En homenaje a toda su grandiosa vida de revolucionario

Diálogo con Lenin

Se derrumbó el muro de Berlín y los pedazos de concreto fueron subastados en las bolsas del capitalismo; sonaron los violines de esos ideólogos que recomiendan el abandono definitivo de la causa argumentando una derrota temporal pero haciéndola creer definitiva; gritaron los políticos llenos de euforia que el socialismo había demostrado su fracaso; rezaron obispos leyendo plegarias de que el comunismo era un monstruo de mil cabezas y manos asesinas; y corrieron historiadores y biógrafos alegando que el marxismo ya era una teoría cargada de caducidad… Quedó borrado del mapamundi lo que fue en un tiempo la URSS.

Toda una historia fue negada en un solo instante de la misma... Y comenzó la tragedia de aquellos genios y maestros del proletariado cuando sus cabezas empezaron a rodar desde estatuas o monumentos que recordaban su gesta heroica de lucha por la Revolución Socialista.

Lenin... Lenin, despierta, despierta.

-¿Quién me llama?

Te llamo en nombre de los explotados, de los desamparados, de los oprimidos, y de los condenados en la tierra.

-¿En qué tiempo estamos?

Entrando casi al Tercer Milenio.

-¿Desamparados, explotados, oprimidos y condenados existen todavía en la tierra?

Sí, si existen camarada Lenin. Es urgente que despierte de nuevo.

-¿Y Trotsky?

Lo asesinaron en México, por orden de Stalin.

¿Kamenev y Zinoviev, dónde están?

Los  asesinaron en lo que se llamó las purgas estalinista.

-¿Y Bujarin, Rikov, Kretinsky, Smilgá, qué están haciendo?

Los fusilaron por mandato de Stalin.

-¿Y qué han hecho Bubnov y Muranov?

Los desaparecieron porque ya no servían a los planes de Stalin.

-¿Y qué han dicho Berzin, Kollontai y Lomov?

Se perdieron y nunca más aparecieron.

-¿Y qué hay de Dzerzninsky, Shomyan y Nogín?

Están muertos.

-¿Y el generoso Iofe?

Se suicidó por tanta injusticia que cometieron contra Trotsky.

Dios mío! ¿Por qué se han cometido tantos crímenes?

Porque Stalin en su ambición termidoriana de poder, los vio a todos como enemigos de la Revolución Bolchevique.

-¿Pero en nombre de qué cometió esa monstruosidad?

En nombre del socialismo, del marxismo y del leninismo.

-¿Cómo?

Como usted lo escuchó camarada Lenin.

-Si pretendes que despierte, primero echa un vistazo para ver si Stalin está a mí alrededor. Nada hago con despertarme si inmediatamente me vuelven a dormir.

Está muerto, camarada Lenin, y creo que más nunca despertará.

-¿Entonces qué se impuso en la Revolución mientras dormí?

La burocracia termidoriana, camarada Lenin.

-Lo sabía, lo sabía. ¿Entonces quiere decir que Trotsky no estuvo de acuerdo con Kruskaia en que se leyera mi Testamento en el Congreso del Partido posterior a mi largo sueño?

No, camarada Lenin.

-¿Por qué?

Pensó que ello crearía muchas dificultades al partido en ese momento.

-Yo sabía, yo sabía que la burocracia existía no sólo en las instituciones soviéticas, sino también en las instancias del partido. ¿Pero por qué me pides que despierte?

Es que los nuevos mandatarios de lo que fue la Unión Soviética se lo van a llevar con intención de soterrarlo definitivamente bajo la oscuridad de la tierra, y que jamás tenga oportunidad de despertar.

-¿De dónde me van a llevar?

Del Mausoleo.

-Todos sabían que a mí nunca me gustó que el luto adopte forma de reverencia externa, y además jamás estuve de acuerdo que en mi recuerdo se construyeran monumentos ni se le diera mi nombre a ningún palacio, ni tampoco se celebraran ceremonias en mi memoria.

Es cierto, camarada Lenin, y su viuda lo dijo que la mejor honra a la memoria de usted, era construir guarderías, jardines de infancia, viviendas, escuelas, bibliotecas, centros médicos, hospitales, asilo para los mutilados, pero por encima de todo, lo más importante, era poner en práctica sus principios. Y eso fue lo que no se hizo, y por ello hemos llegado a la situación que impera en el mundo y especialmente, el derrumbe de lo que en nombre de Marx y de usted, llamaron socialismo.

-¿Y el partido qué ha hecho?

Lo acabaron, camarada Lenin, lo acabaron; lo burocratizaron y creó el germen de su propia destrucción, aunque ahora algunos intentan revivirlo.

-¿Y las organizaciones de masas, qué hicieron para salvar a la Revolución?

Se convirtieron en apéndices del partido e igualmente se burocratizaron. Todo lo decidía el secretario general del partido, y nadie más tenía derecho a decidir en el destino de la Revolución. Todo fue distinto a cuando usted vivió y era el jefe del gobierno revolucionario y el máximo exponente del partido.

-¿Pero entonces qué tenemos ahora?

Ni Dios lo sabe, camarada Lenin. Gorbachov, hace años cuando estaba de jefe del gobierno, había dicho que la perestroika y el glasnov eran una vuelta al verdadero pensamiento de Marx y de usted, pero los vientos que soplaron demostraron que fue todo lo contrario. Ya los que están mandando y dividieron en muchas partes la antigua Unión Soviética, no quieren a Marx, ni a usted, ni saber nada de socialismo. Los bustos de ustedes ruedan como si fueran cabezas guillotinadas.

