Estamos abonando el terreno para la siembra del fascismo

Camucha llegó esta mañana a la oficina pálida, desolada: su mamá le contó que vio cómo en la puerta de una Escuela dos sujetos arrancaban de la mano de su madre a un niño de unos tres años. Que su mamá vio cuando le dispararon en las piernas, porque ella, desesperada, se resistía… No pudo completar la historia. Porque al instante Escarlata la interrumpió corroborando eso de los robos. Dijo que se estaban robando a los niños frente a las escuelas. No había corrido el reloj ni tres minutos cuando una cantidad de madres preocupadas discernían sobre el asunto, todas conocían de una historia parecida. Todas estaban preocupadas por sus hijos.

A la mamá de Camucha le pagaron 10.000 para que echara ese cuento. A Camucha otros diez mil para que lo repitiera en su oficina. Escarlata repitió esa historia a la que le sumó la suya propia de gratis. Sus amigas aterrorizadas y con el morbo de imaginar las situaciones más dramáticas y crueles, echaron sus cuentos.

La verdad es que se necesita temple, se necesita conciencia, fuerza moral para no creer esas historia de amenazas a nuestros hijos. La gente, la población en general está sensible a las amenazas, sean estas a sus hijos, al país, por el Imperio, a la escasez de tal o cual producto, a la subida de los precios, a un posible terremoto, a perder el trabajo, a que se paralice el metro. La gente comenta todos sus miedos en la calle. Desesperanzada usa su tiempo en precaverse de cualquier infortunio. Se repliega. Hay que tener fuerza moral para no sentirse desamparado en medio de tanta incertidumbre, de tanta confusión.

En febrero de este año se decreta la reactivación de las minas de carbón en el Zulia que Chávez hubo paralizado porque a pesar de ser un recurso energético abundante y que nos llenaría de dólares su explotación es altamente contaminan y contraproducente desde la perspectiva de la conservación del paisaje, del agua, los bosques, la pureza del aire. Hace tres días el presidente crea al Ministerio de Ecosocialismo y Aguas. Quién los entiende. La ministra para el Comer, Isabel Delgado denuncia que los importadores facturaban las mercancías desde paraísos fiscales (donde no se pagan impuestos) para especular con los dólares baratos de les entrega el gobierno. El Mundo señala el precio del dolar simadi y más abajo coloca el del mercado paralelo de Cúcuta, frente a la cara de todos, te dice a cuanto y dónde puedes negociar tus dólares baratos que te vende el gobierno. El hospital cardiológico de adultos está paralizado desde hace años porque no hay dólares, mientras el gobierno vende barato los dólares que obtiene de los convenio con los países de Petrocaribe en los distintos esquemas cambiarios. ¿Cuál será el mensaje que nos está dando el gobiernos con estas indecisiones?.

Algunos tecnócratas pensarán que esta vacilaciones no se perciben en el ambiente, en la temperatura de la población. Que la falta de imaginación, de arrojo, de acción, avance hacia delante no se nota detrás de las Firmas, de los discursos amenazadores y las palabras vacías, detrás de las promesas. ¡Ay, cómo criar un hombre capaz de hacer promesas! decía Nietzsche.

Estamos abonando el terreno al fascismo. Cuando se paraliza el país se paraliza la conciencia. Cuando s e detiene la revolución se detiene el entusiasmo por ella, cuando se detiene el socialismo se pierde la esperanza. Aparece la resignación, triunfa el fatalismo, el morbo por la desgracia, el chisme. Se pierden todos los valores. Es así como una madre se deshace vendiendo, por unas cuantas monedas, zozobra, sin pensar en las consecuencias, sin imaginarse a sí misma sintiendo el robo de su propio hijo. Otras se abandonan al chismorreo, al consuelo perverso de poder todavía contar las desgracias ajenas. Claman por un padre que les diga qué hacer, en qué creer, llaman a gritos la presencia de algo que tranquilice sus almas.

Y entonces parece el salvador. El farsante, el gran estafador, el rey de los chismosos y de la mentira, el Fascismo, capas de darle sentido al miedo y la angustia en la muerte.

Sin no vemos claridad debemos buscarla. Si las palabras están vacías debemos rellenarlas de sentido. Si estamos detenidos, obliguémonos a avanzar. Si Chávez no está, seamos nosotros Chávez por su ausencia. Si nada tiene sentido aparente, obliguémonos a encontrarlo para poder vencer la incertidumbre en la acción de la crítica, de la autocrítica, de la búsqueda del conocimiento, para poder encontrar de nuevo el camino que nos trazara Chávez. Seamos como Chávez.


 

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Héctor Baíz

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