La historia crítica de este
proceso debería ser una fuente valiosa de cultura de la República para
ser una nación orgullosa y justa, que pueda recrear sus diversidades,
sus culturas, sus homogeneidades a través de la revolución. Acción
consciente y deliberada del pueblo realizada a través de la opinión
crítica para mejorar la revolución.
No recordar lo vivido condena
a un pueblo a repetir los errores, la cuarta república quedo atrás,
no saber dónde estamos no precisa saber hacia dónde vamos. Ser críticos
nos permite analizar el presente y proyectar el futuro siendo
participativos en los elementos de cambio; nos da seguridad, nos
proporciona
autoestima e identidad revolucionaria con conocimiento.
La historia del proceso
venezolano
nos dice que hubo buenos momentos para construir el socialismo, al menos
encaminarnos a él. El Estado ensaya, es verdad, es su originalidad,
y con muchos aciertos como cuando se proyectaron las misiones o se
masifico
la educación con instituciones tecnológicas, obras públicas e
infraestructura
importante de todos los tamaños, y la salud se la volvió preventiva
y curativa, como proyecto estratégico junto a la defensa sin tregua
de nuestra soberanía con autonomía económica. ¿Que paso?
Talleres nacionales de cultura
sin el respaldo del partido en manos de ministros reciclados provistos
de un mismo proyecto que no considera la tecnología y la psicología
de la juventud. Se equivocan los que se imaginan poder fabricar de esta
manera un nuevo hijo de Lenin, de Marx o Chávez, entonces, se adoptan
las ideologías y las demagogias a la moda.
Sus promesas, son la mutación
social en la religión de la revolución prolongada, y de una nueva
cultura para un pueblo iluso que hace muy poco por la unión, la escasa
ideología, un trabajo de minga no se conoce para ayudar a las alcaldías
y, es que estas tampoco promueven la colectivización practica para
frenar la desunión de los vecinos que coloca al proceso al borde de
un ataque cardiaco para el resto de los tiempos.
Además, causas culturales
por las que el pueblo tiene gran valor para soportar el aburrimiento,
porque, a la vez cree que, se trata de su oficio. Ha soportado la
inflación,
y, cada vez que el presidente incrementa el sueldo básico termina
desembocando
en particulares insatisfacciones: desempleo cuantitativo y sobre todo
el cualitativo por la especulación.
La superproducción
de intelectuales reformistas, no científicos, origina desconcertantes
incapacidades ideológicas con el chavismo, con el bolivarianismo, con
el marxismo, el leninismo, es extraño, que ningún psicólogo del gobierno
haya señalado este peligro casi tan peligroso como el calentamiento
global y los cambios climáticos en el país. Los ministerios de ambiente
o ciencia y tecnología, no proyectan una sociedad científica, y si
lo hacen no son escuchados. Fenómenos atmosféricos-políticos-económicos,
como el niño, la niña, la inflación, especulación, son recurrentes
los últimos 10 años en el continente y en nuestra querida revolución.
Pero, como buen productor de
petróleo, la ecología le importa un comino con ministerio y todo al
gobierno, igual que la economía de puertos. En este proceso se
hablo insistentemente de la diversificación industrial para superar
la cultura del petróleo y empezar una verdadera transición al socialismo
con soberanía alimentaría y capacidad básica industrial. La ciencia
y la tecnología, el “poder popular” para el medio ambiente y la
cultura y “poder popular” para esto y lo otro se lee por todo lado,
no han creado más que otras oficinas y más burócratas o, a lo mejor,
empresas políticas, no estructuras verdaderamente científicas. La
enseñanza estatal llamada técnica no es más que una enseñanza teórica,
los productos de esta enseñanza no llegan a ser productos terminados
para ser usados por la revolución para un verdadero servicio ideológico
y práctico para el pueblo.
Los ministerios, las
gobernaciones,
la asamblea, deben reeducar por entero a su personal, lo que es más
difícil, porque, certificados por el gobierno han adquirido pretensiones
y se imaginan que ser funcionarios les da derechos superiores
independientemente
del rendimiento. Trabajan siempre de buena gana con los equipos
colectivos
para un socialismo futuroooo… con mayor bienestar, pero, con mucha
menos gana para el bienestar actual. Tecnócratas más futuristas que
presentitas, están siempre prestas en las condiciones previas de ese
socialismo tan utópico, van rápido para las técnicas empleadas y
muy despacio para los fines apuntados.
La ruda disciplina que impone
el socialismo, a constituir primero una sociedad disciplinada, en un
país exclusivamente petrolero, latino y caribeño que, además recicla
ministros, en fin… es prolongar indefinidamente el proceso de
experimentación
pasando de una técnica revolucionaria a otra antes que la primera haya
tenido un rendimiento perceptible se va por otra. Las reformitas se
imponen a la falta de convicción.
No evolucionar con nuestro
proceso cualquier otra pose nos hará ver como ridículos reaccionarios.
Tenemos petróleo, sin embargo llegan cotidianamente los tiempos
difíciles
por no haber pensado en proyección social científica, también, porque
al pueblo poco le importa por la bonanza ficticia del PSUV, solo en
tiempos de campaña rinde, no hay seguridad en la administración
revolucionaria
por parte del partido, así la masa no puede defender a conciencia la
revolución, porque, no depende de ti, depende del Buro.
Solamente la defensa de un
pueblo es buena cuando depende de ti mismo y de tu valor. Ya no se trata
de la capacidad demagógica de muchos para cumplir metas inalcanzables
en las precarias situaciones actuales del proceso, no se trata de la
reencarnación de Simón Bolívar, o del presidente Chávez sacrificándose
por la patria horas seguidas, se trata de ser realistas y definamos
si vamos o no al socialismo antes de celebrar y elogiar lo que no
tenemos.
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