Qué barbaridad... Qué barbaridad! ¿Y qué dijo mi escritor preferido, Máximo Gorki, de todo eso?

Ya  no quieren ni su nombre en una avenida o calle de Rusia. No está quedando nada que huela a bolchevique, camarada Lenin.

-Entonces debo salir de aquí y despertar. ¿Quieres decir que me estás proponiendo comenzar de nuevo?

Bueno, en parte sí y en parte no.

-¿De dónde eres?

Latinoamericano y concretamente, de Venezuela.

-¿Por qué en parte sí y en parte no?

Nosotros, los latinoamericanos, tenemos todavía despierto a un Fidel Castro entre las barbas, que resiste, que lucha con los principios de Marx y de usted, sin negociarlos ni traicionarlos;  tenemos en Bolívar un hijo del fuego y del  amor que nos recuerda el deber de luchar por la independencia; hay en nuestra conciencia un Juárez, un Emiliano Zapata, un José Martí, un Ezequiel Zamora, un César Sandino, un Farabundo Martí, un Che Guevara, un Camilo Torres Restrepo, un Jacobo Arenas, que aún siguen haciendo camino con tantas venas abiertas; tenemos a Cuba y su Revolución dando ejemplo de perseverancia y dignidad con sus dulces cañaverales como la misma vida de un pueblo soberano; tuvimos un Tiro Fijo y seguimos teniendo un Gabino con sus fusiles por más de cuatro décadas sin enterrarlos ni dejarlos oxidar en acuerdos que luego no se cumplen; tenemos el ejemplo de un comandante Poliarco, venido desde España, a sacrificarlo todo por la redención de los latinoamericanos; tenemos un subcomandante Marcos levantando bien alto las banderas de la justicia social para nuestros indígenas; y tenemos el tiempo venidero para triunfar cuando se enciendan las flores del café y busque el agua el curso de sus ventisqueros.

-Entonces hay que hacer que Marx despierte de ese cementerio inglés, que el mar nos devuelva las cenizas de Federico Engels para reconstruirlo de nuevo, que despierte Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Alemania, que vuelva Freilegrath y junto a los pueblos declamen sus poemas de combate clasista, que despierte Trotsky y cabalgue en su teoría de la Revolución Permanente, que  haya un bolchevique en cada esquina, que se unan los proletarios a nuestro canto internacional, que haya un Che entre las fronteras y un Camilo predicando sermones de la montaña, que exista un Bolívar en cada sueño americano y un Fidel abrazado a la bandera de la dignidad, que haya un Espartaco en cada negro contra el racismo y un Ho Chi Ming en el amarillo de la vida que es digna por el ejemplo.

¿Entonces quiere decir que despierta y emprende de nuevo la lucha?

-Sí, despierto, pero despierto en la clandestinidad, porque si muerto me quieren desaparecer para siempre, vivo me perseguirán para aniquilarme antes de que vuelva a reorganizar a los viejos bolcheviques que fueron honestos y verdaderos revolucionarios.

Ordene usted, camarada Lenin.

-Corra y dígale a Trotsky allá en México que nuevamente se ponga uniforme de Guardia Rojo; que Sandino levante sus tropas, ocupe cementerios y despierte a Emiliano Zapata y sus campesinos en otro tiempo asesinados; que Bolívar empuñe su espada libertadora y galope Suramérica, reviva al Gran Mariscal de Ayacucho y toda su legión de patriotas independentistas; que Neruda y Vallejo escriban nuevas poesías para nuevos amaneceres; que Jara y Alí Primera le canten a todas las mamá Pancha; que haya no uno sino varios Chimborazo en el camino; que Jacobo Arenas vuelva despierto a La Uribe; que recojan los potros y que cada prócer monte uno para cabalgar a los nuevos combates por la libertad; que Ezequiel Zamora repita varias veces su batalla de Santa Inés; que América como Europa, Asia, Africa y Oceanía despierten en lluvias con ráfagas de rocío y siembren el viento en cada huerto; que la ternura de las madres se evidencie en las trenzas de las niñas; que salgan los mineros de las minas con sus picos para abrir trochas que serán caminos seguros para la victoria; que los indígenas recobren su antiguo canto soñador de futuro; que Argimiro Gabaldón siga con su alegría y su vida en tremenda lucha contra la tristeza y la muerte; y digamos todos con Genaro Camero: “¿Quién podrá detener a tantos pueblos, cuando se unan y se encrespen, como las aguas de sus ríos o sus mares?”.

¡Hasta pronto, camarada Lenin! ¡Venceremos!.

¡Venceremos!

Y la brisa del despertar de nuevos oleajes revolucionarios, encontrará en  este nuevo milenio de globalización neoliberal fronteras para florecer.

 

Nota: cuando este diálogo fue escrito hace algunos años Manuel Marulanda y Manuel Pérez Martínez estaban con vida y el camarada Chávez apenas comenzaba  a ser notoria cabeza de multitudes que querían cambios en la Venezuela de Simón Rodríguez, de Simón Bolívar y de Ezequiel Zamora y de un pueblo que merece el reino de la libertad por encima del reino de la necesidad.

 



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Freddy Yépez


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