Nicolás Maduro, hoy

Tuve la oportunidad de conocer a Nicolás Maduro, siendo un muchacho tendríamos tal vez 14 o 16 años de edad, fue allá en los pasillos del ya cincuentenario Liceo José Avalos de la Parroquia El Valle, de Caracas, donde recuerdo junto a otros compañeros de la época, haber participado en el centro de estudiantes del viejo liceo, haber debatido a pesar de nuestra corta edad, lo que en aquella oportunidad era para nosotros la lucha de clases, lo que representaba el movimiento estudiantil e inclusive la lucha armada, lucha esta, que llevo a dos viejos amigos y hermanos de la vida, Orlando Acosta y Addel Cedeño a emprender su odisea utópica por Nicaragua y otros países de la convulsionada Centroamérica de la década de los 80 y participar de esos procesos armados, hoy, uno en Costa Rica y el otro un respetable empresario del turismo acá en el país, como todo muchacho que admira a un personaje recuerdo que para la época era además del Che Guevara, mi “héroe” León Trotsky, por lo que éste representó para el Soviet, han transcurrido más de treinta años sin cruzar palabras, ni mantener ningún tipo de contacto personal. Sin embargo, también quiso la providencia que ambos acompañáramos el Proceso Bolivariano, cada quien por su lado pero con un punto en común, el Gigante Hugo Chávez Frías, líder supremo y eterno este hermoso proceso lleno de errores pero también de muchos y buenos de aciertos, con características únicas que derivan del pensamiento del Gigante de Gigantes, Bolívar, el Simón de Caracas.

Quise hacer público este, mi punto de vista, por lo que Nicolás Maduro representa hoy para el País Nacional, quiero dejar claro que no es este un escrito que busca prebenda ni está impregnado de cualquier intensión oportunista, ni mucho de una defensa a ultranza de la gestión de Nicolás, sino más bien es un análisis lo mas cercano a la objetividad, de lo ya referido. Sin duda alguna, Maduro emerge a un liderazgo no buscado, sino más bien forzado por las circunstancias, es precisamente allí donde deriva su principal debilidad, debilidad que mediáticamente ha sabido explotar muy acertadamente la derecha venezolana, al vender la idea “que él no es Chávez, y que trata de imitar a Chávez”, lamentablemente nosotros no hemos sabido contrarrestar y mucho menos neutralizar esta mediática. Por lo que el mismo Nicolás ha perdido un tiempo precioso tratando de explicar lo que todos sabemos, que “él no es Chávez”.

Las circunstancias del país y la radicalización de la derecha en generar un clima de ingobernabilidad, nos exige realizar un viraje estratégico, en la manera de hacer política, Maduro debe orientar su gestión en la búsqueda del apoyo de la Unidad Popular, de los movimientos sociales, de los partidos políticos sean o no de izquierda pero que predomine en ellos el sentimiento patriótico y nacionalista, de los empresarios nacionales y transitar el camino hacia un Estado socialista cuando sea necesario, pero también un Estado capitalista, no burgués, es decir, que cada quien tanto el sector público como el privado gane lo necesario para garantizar la estabilidad interna tanto económica como financiera usando medios legales para lograrlo. Designando a un interlocutor o mediador que logre unir en un mismo sentir los sectores ya mencionados.

Nicolás Maduro, es el primer presidente chavista, como el mismo se ha denominado, la victoria obtenida por él puede definirse como una evolución ideológica del pueblo venezolano; y, sabiendo administrar esa victoria pudiera convertirse en un líder genuinamente obrero, que independientemente de las contingencias y el pragmatismo político, sea Maduro el líder que de predicar “la ruptura con el sistema capitalista” pudiera plegarse, mas no arrodillarse, a las exigencias de los mercados financieros, pese a las protestas de los militantes más radicales del PSUV. Esta acción contribuiría a recibir el apoyo de numerosos inversionistas nacionales e internacionales, y de sectores militares nacionalistas y desarrollistas. Hoy, Venezuela, cuenta con una democracia consolidada, y está llamada gracias al papel ejercido por el desaparecido Presidente Hugo Chávez Frías a desempeñar en las décadas siguientes un creciente liderazgo político y económico en el mundo, tal y como ya viene haciéndolo en América Latina

El nuevo presidente de Venezuela, tiene la oportunidad unir a la sociedad venezolana, con la hegemonía indiscutible de su partido en la izquierda, tiene como prioridades profundizar la reforma agraria y el combate contra la pobreza, pero afronta un doble y contradictorio desafío: encontrar las mayorías necesarias para propulsar las reformas necesarias sin alarmar a los poderes fácticos, tanto nacionales como internacionales, y calmar las lógicas impaciencias de los trabajadores, los campesinos y las clases medias. Maduro, debe sobre todo, afrontar, con determinación y eficacia, los retos de la desigualdad, la pobreza y la violencia, que tanto han lastrado la historia reciente del país. Como consecuencia del indiscutible liderazgo de Hugo Chávez y su designación como su sucesor “en caso de una situación sobrevenida” como efectivamente ocurrió, Nicolás goza hoy en Venezuela del respaldo y del aprecio mayoritario, pero mucho más importante aún es la irreversible aceptación social de que todos los venezolanos tienen derecho a la dignidad y la autoestima, por medio del trabajo, la educación y la salud.

Si Maduro logra superar las adversidades de todo orden, además del inmenso peso que representa el liderazgo Chávez sin duda alguna iniciara el recorrido hacia el éxito, ese largo y difícil camino, sin dejar de ser Nicolás Maduro en esa larga marcha deberá ganarse la confianza de los mercados financieros internacionales, y aumentar la capacidad de atraer inversiones no petroleras directas de cualquier parte del mundo, pero lo más importante para su futuro inmediato es lograr un mayor respaldo electoral y popularidad o nivel de aceptación de su gestión de gobierno que impida un posible intento re referéndum revocatorio que desde ya, y a fuerza de medias verdades la oposición comienza a abonar el terreno. Maduro deberá garantizar un verdadero socialismo democrático que ponga el acento en la inclusión social, en la justicia en la preservación del medio ambiente que haga posible una sociedad más justa, decente, fraterna y solidaria.


nestor.arvelaezv@gmail.com



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