Ley de Uso Racional y Eficiente de la Energía

Recientemente, la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, ha aprobado en primera discusión la denominada “Ley de uso racional y eficiente de la energía”. Sobre ella, tan sólo quiero compartir algunas reflexiones para contribuir con el debate.

En primer lugar, nuestro país es un “Gran Exportador Neto de Energía” que mediante la Revolución Bolivariana, propone al mundo un cambio radical del modelo de desarrollo imperante. El éxito de nuestra revolución, depende de la forma en cómo el país usa la energía. Y ¿cómo lo hace?

Lo primero que hay que destacar es que cerca del 70% de la energía que producimos, la exportamos. Ya dije que somos un “Gran Exportador Neto de Energía”. Los gobiernos de la IV República, realizaban estas exportaciones para satisfacer las necesidades del mercado internacional; así, trabajaban para minimizar los precios del petróleo subsidiando las economías del Norte. Por el contrario, en la V República podemos identificar al menos tres razones por las cuales se exporta la energía: (1) para adquirir las divisas necesarias para el desarrollo económico y social de la nación, (2) para apalancar el tan necesario proceso de integración con los países de la región, y (3) para consolidar alianzas estratégicas con países de otros continentes. Así, la exportación de energía se convierte en uno sus usos principales. Y este uso también debe ser eficiente y racional no solamente en lo energético, sino también en lo político y en lo económico.

Si lo pensamos detenidamente, el uso de la energía tiene que ver con la gobernabilidad del Estado, con los planes de ordenamiento territorial, con la integración regional, con los patrones de producción y consumo, con la producción y manejo de desechos, y otros aspectos de vital importancia para la nación. Así, el uso eficiente y racional de energía, es algo más que el mero conjunto de acciones que minimizan el consumo manteniendo ciertos niveles de producción.

Como proponentes de una nueva visión de desarrollo, reconocemos que el capitalismo es un modelo ineficiente, que fomenta una desigual e injusta distribución de los recursos, lo que mantiene permanentemente una demanda insatisfecha, la cual estimula la sobreproducción que a su vez deriva en depredación de recursos naturales. La depredación y la contaminación, son las dos grandes vertientes de los problemas ambientales. Así, el uso de la energía también debe ser ambientalmente eficiente en los términos aquí expuestos y no bajo la óptica reduccionista que pretende resumir los problemas ambientales con emisiones de CO2 que se incrementan al ritmo del crecimiento poblacional (por cierto una idea un tanto malthusiana).

Aunque parezca obvio, es necesario decir que no podemos pensar en energía como si fuésemos un país consumidor (visión AIE)… ¡somos un país productor! (visión OPEP). Consecuentemente la mayoría de los referentes que encontramos en el mundo sobre eficiencia energética, para nosotros no pueden ser más que eso… referencias creadas por países consumidores que pretenden sostener o sustentar su modelo de desarrollo.

Ya mencioné algunos aspectos del uso de la energía en el ámbito internacional. En cuanto al consumo interno del país, observamos que más del 50% de la energía se consume en el sector industrial y casi el 35% de la energía la consume el sector Transporte. Entonces, la energía se consume en procesos complejos por lo que es recomendable crear una institución que no sólo coordine las acciones del MENPET y del MPPEE (por cierto que faltaría incluir en la ley al MPPIBAM, encargado de la minería) sino que también se especialice en Investigación, Planificación, Diversificación y Eficiencia Energética.

Por otra parte, es importante revisar las experiencias en materia de eficiencia energética desarrolladas en nuestro país: sustitución de fuentes de energía (por ejemplo el proyecto Autogas), cambio a tecnologías eficientes (por ejemplo el plan de sustitución de bombillos), incentivos económicos (por ejemplo, la tarificación eléctrica), reorganización del sector energético (ahora dirigido por tres ministerios, MENPET, MPPEE, MPPIBAM), incorporación de fuentes alternativas de energía (por ejemplo el Plan Sembrando Luz), campañas de ahorro y eficiencia energética, participación de comunidades organizadas en Mesas Técnicas de Energía, etc.

En suma, para elaborar una ley de uso racional y eficiente de la energía, debemos plantearla desde la perspectiva de un país “Gran Exportador Neto de Energía”, incluir todas las formas de energía (no sólo la eléctrica), incluir la minería, hacer énfasis en el sector construcción, considerar que la energía es transversal a todos los ámbitos de la vida nacional, evaluar los resultados de las referencias que en la V República hemos creado en materia energética y reconocer el momento político e histórico propicio para la sanción de dicha ley. De lo contrario, corremos el riesgo de colocar límites a la creatividad que rige las políticas energéticas de la Revolución.

 jonnyhidalgo@gmail.com


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Jonny Hidalgo


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