Francisco Soler,
un estudioso del marxismo, me plantea la siguiente inquietud teórica:
“Quisiera que me explicaras brevemente y a ser posible en lenguaje
fácil los términos alienación, objetivación y cosificación. Aparte
de su relación quisiera saber si los conceptos “objetivación”
y “cosificación” son idénticos o en caso contrario cuáles son
las diferencias entre ellos”.
Los conceptos científicos y filosóficos no pueden ser explicados de forma breve. Y la razón no está en que sean complejos, sino en el hecho de que los conceptos pertenecen a sistemas conceptuales concretos. Por lo tanto, para explicar de forma fundamentada un concepto debemos explicar el sistema conceptual concreto al que pertenece. El concepto de objetivación pertenece al sistema conceptual concreto denominado proceso de trabajo, el concepto de cosificación pertenece al sistema conceptual concreto denominado capital productor de interés, y el concepto de alienación pertenece al sistema conceptual concreto denominado el trabajo enajenado.
La objetivación
En el proceso
de trabajo participan tres factores: la actividad conforme a un fin,
o sea, el trabajo mismo, el objeto de trabajo y los medios de trabajo.
Esta es la visión espacial del trabajo.
También podemos
tener una visión temporal del trabajo. Todo trabajo es un proceso y
dura un tiempo determinado. Durante el tiempo que dura el trabajo todo
es movimiento, mientras que al final llega la quietud, cuando el objeto
de trabajo ha sido elaborado y valoramos si lo hemos hecho bien o mal.
Y la representación
sintética del trabajo, aquella que une la representación espacial
con la temporal, podría ser esta: El trabajo es un proceso entre hombre
y naturaleza, un proceso mediante el cual el hombre se apropia de los
materiales de la naturaleza de una forma útil para su vida poniendo
en movimiento las fuerzas naturales pertenecientes a su corporeidad.
Es importante aquí el concepto de apropiación. Será útil para entender
después el concepto de alienación.
Con respecto
a la dialéctica entre el trabajador y el objeto de trabajo, Marx lo
expresa en lo siguientes términos: el trabajo se objetiva y el objeto
se elabora. La elaboración del objeto de trabajo coincide con la objetivación
del trabajo. El objeto de trabajo se hace producto, no otra cosa quiere
decir que el objeto se elabora, y el trabajo se hace objeto. Hay
que tener cuidado aquí con el uso del concepto de objeto. Hay que distinguir
el hecho de que toda actividad o trabajo se hace sobre un objeto del
hecho de que toda actividad se hace objeto.
Recapitulemos.
La pregunta había sido formulada en los siguientes términos: ¿qué
es la objetivación? Esta pregunta no debería tener respuesta. Es un
concepto incompleto: le han quitado una parte sustancial. La pregunta
debería ser: ¿explícame qué es la objetivación del trabajo o que
es la objetivación de la actividad en general? La respuesta sería:
todo trabajo, si es tal trabajo, se tiene que objetivar. De forma generalizada
podríamos decir: toda actividad tiene igualmente que objetivarse.
El gran dilema del hombre moderno en su condición de trabajador estriba
en que no dispone de los medios para objetivar su trabajo. Sólo puede
hacerlo cuando encuentra trabajo. De ahí su servidumbre.
La cosificación
Sucede con
la categoría “cosificación” lo mismo que con la categoría “objetivación”,
es un concepto incompleto, le han cortado una parte. La expresión
conceptual completa es la siguiente: cosificación de las relaciones
económicas capitalistas. No sabemos si hay otras clases de relaciones
que experimenten la cosificación, pero no debemos generalizar en exceso,
llevar los conceptos más allá de sus límites originarios hace que
pierdan concreción y precisión.
Este error
puede observase en Wikipedia, se define la cosificación como la transformación
de los seres humanos en cosas. En este error también incurren muchos
marxistas. En El Capital de Karl Marx de lo que se habla es de
la cosificación de las relaciones sociales no de las personas. Y de
momento debemos ser rigurosos con este contenido conceptual.
