"El arado y el mar"

La Revolución gana en el mundo virtual y pierde en el real

El extraordinario desarrollo de los medios de difusión y de comunicación ha producido una especie de esquizofrenia social: se ha creado un mundo virtual paralelo al mundo real. La sociedad, el hombre vive escindido entre estos dos mundos, la mente capta las informaciones de ambos y cuando las mezcla se produce una suerte de percepción psicodélica, espejismos de la realidad.

Se ha perdido el criterio de veracidad, la realidad cedió el trono a la virtualidad. Cuando la realidad impugna a la virtualidad, ésta se defiende aplicando el principio central de su vida: lo que no se informa no existe, de lo que no se habla no pasó.

Muchas veces la información del mundo virtual prevalece sobre la realidad, en esas condiciones no es la realidad la última palabra, la verdad se decide en el mismo mundo virtual. Los medios dicen algo y son ellos mismos la prueba de lo dicho. Aquella máxima de "una mentira repetida mil veces se hace verdad" es cambiada por "eso es mentira", con este frasecilla se oculta cualquier verdad:

-          ¡Falsificaron el Plan de la Patria!

-          ¡Eso es mentira!

Y todo resuelto.

  La sociedad fue despojada de sus raíces con la realidad, el hombre vaciado de su condición natural se convierte en una imagen que deambula en la virtualidad, ya no existe separado de ella, la virtualidad lo dirige, su mundo interior, espiritual, es sustituido por lo virtual. Sin los medios, sin televisión ni internet, sin el celular es sólo una cáscara de humano, ahora carece de alma propia. Así "vive", así le conducen las más importantes decisiones de su vida.

En las elecciones el voto que elige el rumbo de la sociedad se decide en el universo creado; la propaganda, su calidad, su volumen garantiza los triunfos, la realidad es secundaria. La gente decide irse del país porque la ficción decidió que afuera es el paraíso. La fantasía dirige la vida, qué se come, se bebe y consume. Y si no hay cómo obedecer al dios virtual, entonces viene la angustia, el desasosiego, pero no importa, en la norealidad hay pastillas, drogas para eso.

En el gobierno lo virtual es como un virus, una enfermedad que se une a la enfermedad propia del poder. Ahora, los gobernantes tienen en sus manos la posibilidad de hacer y deshacer casi a voluntad. Ese poder sin control puede enfermarlos, elevarlos más allá de la realidad y desde allá pretender gobernar un país que no existe, se convierten en un gobierno de fantasía, en un videojuego.

Ahora aparecen síntomas de esa enfermedad, el gobierno se rige por los más básicos principios del mundo virtual. Claro que es un mal aprendiz, se le ven las costuras. En esa pelea en el mundo paralelo los capitalistas son expertos, el gobierno sólo esgrime armas elementales.

Un caso patético y patente es el de los familiares de Cilia Flores. Le aplican la ley de la ignorancia, piensan que si no hablamos de eso ya vendrá otro escándalo que lo lleve al olvido. “Si no hablamos no existe”, rezan, y así lo hacen. Los más burdos inventan mentiras para tapar la realidad, el caso se convierte en un torneo de falsedades, un misterio en el mundo virtual. En la realidad queda la duda, y la duda es más peligrosa que la certeza.

Sin embargo, todavía, el mundo real al final decide, así pasó con Chávez lo tuvieron mucho tiempo vetado en los medios, en el mundo paralelo, pensaban que no existía, pero un día ganó las elecciones.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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