Aprender el socialismo ¿cuál de todos?

Respuesta al artículo del señor Acosta “Desaprendiendo y reaprendiendo de nuevo el socialismo del siglo XXI (I)”

Mis queridos lectores, vuelvo a tomar la pluma para responderle al señor Alexander Kórdan Acosta quien me ha citado en un artículo de su autoría titulado “Desaprendiendo y reaprendiendo de nuevo el socialismo del siglo XXI (I)” (http://www.aporrea.org/actualidad/a211771.html). Su artículo se basa en una crítica a mis planteamientos expresados en el artículo “¿De qué clase de socialismo estamos hablando y qué resultados queremos?” (http://www.aporrea.org/ideologia/a211488.html).

Debo señalar que el señor Acosta y yo venimos desarrollando un debate desde hace algún tiempo, una contraposición de ideas con mucha altura, es decir, centrándonos en el mensaje y no en la denigración del mensajero. No puedo más que agradecerle que se tome el tiempo de leer mis artículos y hacer el esfuerzo encomiable de criticarme a través de sus planteamientos. Siempre he sentido un gran respeto por aquellas personas que tienen la capacidad para sentarse y escribir, vencer el miedo que representa una hoja en blanco, como le escuché decir una vez a Joan Manuel Serrat.

El señor Acosta abre fuego en el buen sentido de la palabra de la siguiente manera:

Por supuesto, comparto con Freddy Subdiaga, la idea de que ‘Solo en mentes alienadas del parasitismo socialdemócrata, usurero y voraz de la ética capitalista, hace apología a los errores cometidos por el proletariado, al no deslastrarse definitivamente de la cultura servil heredada de las formaciones económicas que le antecedieron desde que la humanidad se dividió en clases’, y esto lo digo por nuestros críticos como Carpio y Torres que no han podido deslastrarse del pasado del socialismo del siglo XX.”

En el párrafo que usa el señor Acosta para atacar mi posición socialdemócrata que se solaza en reiterar los errores del socialismo del siglo XX, según él, se acepta que el proletariado cometió errores en el socialismo del siglo XX, es decir, que admite que no se le están achacando errores irreales, sino que lo malo es que me complazco en hacer apología de los mismos. Para mí, el amigo Acosta dice algo así como que, está bien, se metió la pata pero ya vamos a echarle tierrita a eso, borrón y cuenta nueva. Algo que también debo discutir acerca del párrafo anterior es que se señalan “los errores cometidos por el proletariado”, cuando se sabe que los errores del socialismo del siglo XX y también sus crímenes fueron cometidos por una camarilla que controló al partido comunista y que gozó de privilegios que jamás estuvieron al alcance del proletariado, como viajar en limusinas ZIL y tener dashas (casas de campo) para sus vacaciones, lo que hoy se conoce como los privilegios de los cuales goza la “boliburguesía” venezolana.

Por otra parte, me parece muy curioso ese sentimiento “anti socialdemocracia” que expresan los marxistas y que aparentemente es compartida por el señor Acosta, cuando en la práctica, los países socialdemócratas nórdicos como Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia han logrado niveles de vida de los más altos del planeta con una muy baja desigualdad social. Ningún país socialista de inspiración marxista jamás ha logrado niveles de vida comparables con los de los países nórdicos. ¿Es que alguien puede comparar el nivel de vida de un obrero de aquí con un sueco o noruego? ¿Es que acaso los obreros de la extinta Unión Soviética tuvieron niveles de vida comparables a los nórdicos?

