Chávez: ¿de fascista a nazi?

 Quien se ponga a jugar con los conceptos históricos, tratando de desinformar a la opinión pública para pescar en río revuelto, entra en el riesgo peligroso de aquel que esputa hacia arriba creyéndose impune de salpicarse de saliva. Es realmente risible, lo digo sin burla alguna, decir que “el nazi mata y el fascista no”. Si eso fuese cierto, tendríamos que el falangista sería santo digno de doble beatificación. Según esa metástasis política o ideológica la humanidad estaría obligada a construir un monumento a la memoria de Mussolini y Franco. Tal vez, no falte un ingenuo anonadado de las letras al revés que plantee sea García Lorca quien, desde la pradera celestial, escriba el poema elogiando el humanismo del fascista italiano y el falangista español, cuyas almas están entre los ángeles adultos en el partesol de los inmortales del bien, recibiendo los estruendosos aplausos de los miles de miles de víctimas asesinadas por sus órdenes en vivo y en directo.   

 
Para determinar la diferencia entre fascismo y nazismo hay que ir, simplemente, no a breves razones de ideología sino de la metodología, y donde casi no se encuentra algo que valga la pena tomar en consideración para distinguir uno del otro. Si no me creen baste consultar a esos ya viejos italianos y alemanes que sobrevivieron a las atrocidades del fascismo y del nazismo y actualmente se encuentran con vida.

 
Sépase que el fascismo y el nazismo los hermana de manera gemela el ser un régimen que intenta perpetuar el capitalismo por los métodos más bestiales y monstruosos que conozca la historia humana. El fascismo, válido también para el nazismo cuya esencial deferencia estriba en que por éste se entendía el partido nacionalsocialista alemán, puede definirse, sin temor a equivocación alguna, como lo dijo Trotsky: es la personificación de todas las fuerzas destructivas del capitalismo. Sólo hay que agregarle: contra la humanidad casi entera.

 
El fascismo, válido igualmente para el nazismo, se sustenta en la concepción anticientífica que la sangre es el sello de la identidad nacional-étnica y declara que las características innatas determinan biológicamente el comportamiento humano. Considera la valoración del ser humano no por su característica personal, sino integralmente por su pertenencia en una “nación colectiva de raza”. Sin concepción de sangre pura no existe fascismo posible.

 
Seamos un poco simples para entendernos mejor. El fascismo es una dictadura que se basa en el terror, en el genocidio a sus opositores, en la negación de todas las libertades democráticas a sus adversarios, en la eliminación de todos los movimientos sociales que le hagan contrapeso, impulsa al extremo de la irracionalidad el odio de los sectores medios contra los obreros y campesinos para mejor gobernar en provecho casi exclusivo de la alta oligarquía financiera. Su ideología va desde el racismo hasta el anticomunismo y el chovinismo belicoso y cruel. El nazismo es, quiérase o no, un fascismo que se identifica como nacional-socialismo, que superó al fascismo italiano en odio antisemita y en mayor espíritu expansionista, debido a las condiciones y capacidades de mayor desarrollo imperialista de Alemania en relación con Italia. No le busquemos una quinta pata al gato. El fascismo o llámese nazismo o llámese falangismo es la destilación químicamente pura de las atrocidades de la cultura capitalista imperialista. Eso es la cultura del genocidio, de la guerra de exterminio, del reparto violento del mundo, de la rapiña económica por medio del terrorismo de Estado en su máxima expresión: negación total de todos los derechos humanos a la aplastante mayoría de la población.

 
El fascismo –llámese nazismo o llámese falangismo- no tiene piedad alguna, porque –lo dicen sus ideólogos- ¡El sentimentalismo está demás! Sépase también que llevan el concepto de imperialismo nacional unido a la sangre, y con ésta se justifica. No se plantean la eliminación de la desigualdad entre los hombres, sino más bien la convierten en una ley y la protegen con barreras infranqueables. Tienen a los que no somos de la raza pura como un escalón  intermedio entre el hombre y la bestia, es decir, que nos acercamos más al mono que al hombre. No se nos puede llamar hombre en todo el sentido de la palabra.

 
Para el fascismo –sea en expresión de nazismo o de falangismo- “La guerra es la forma más simple de consolidar la vida. No se puede abolir la guerra, como tampoco se puede suprimir el fenómeno de la natalidad”. Ya Nietzsche había dicho: “¡Escribid con sangre! Sangre es espíritu… Vivid la vida de la guerra; no es la noble causa la que consagra la guerra, sino la noble guerra misma la que consagra toda su causa

 
Lo anterior expuesto es científicamente (esencialmente desde el punto de vista de la política o de la ideología) irrefutable. Eso debe tomarse en cuenta a la hora de analizar o describir un sistema político o un mandatario de Estado como fascista o nazista. Escuché decir a un adversario acérrimo del Presidente Hugo Chávez que éste está pasando de ser fascista a ser nazista, porque el último mata y el primero no. A veces no provoca responder a esas cosas, pero existe una buena parte del pueblo que en determinado momento puede terminar creyendo una mentira como verdad. Precisamente el fascismo es experto en eso. Si Chávez fuera lo uno o lo otro, en el supuesto negado que fascismo fuese una cosa totalmente distinta a nazismo, el medio de comunicación donde eso se dijo, no existiría desde hace tiempo por ser opuesto –y bien opuesto- al gobierno. Y el periodista que lo dijo –de existir un medio de comunicación que se lo permita en el país- ya estarían sus huesos en una fosa desconocida o cremados sin que nadie se hubiera ocupado de recoger sus cenizas. Y del periodista que lo entrevistó ni siquiera hubiese habido compasión con sus anteojos. Y de las dos hermosas muchachas que le acompañan ni siquiera se hallaría un pedacito de cabello suelto para identificarlas. Y el propietario del medio de comunicación, por ser el rico, posiblemente se hubiera fugado mucho antes del programa para salvar su pellejo.

 
Para que no exista confusión de ninguna especie podemos decir que si alguna diferencia existe entre fascismo italiano y nazismo alemán, es que el primero puso el acento de su fuerza de exterminio en la tortura como fuente de aterrorizar a la sociedad, y el segundo recurrió al exterminio de la especie humana –fundamentalmente en hornos crematorios- con una intensidad mucho más masiva, pero ambos fueron una expresión del despotismo social enfermizo de nacionalismo, egoísta por demás, super violento que llega al extremo de creer ciegamente en la pureza de la sangre aria y las demás razas terminan siendo una basura de la cultura capitalista.

 
Decir que Chávez es fascista y está pasando a ser nazista no es más que una vulgaridad de la metástasis de una mente perversa que desprecia –por hilo de sangre contaminada o acumulación de riqueza por explotación de trabajo ajeno- a la verdad verdadera. Precisamente una mentira como esa sí contiene ideología fascista-nazista.


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Freddy Yépez


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