Chávez morirá

Chávez ganará las elecciones del 3 de diciembre de 2006. Probablemente también las del año 2013. Pero no será candidato, ni votante ni espectador ni nada en las elecciones del año 2048. Puede usted tenerlo por seguro.

La aspiración de un revolucionario con nobles ambiciones es (o debería ser) que la Revolución por la cual se ha partido el lomo preñe a su patria de frutos duraderos, o más bien definitivos.
Caso venezolano: el chavismo debería activar urgentemente mecanismos que le permitan a la revolución: 1) continuar su avance en las calles y penetrar en las instituciones; 2) sobrevivir y trascender en el tiempo al presidente Chávez.
A quien piense o pretenda que la Revolución dure sólo mientras dure con vida el comandante es un traidor de mierda a quien es preciso y urgente fusilar en plaza pública. No tanto por antipatriota como por fanático y jalabolas.

antichavistas y chavistas por igual gustan de proclamar que el proceso y la revolución son lo mismo que el Gobierno. Los primeros por legítimo y obvio interés, y los segundos casi siempre por ignorancia y a veces también por interés.
Al antichavismo le conviene en lo inmediato decir y creer que revolución es igual a Gobierno, porque su esperanza tiene patas cortas: creen esos infelices que tumbando al Gobierno acabarán con la Revolución. ¿Por qué es su interés legítimo? porque para nadie en la derecha, en las clases media y alta, es fácil ni cómodo acostumbrarse a la idea de que el proceso ha llegado a un punto en que ya no es posible permitirles regresar por las buenas a su condición de expoliadores de un pueblo sumiso.

Paréntesis: es probable que un día regresen brevemente al control de las instituciones del Estado y a la ilusión de que el país nuevamente les pertenece, porque el proceso a veces echa para atrás pero sólo para coger impulso. Está dicho: podrán tener un momento de frescura, pero su regreso ha de ser efímero, y su caída aparatosa. Fin del paréntesis.

Ningún antichavista dirá jamás que la historia, ese viaje inevitable de las clases oprimidas hacia la democracia, hacia su redención, es irreversible, así una voz remota les diga desde adentro (y otras desde afuera) que lo es.

A muchos chavistas tampoco les resulta fácil desligar la idea de la revolución de la idea de Gobierno. Creen muchos, sinceramente y de buena fe, que la Revolución consiste en que Chávez fue electo por el pueblo y que ha de ser reelegido para siempre, por los siglos de los siglos. La perspectiva tiene un doble filo peligrosísimo: mucha gente, cuando termine el Gobierno o cuando Chávez muera, pensará entonces que se acabó la Revolución. Tendencia contra la cual hay que luchar. Porque los hombres mueren (incluso el presidente), los gobiernos culminan (incluso éste) y la Historia no tiene que detenerse o regresar a los libros interesados de quienes han ejercido siempre la dominación.

Pero hay también entre los burócratas quienes desean, al igual que el antichavismo, que el pueblo confunda Revolución con Gobierno. Que, al ver un diputado o ministro, la gente del pueblo se lance en ese piso a lamerle los zapatos, y que diga en voz alta: “Gracias, Dios, por permitirme ver y tocar a un rrrrevolucionario”. Por fortuna el pueblo llano se dejó de esas pendejadas y está empezando a no creer revolucionario a cualquier estúpido disfrazado con boina roja. Lo demuestra el hecho de que en diciembre pasado se abstuvo mayoritariamente de votar por unos caballeros cuyo único mérito conocido consistía en figurar en una fotografía, casi siempre trucada, al lado de Chávez.

Vuelta a una idea anterior: mucha gente, cuando termine el Gobierno o cuando Chávez muera, pensará entonces que se acabó la Revolución. Tendencia contra la cual hay que luchar. Porque los hombres mueren (incluso el presidente), los gobiernos culminan (incluso éste) y la Historia no tiene que detenerse o regresar a los libros interesados de quienes han ejercido siempre la dominación. ¿Quieren un titular sensacionalista, lapidario, coñoemadre pero inapelable? Ahí les va: Chávez morirá.
¿Lo dejamos hasta ahí? No, no es bueno dejarlo hasta ahí.

Usted también morirá. Y yo. Y nuestros seres queridos. Pero el conglomerado este que llamamos Venezuela no tiene que morir cuando eso suceda. Y sería un acto supremo de egoísmo el que nosotros, miembros de esta generación y testigos-constructores de esta alborada de la etapa más hermosa de la Revolución, nos dediquemos a gozarnos un proceso a medio terminar y no les leguemos a los compatriotas del futuro tan siquiera la posibilidad de disfrutar la continuación de estos tiempos de pueblo.

http://casadelperro.blogspot.com


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José Roberto Duque


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