En otro párrafo, el amigo Acosta mi fraternal adversario plantea lo siguiente:

Por ejemplo, el señor Torres, antes de responder en su artículo, tenía la duda sobre el socialismo, al tratar de responder a su lector, entonces por precaución decide aclararse a sí mismo, de que tipo socialismo está hablando, -puesto que existen diversas corrientes revisionistas del socialismo originario, del socialismo científico (el marxista-leninista)-…”

Aquí el señor Acosta habla de corrientes revisionistas del socialismo originario, es decir, el socialismo científico (marxista leninista). En mi visión particular, el socialismo de Marx no fue el originario, antes de que Marx diera a luz al socialismo científico (lo de científico es tema de debate), existió el socialismo utópico y, tal como lo reconocen los marxistas, algo llamado socialismo o comunismo primitivo, o sea que mal se le puede adjudicar el adjetivo de originario al socialismo de Marx. De hecho, Marx trata de darle una connotación de racionalidad y cientificidad a los planteamientos socialistas utópicos basados en una concepción ética de rechazo a la explotación del hombre por el hombre.

En otra parte de su artículo plantea lo siguiente:

Entonces para Torres ‘el problema con el socialismo es que este generalmente ha llevado muchos adjetivos, socialismo utópico, socialismo científico, socialismo marxista, socialismo leninista, socialismo maoísta, socialismo democrático’, etc.”

Torres afirma en relación a los calificativos o adjetivos sobre el socialismo, alega que muy por el contrario, ‘Algo muy diferente a lo que ha ocurrido con el capitalismo, el cual se presenta sin mayores adjetivos y el cual tiene un conjunto de principios que todos sus adeptos así como los detractores aceptan como su esencia’.”

Nos toca decirle que se equivoca, la esencia del capitalismo pese a que se transfigura también sus formas y principios cambian, adquieren adjetivos no menos que el socialismo, tales como capitalismo democrático, capitalismo salvaje, capitalismo popular, capitalismo desarrollado, capitalismo subdesarrollado, capitalismo liberal, capitalismo neoliberal, capitalismo monopólico, capitalismo imperialista, capitalismo global, etc., como se ve existen tantas corrientes del capitalismo, solo que a todas ellas le es común la explotación del hombre por el hombre.”

Mi respuesta a Acosta es la siguiente, todos esos tipos de capitalismos comparten una serie de principios como son: Individualismo, Propiedad Privada de los Medios de Producción, Libre Empresa, Mecanismo de Libre Mercado, Competencia, Maximización del beneficio económico o lucro, Mínima Participación del Estado en la Economía, Democracia representativa. Por lo tanto entre ellos no existe una contradicción fundamental. Pero no sucede lo mismo con las concepciones del socialismo, por ejemplo, los defensores del socialismo democrático no aceptan la teoría del valor de Marx, ni su teoría de la plusvalía, ni la dictadura del proletariado, y allí si hay una contradicción fundamental. Los anarcosocialistas se caracterizan por su crítica fervorosa en contra del Estado, en cambio, los socialistas marxistas – leninistas ven en el Estado el instrumento por excelencia para adelantar la dictadura del proletariado. Por lo tanto, el adjetivo que se le ponga al capitalismo es más un adorno que otra cosa, en cambio, aquel que se le ponga al socialismo tiene que ver con su esencia. Por ejemplo, el señor Acosta habla de capitalismo liberal y neoliberal, entre estos no existe ninguna contradicción fundamental, el neoliberalismo es un refinamiento teórico del planteamiento liberal a través de la teoría marginalista. El capitalismo global y el imperialista es prácticamente la misma cosa.

El señor Acosta vuelve a la carga en contra de mis planteamientos en el siguiente párrafo:

Otra de las aclaraciones es que según Torres, ‘el capitalismo es un fenómeno que históricamente se presentó de una manera natural, sin entender por ello que no es una construcción social, sino que antes de su aparición no hubo una teoría del mismo ni una acción política deliberada para su instauración’ me temo que es otro error, no hay nada más convencional que el capitalismo, vale decir es una construcción social, una construcción representativa intelectual, por ejemplo la teoría del hombre económico, del individualismo, del derecho natural, el contrato social, la teoría de la división del trabajo, la teoría de la renta, la teoría de la utilidad, la teoría de la mano invisible del mercado, la teoría del comercio libre, la teoría de las ventajas comparativas, la teoría proteccionista de los mercados, la teoría del estado de bienestar, sobre todo, la teoría del laissez faire (dejar hacer, dejar pasar) y un sinfín largo de teorías o construcciones intelectuales que no podemos negar son producto del quehacer intelectual humano, en particular de la clase social burguesa.”