Habíamos dicho
que el sistema conceptual concreto donde debe estudiarse la cosificación
es en el capital productor de interés o capital bancario. Según Marx
en el capital productor de interés es donde la relación capitalista
alcanza su forma más externa y más fetichista. Para aclarar por qué
esto es así, es necesario explicar aunque sea de forma breve la forma
del capital industrial. Hay conceptos que pueden ser explicados de forma
relativamente inmediata, pero otros sólo pueden ser entendidos con
algunas fases de desarrollo previas.
El capital
industrial se representa mediante la siguiente fórmula: D-M……P……M’-D’.
Paso a explicarla. Se trata de que un capitalista tiene en sus manos
una determinada suma de dinero (D) y con ella va al mercado y compra
dos clases distintas de mercancías: por una parte, compra medios de
producción, y por otra parte, compra fuerza de trabajo. Esta fase ocurre
en el mercado o en la esfera de la circulación. Después se interrumpe
la fase de circulación y se inicia la fase de la producción (P).
Durante la fase de la producción los obreros transforman los medios
de producción en mercancías cuyo valor es superior al valor desembolsado
por el capitalista (M’). A este incremento de valor que experimenta
el capital durante el proceso de producción se llama plusvalía. Y
una vez que acaba el proceso de producción se vuelve de nuevo a la
fase de la circulación (M’-D’), donde las mercancías elaboradas
durante el proceso de producción se venden. (En estos casos siempre
suponemos que las cosas transcurren de forma ideal y en consecuencia
todas las mercancías producidas logran venderse).
La esencia
de este movimiento y respecto al asunto que nos concierne consiste en
lo siguiente: la plusvalía es fruto de una relación social, de la
relación entre los capitalistas y los trabajadores. En esta forma de
movimiento a casi todo el mundo le es fácil entender que si los capitalistas
se enriquecen de forma desproporcionada, se debe a que explotan a los
trabajadores. Con el capital comercial todavía se conserva la idea
de que la ganancia comercial, que es una parte de la plusvalía,
brota de las relaciones sociales, de las habilidades del comerciante
para comprar barato y vender caro. Aunque esto no sea esencialmente
así, por lo menos se conserva la idea de que la ganancia comercial
proviene de las relaciones sociales.
La plusvalía
que genera el capital industrial se divide en tres partes, que es como
comúnmente es conocida: el beneficio, el interés y la renta del suelo.
El beneficio es la parte de la plusvalía con la que se queda el capitalista
industrial, el interés es la parte de la plusvalía con la que se queda
el prestamista del dinero –los bancos-, y la renta del suelo es la
parte de la plusvalía con la que se queda el propietario del suelo
o del local.
Pasemos ahora
a la explicación de la cosificación. El capital productor de interés
viene representado por la fórmula D-D’. Es la fórmula del capital,
D-M-D’, reducida a sus dos extremos. El propietario del dinero le
presta a un capitalista una suma de dinero (D) para que haga negocio
durante un tiempo determinado. Y al finalizar el vencimiento el capitalista
tiene que devolverle al prestamista el dinero prestado más un interés
(D’). Desde el principio vemos que se ha producido un cambio decisivo
en la fórmula general del capital: han desaparecido el proceso de producción
y el proceso de circulación. La relación social entre capitalistas
y trabajadores ha quedado reducida a la relación de una cosa consigo
mismo. El dinero produce más dinero, esto es, interés, en un tiempo
determinado. La plusvalía no se presenta ahora como fruto de una relación
social, sino como fruto de una propiedad inmanente del dinero. A esto
llama Marx cosificación de las relaciones de producción: el hecho
de que el interés, que es una forma particular de existencia de la
plusvalía, brote del propio dinero. Como puede observarse la cosificación
nada tiene que ver con la objetivación.
Esta cosificación
es tan poderosa que todos los tratados de economía convencional lo
tratan como si fuera natural que los ahorros arrojen rendimientos, como
si fuera del todo natural que los propietarios del dinero por el sólo
hecho de prestarlos tuvieran derecho a apropiarse de una parte del trabajo
social. En el libro Economía
de Samuelson y Nordhaus, en la sección dedicada a activos financieros
y tipos de interés, podemos leer lo siguiente: “Cuando los individuos
ahorran, esperan obtener un rendimiento. Este es el tipo de interés,
o sea, el rendimiento financiero de los fondos, es decir, el rendimiento
anual de los fondos prestados”. Podríamos afirmar que los economistas
y personas en general que hablan de los rendimientos de los fondos prestados
como un hecho natural, sin cuestionar su esencia y sin apreciar la cosificación
de las relaciones económicas, deben considerarse personas alienadas,
y de este modo enlazamos con la respuesta a la última cuestión.
