleccionando sus candidatos y afinando sus estrategias de propaganda. Se está en espera de la decisión de los llamados sectores radicales de la oposición, de si van a participar o no, a pesar del exhorto que les ha hecho la Conferencia Episcopal Venezolana.
Ahora bien, dos sombras se levantan sobre la posibilidad de que las elecciones se realicen y puedan ser consideradas como un evento exitoso. Se trata de las variables inflación y Covid-19. La primera de ellas, en aumento permanente, amenaza con desestimular a una cantidad significativa de venezolanos votantes, que van a llegar al 6 de diciembre en condiciones socioeconómicas sencillamente precarias, por lo que la motivación que puedan llegar a tener para votar, máxime en unas elecciones parlamentarias, puede ser muy pequeña.
La otra variable, el Covid-19, también es una amenaza para las elecciones del 6 de diciembre, sencillamente porque para esa fecha, de acuerdo con los números actuales y la dinámica poblacional, aún su presencia no habrá desaparecido del territorio venezolano, por lo que también será un factor desestimulante de muchos votantes, quienes seguramente priorizarán su bioseguridad, por encima del acto de votación. Además, ya la gente está plenamente consciente que, mientras una vacuna contra el coronavirus no esté disponible, no hay nada seguro, a pesar de todas las medidas de protección que se puedan implementar. Así de sencillo es el asunto.