Con todo respeto creo que el señor Acosta no entendió mi planteamiento, señalando que el capitalismo es una construcción social como si yo no hubiera afirmado eso. Mi idea es que siendo una construcción social no existió de hecho una acción política destinada a la instauración del capitalismo a diferencia de lo que ocurrió con el socialismo. Él señala un conjunto de teorías acerca del capitalismo, pero todas ellas señor Acosta son posteriores al establecimiento del capitalismo. Son teorías que pretenden explicar el fenómeno ya existente, no son teorías adelantadas a la instauración del capitalismo como sí lo son las teorías socialistas. Desde que Marx elaboró su teoría hasta que se instauró un gobierno que abrazó el socialismo científico (Unión Soviética) pasaron décadas. Así que en este caso su tesis refutando la mía carece de toda validez. Antes de que se instaurara el capitalismo, no hubo un movimiento político pro instauración del mismo que exhibiera como sustento teórico “La Riqueza de las Naciones” de Adam Smith, porque este libro fue escrito cuando el capitalismo era una realidad, y no pretendía su promoción sino una explicación de su funcionamiento.

El señor Acosta también me cita de la siguiente manera:

"‘Entonces es muy importante aclarar el tipo de socialismo que alguien quiera promover, si es el tipo de socialismo basado en los preceptos marxistas y que tuvo su concreción en la Unión Soviética, el Oeste de Europa, China, Cuba, Vietnam y Corea del Norte o el tipo de socialismo democrático que se ha practicado en los países nórdicos como Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, conocido como socialdemocracia’."

Frente a esto él declara que:

Mientras que en los primeros han obtenido éxitos en aniquilar la explotación del trabajo, instaurar una sociedad socialista pese a disolución del régimen político a causa de errores económicos y administrativos como también políticos, los segundo, el socialismo democrático, no acaba con ni con la economía capitalista y menos con el Estado, aplica reformas sociales, económicas y políticas pero no resuelven el problema de la división social del trabajo, las relaciones sociales desiguales de producción, la distribución desigual de la riqueza en la sociedad, en pocas palabras la explotación del hombre por el hombre, la explotación de la mujer por la mujer, porque no decirlo, hay mujeres también capitalistas.”

El señor Acosta precisa que el modelo socialista marxista obtuvo éxitos en aniquilar la explotación del trabajo. Mi estimado amigo se olvida de la colectivización forzada del agro en la Unión Soviética, se olvida de los Gulags de trabajos forzados, se olvida de la ausencia de sindicatos. También se olvida que la plusvalía generada por el trabajador en las fábricas estatales iba a parar a las arcas del Estado, sino de dónde saldría el dinero para los lujos de la clase dirigente del partido comunista. Por lo tanto, los trabajadores ya no eran explotados por los capitalistas, sino por el Estado. Hay prácticamente un consenso en la izquierda no dogmática que en la Unión Soviética no hubo socialismo sino un capitalismo de Estado.

También hay que señalar que en caso haber habido un éxito en la liquidación de la explotación del hombre por el hombre, cosa que no creo, este éxito fue efímero porque al socialismo del siglo XX en Europa lo barrió la restauración del capitalismo.

Otro caso de éxito efímero es el caso chino, que manteniendo el sistema político de control férreo y represivo del Partido Comunista chino se ha abierto al capitalismo más ortodoxo, en donde vemos que muchos chinos han perdido sus ahorros por el desplome de la bolsa de valores de China.

Algo que me llama mucho la atención es que el señor Acosta en su crítica de la socialdemocracia señala que esta no acaba con la economía capitalista y menos con el Estado. Hasta donde tengo entendido, el socialismo de inspiración marxista nunca se planteó acabar con el Estado, o es que mi estimado amigo tiene una veta oculta de anarquismo.