La alienación
Aclaremos primero que en este trabajo el concepto de alienación se tomará como equivalente a enajenación. El estudio del concepto de enajenación debe situarse en el marco del análisis del trabajo asalariado. En Wikipedia podemos encontrar la explicación de la teoría marxista de la alienación, cuyo error fundamental a mi juicio estriba en no saber diferenciar los rasgos esenciales de la enajenación de su manifestación histórica en la Europa del siglo XIX. Leamos lo que dice Wikipedia: “Actualmente, como la mayoría de los conceptos filosóficos e instituciones sociales, la alienación -como categoría analítica- se encuentra en una crisis teórica debido a las profundas transformaciones sociales que han dado paso a la sociedad posmoderna”. Sin duda que los obreros europeos del siglo XIX nada tienen que ver con los obreros de la época del Estado del bienestar, pero sus rasgos esenciales siguen incólumes. La propiedad privada lejos de debilitarse se ha fortalecido. Y a escala mundial la alienación, esto es, el divorcio del hombre respecto de la producción, es tan poderosa como en aquel entonces. Sólo basta contar el número de personas que mueren a diario de hambre, por causa de la enajenación a la que están sometidos, para saber que la teoría marxista de la alienación sigue teniendo total actualidad.
El segmento
de los trabajadores activos donde mejor se expresa la esencia del trabajo
enajenado es el de los que viven del salario mínimo, no así el de
los altos ejecutivos y directivos. La enajenación tiene que ver fundamentalmente
con la propiedad privada o es una manifestación de la propiedad privada.
De manera que en todos aquellos empleados que tienen una vinculación
estrecha con los dueños de las empresas y participan de sus beneficios,
aunque sea bajo la forma de salarios altos, no viven enajenados o viven
la enajenación positiva.
El ser humano
originariamente, como sucede con los animales que viven en estado salvaje,
estaba unido a la naturaleza y ésta le proporcionaba dos factores básicos:
el objeto de trabajo, incluso el medio de trabajo, y los medios de subsistencia.
En ese entonces el ser humano estaba unido en esas dos vertientes con
la naturaleza. Pero desde el surgimiento de la sociedad esclavista,
pasando por la sociedad feudal hasta llegar a la sociedad capitalista,
ser humano y naturaleza se han separado. Ahora al ser humano tienen
que darle trabajo para obtener los dos factores que en su origen le
proporcionaba la naturaleza: por una parte, el objeto y los medios de
trabajo, y por otra parte, los medios de subsistencia.
El trabajador
asalariado, el trabajador de la época capitalista, no es dueño
del objeto de trabajo como tampoco lo es del medio de trabajo. Y como
es de suponer tampoco es dueño del producto del trabajo. Que el obrero
está enajenado significa en primer lugar que el obrero no es dueño
de los medios de producción y del producto del trabajo. Pero si el
trabajador no es dueño de los medios de producción, tampoco será
dueño de la actividad productiva que crea la riqueza, tampoco es dueño
de su propia actividad.
Hay una tercera
determinación del trabajo enajenado: la que tiene que ver con el ser
genérico del hombre. La actividad productiva, la vida en la empresa,
representa la vida genérica del ser humano, mientras que la vida en
familia y la vida fuera de la empresa representan en general la vida
individual del ser humano. La enajenación del ser humano ha llegado
a tal extremo que su vida genérica, su actividad productiva, se ha
convertido en medio de su vida individual.
Estas son las tres determinaciones del trabajo enajenado: el trabajador no es dueño de los medios de producción, el trabajador no es dueño de su propia actividad, y el trabajador utiliza su vida genérica como medio de su vida individual. Y todo lo que en el trabajador se manifiesta de manera negativa, se presenta en el capitalista de manera positiva: él es el dueño de los medios de producción, de la actividad productiva y de la vida genérica del hombre.