Por otra parte, arremete nuevamente contra la socialdemocracia porque no ha eliminado la explotación del hombre por el hombre. Para el señor Acosta no tiene ninguna importancia que en términos de ingreso per cápita a nivel mundial para el año 2015, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, Noruega esté en el puesto No. 5 con US$ 67.445, Suecia en el puesto No. 14 con US$47.228, Dinamarca en el puesto No. 20 con 45.451, Finlandia en el puesto No. 24 con US$ 40.838.

En realidad señor Acosta, qué mala vida que tienen esos nórdicos con la socialdemocracia, de verdad hay que tenerles lástima. En cambio aquí sí la estamos pasando bien en el puesto No. 70 con US$ 13.633 de ingreso per cápita. Por cierto, por encima tenemos a Chile, Argentina, Panamá, Uruguay, México y Costa Rica y algunas islas del Caribe a las cuales les vendemos el petróleo a largo plazo y con un 1% de interés.

En mi visión particular, los ataques virulentos hacia la socialdemocracia por parte de los marxistas es el producto de la envidia más que de otra cosa. Los socialismos de inspiración marxista jamás lograron para los obreros un estado de bienestar material, de libertad y democracia que se acercara a los logros de la socialdemocracia nórdica. Es importante destacar que estos países a principios del siglo XX se encontraban dentro de los más pobres de Europa.

Además, debo decirle que según los datos publicados por la oficina estadística comunitaria, Eurostat, los habitantes mayores de 16 años de Finlandia, Dinamarca y Suecia son los que mayor satisfacción mostraron respecto a su calidad de vida, todos con 8 puntos sobre 10; noticia que puede leer en El Universal del lunes 1 de junio de 2005.

Por último, quiero referirme al siguiente párrafo del señor Acosta:

En cambio; sin temor a equivocación alguna, que no hay sociedad más natural que el socialismo y se explica por las relaciones sociales de producción originaria, la cooperación del trabajo, por el trabajo asociado para sobrevivir la comunidad antigua, relaciones sociales de trabajo basada en el apoyo mutuo, el aporte según la división natural del trabajo, la propiedad colectiva, el desvelo de la sociedad por el individuo, la protección social, en pocas palabras el socialismo es y debe ser una réplica histórica de los valores de la humanidad solo que a una fase superior del trabajo, en un nivel elevado de productividad que hizo posible la división social del trabajo.”

Esta visión idealizada de las sociedades primitivas es muy hermosa, pero lamentablemente dista de ser cierta. En esas comunidades la solidaridad podía estar presente dentro de una tribu, pero con respecto a otras tribus las relaciones eran de guerra y conquista. En esas comunidades se desarrolló la práctica del sacrificio humano. Así que creo que esa visión romántica dista mucho de la realidad. Es el caso de la visión que se quiere imponer del mundo indígena antes de la llegada de los españoles a América, el paraíso en la tierra. Sin justificar el genocidio de los españoles a los indígenas americanos, debemos saber que los aztecas y los mayas se impusieron por la fuerza sobre otras tribus convirtiendo a estas en tributarias, no podemos desconocer los sacrificios humanos que practicaban los aztecas, no podemos dejar de reconocer también, que en la sociedad azteca y la inca existía una división de castas, y había una nobleza indígena con privilegios no al alcance del pueblo llano.

Para terminar, debo decir que los argumentos que ha esgrimido el señor Acosta no son lo suficientemente fuertes para desmontar mis planteamientos, creo que la realidad también da un fuerte y categórico mentís a las afirmaciones de mi contendor. Reitero mi agradecimiento al señor Acosta por tomar en cuenta mis opiniones y darse el trabajo de enfrentarlas con sus planteamientos. El debate es enriquecedor, es importante, y por último, a mí me entretiene muchísimo, espero que suceda lo mismo con nuestros lectores.



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Hernán Luis Torres Núñez


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